Seis testigos declararon ayer en el juicio que se sigue contra Nicolás Cajal Gauffín, imputado por encubrimiento, y Sergio Vargas, acusado en calidad de partícipe secundario del todavía no esclarecido homicidio de Jimena Salas, cometido el 27 de enero de 2017 en la localidad de Vaqueros, cercana a la ciudad de Salta.
Judith Natalia Ruiz, prima política del Cajal Gauffín, que estaba casado con Salas, contó que cuando alojó a este hombre y a las dos hijas de la víctima en su casa de Campo Quijano, "Los primeros tiempos (una de las niñas) hablaba mucho conmigo. Ella con las muñecas simulaba el asesinato de su mamá. Siempre Ken mataba a la Barbie y hacía referencia al asesino como el 'señor malo', 'el hombre malo'.
Ella contaba cómo la había empujado. Jugaba con cuchillos y hacía alusión de cómo la había apuñalado. También me contaba que el 'señor o el hombre malo' (siempre hablaba así), las había encerrado y había golpeado a (la hermana melliza) con una mesa. Ella hizo mucho alusión de lo acontecido", relató.
Salas fue atacada en su casa, recibió múltiples cuchilladas y su cuerpo quedó en el piso de la cocina comedor.
Jimena "era maravillosa. Con sus hijas era un amor, muy presente. Dedicó su vida a las nenas (...) No conozco a nadie que no la haya querido", aseguró la testigo respecto de la joven asesinada.
En las audiencias, lxs fiscales vienen haciendo notar las contradicciones de testigxs entre las declaraciones que brindan ahora y las que aportaron años antes. En general, lxs testigxs atribuyen esto al tiempo transcurrido, que en lo que atañe al crimen son más de cuatro años. En este caso la fiscala Ana Salinas Odorisio le recalcó a la mujer que en una declaración previa ella había dicho que Cajal Gauffín era "un boludo. Es una familia muy rara. No pondría las manos en el fuego por él". La testigo lo atribuyó a que en ese momento estaba enojada porque mientras ella misma buscaba por todos los medios dar con un dato que ayude a identificar a los culpables, notó una "frialdad en él" pero aclaró que hoy entiende que se equivocó. Las diferencias eran por un hombre, Jorge Calo, que se acercó afirmando que podía ayudar en la investigación. Ruiz creía que el viudo nunca le había prestado atención, pero luego supo que se había reunido con él y lo descartó porque lo evaluó como poco serio.
También declaró el marido de esta testigo, Carlos Gordillo Gauffín. La pareja relató que en un momento tomaron contacto con Jorge Calo, que decía ser de Vaqueros, quien afirmaba tener información del caso y que tenía vínculo con la madrina de una de las hijas de Salas. El hombre les dijo que a él también le fueron a preguntar por el caniche.
"Cuando él (Calo) se entera del móvil del perrito, manifiesta que al tiempo lo vuelve a llamar uno de los que él suponía que podían haber estado vinculados, para que lo ayuden en su casa, (...) para algún trabajo hogareño. Cuando termina esto, le dice que lo va a acercar a su casa en su vehículo. El muchacho este sube al vehículo sin remera, sin nada en el torso y él (Calo) pone unos papeles en el asiento, cuando se baja supongo que lo habrá recogido al papel, lo habrá guardado y es lo que nos da a nosotros pero que posteriormente presentamos en Fiscalía", sostuvo Gordillo Gauffín.
Añadió que cuando fue a brindar una declaración en Fiscalía, le informaron que en esos papeles no habían encontrado elementos de ADN compatibles con los perfiles genéticos encontrados en la escena del crimen.
Otra testigo, Amalia Pacheco, ratificó que en el verano de 2017 vio a un hombre con un perro caniche en la zona y un auto de color verde o gris oscuro estacionado cerca del domicilio de Salas. Otros testigos ya han mencionado la presencia de este hombre y el vehículo. Y la misma Jimena Salas fotografió el cuerpo de un hombre sosteniendo a un caniche. Al parecer los asesinos usaron la excusa de que el animal estaba perdido para acercarse a la víctima y atacarla.
Ayer también declaró una expareja de Vargas y el hijo de la mujer, aunque en este caso fueron convocados para referirse al acusado. La testigo lo describió como violento, contó que lo había denunciado a Vargas por violencia de género, con quién tiene un hijo común y que el hombre no se hizo cargo y no le pagaba la cuota alimentaria. También dijo que algunas veces lo vió con "mucho dinero", pero se refirió a billetes de escaso valor. Su hijo también ratificó lo relatado en cuanto a las referencias a Vargas como violento, y también dijo que le vio unos fajos de billetes de $100 y que el hombre le contó que provenían de un robo. Los oficiales de policía que vienen declarando hasta el momento y que hicieron referencia a la declaración de este joven, manifestaron que investigaron pero no encontraron pruebas de esos hechos delictivos.
Este martes declaró también el subcomisario Sergio Costello, quien se desempeña en el Cuerpo de Investigaciones Fiscales y se refirió a las tarjetas de la empresa de transporte de pasajeros Saeta que usó Vargas y que él mismo aportó a la causa cuando declaró como testigo. Y el licenciado en criminalística Héctor Barboza dijo que serían dos varones quienes ingresaron a la vivienda con la excusa del caniche perdido. Ambos habrían quedado heridos por lo que surge de las pericias que identificaron rastros genéticos de Hombre 1 y Hombre 2.