Cuando la obsesión se convierte en razón de estado y se busca acumular apoyo de los poderes constitucionales y fácticos para imponerla, suelen ser las mujeres y los hombres del común los que derrumban esas fantasías. Horacio Rodríguez Larreta, con el apoyo de la mayoría en la legislatura, de los jueces amigos de la ciudad que saltan jurisdicciones como alambrados caídos y con la jerigonza de la corte suprema, que la colocó en boca de todos no ha logrado reiniciar las clases presenciales en CABA después del primer DNU presidencial.
La presencialidad en la enseñanza pública es sólo del 20 %. El 80 % restante está sin asistencia a las escuelas.
Los motivos: 1) retención de servicios, 2) pase a la virtualidad, casi toda la enseñanza Media, Técnica, De Adultos y Superior están dando clases a distancia. 3) aislamiento por contacto estrecho, 4) burbujas pinchadas. 5)Contagios. 6)Familias de primaria que deciden NO enviar a sus hijos a la escuela. Los estudiantes de media y superior que hace meses decidieron No ir a la presencialidad. En la enseñanza privada el porcentaje de asistencia se eleva al 30%. La pregunta de rigor: ¿era necesario tanto despliegue para tan poco resultado?
Las decisiones políticas pueden ser rectificadas con decisiones en contrario. Los fallos de la corte son como mojones inamovibles que van marcando el rumbo de la institucionalidad. Lo único rectificable es la corte misma cuando sus fallos contradictorios apagan su autoridad. Sin quererlo el jefe de gobierno porteño ha convertido al máximo tribunal en socio de su propio fracaso. El 25 de mayo de este año estará signado por una caravana, que marchará al Palacio de Tribunales en vez de ir a la Jefatura de Gobierno. El volumen de la marcha será el termómetro del desprestigio del máximo tribunal al que nadie obligó a cargar con los muertos de la pandemia que no son de su responsabilidad directa.
La evolución de la pandemia va modificando el paisaje social. En pleno auge de la llamada segunda ola, con casos multiplicados, crecimiento del número de víctimas fatales. Con figuras conocidas de la política, del deporte, de la cultura y de la salud entre los muertos, aparece la vacuna persistente y en crecimiento para relativizar el alcance de la peste. Las 5 millones de dosis anunciadas para el transcurso de este mes sumadas a la producción de la Sputnik en nuestro país ponen la esperanza del fin de la pesadilla al alcance de la mano.
El negacionismo, instalado desde la aparición del covid 19, ha ido creciendo y se ha expresado con violencia en escalada. Las posiciones políticas tienen nombre y apellido que aparecerán plasmados en las boletas del cuarto oscuro de las elecciones. Solamente los de los sabios infectólogos y expertos en pandemias que mantuvieron una paciente docencia en los peores momentos serán recordados en el futuro. Pocas cosas más efímeras que las candidaturas al lado de quienes pusieron su prestigio, su salud y su propia vida al servicio de la vida de los demás. Si algo emociona en tiempos tan complejos es el homenaje creciente que reciben los trabajadores de la salud de parte del común de la gente. Que difícil va a resultar en el futuro seguir explotando impunemente a enfermeras camilleros y al personal de limpieza por parte del estado, los patrones privados y los sindicalistas que manejan las obras sociales. La post pandemia será el tiempo de nuevos debates sobre lo público y lo privado, el papel de estado y los límites de las ganancias empresarias, el valor del salario, la jornada laboral y las formas de representación de los y las trabajadoras de la economía popular. La violencia verbal de la derecha se explica mucho más por el escenario que viene que por las políticas aplicadas durante la pandemia.
Maestras y maestros, enfermeras y enfermeros de CABA están sosteniendo una resistencia colectiva que representa el escenario social de todo nuestro país. El nuevo sentido común que generó el covid y sus consecuencias derrumbó muchos mitos sostenidos desde el fondo de los tiempos neoliberales. Doña Rosa de los 90 ya no convence ni a los que se beneficiaban con su discurso. Ahora la razón la tienen jóvenes voceros que expresan el pliego de exigencias de los trabajadores que representan, para no contagiarse, no morir y seguir cumpliendo con sus tareas. La resistencia desplegada con sabiduría y con imaginación promete ser una cuña en el debate que viene. Los protocolos de cuidado, son exigidos cada vez más por los colectivos de trabajadores. Transportistas, cajeras de supermercados, recolectores de residuos etc. el cuidado propio y de los demás se ha convertido en una reivindicación de la clase trabajadora. En la post pandemia los comités mixtos en cada lugar de trabajo serán tan importantes como los cuerpos de delegados y las comisiones internas para los trabajadores.
Así como la carpa blanca ganó el debate en favor la escuela pública cuando el sentido común instalado era a favor de las privatizaciones, ahora el cuidado de la salud en tiempos de pandemia recrea esa discusión en mano de las y los trabajadores y se impondrá sobre la sinrazón de los poderosos de siempre.