La frase de Alberto Fernández sintetiza lo que él y la comitiva argentina que se encuentra en Roma perciben después de la entrevista con el papa Francisco. “Me expresó su idea de apoyarnos en todo”, dijo el Presidente tras su diálogo personal y a solas con Jorge Bergoglio. Los detalles de lo hablado durante la media hora que duró el encuentro quedarán para ambos interlocutores, pero está claro que Francisco no deja de tener la mirada puesta en su tierra natal y que, a pesar de la complejidad de la agenda mundial que se abre a sus ojos y a sus responsabilidades, dedica atención especial a los problemas que enfrenta la Argentina.
Tal es así que, sin perder la impronta de discreción que es característica de la diplomacia vaticana y siguiendo además el estilo del propio Bergoglio, el Papa –también sus colaboradores- se ha encargado de enviar mensajes respaldando las gestiones que Argentina viene haciendo a favor de la renegociación de la deuda. No habrá que esperar declaraciones públicas en ese sentido. Tampoco sobredimensionar la incidencia de Francisco y del Vaticano en esta cuestión. Los gestos son coherentes con el mensaje que Bergoglio viene sosteniendo en la materia y que quedó nítidamente expresado en la reciente carta dirigida al Grupo del Banco Mundial (BM) y al Fondo Monetario Internacional (FMI) en la que reclamó “espíritu de solidaridad mundial” para generar de manera urgente “un plan de gobernanza global” que incluya, entre otros temas, “una participación efectiva en la toma de decisiones y facilitar el acceso al mercado internacional” por parte de las naciones más pobres y menos desarrolladas, “una reducción significativa de la carga de la deuda de las naciones pobres” y el reconocimiento de la “deuda ecológica” que existe entre el Norte y el Sur.
Francisco recibió al Presidente a pesar de algunos mensajes en contrario que llegaron desde Argentina y desde la propia institución eclesiástica. También dejando de lado el hecho de que se trata de un año electoral, un acontecimiento político con el que el pontífice busca no involucrarse de manera alguna. El encuentro entre Bergoglio y Fernández en el Vaticano sirvió para ratificar la disposición del Papa para seguir colaborando, dentro de sus atribuciones y posibilidades, para que Argentina encuentre alternativas para salir de su crisis económica, pensando también en que los más perjudicados son los pobres. Francisco no pierde de vista la gravedad de la cuestión de la deuda y no minimiza la importancia del problema, pero su preocupación mayor está centrada en el alto nivel de pobreza que persiste en la Argentina. Sin desconectar un tema del otro, este último también estuvo muy presente en el diálogo con el Presidente.
Todas las miradas –especialmente las del periodismo- estuvieron centradas en el diálogo directo entre Fernández y el Papa. Pero para entender la significación de la relación hay que registrar también la continuidad del intercambio posterior del Presidente con el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, y la estrategia montada por el Vaticano para generar espacios con la finalidad de que los funcionarios argentinos –léase Martín Guzmán, léase Gustavo Beliz- se encuentren con distintos interlocutores para seguir buscando fórmulas para superar el problema de la deuda. En ese mismo espíritu la Santa Sede hizo coincidir agendas para que Alberto Fernández también tenga un mano a mano con Kristalina Giorgieva en el Vaticano.
No se trata apenas de coincidencias, sino de una meditada estrategia destinada a sumar apoyo para las gestiones argentinas y en eso no cabe ninguna duda de que el Papa está comprometido. Esto más allá de los nubarrones que puso en el horizonte de la relación entre la Casa Rosada y la Santa Sede la reciente aprobación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Desde Argentina varios obispos le plantearon al Papa su molestia por la actitud del Ejecutivo frente al tema y le pidieron que hiciera conocer el malestar.
Pero por encima de todo, la preocupación principal de Francisco es la realidad de la pobreza en la Argentina. Ese es el tema que lo desvela y que también lo predispone para brindar su apoyo en todo aquello que contribuya a modificar esta difícil situación. En esto el Papa también escucha a los obispos del país que permanentemente le están advirtiendo sobre gravedad de la cuestión social.
El Presidente escuchó el compromiso del Papa de seguir respaldando a la Argentina en sus gestiones. Más que un objetivo en sí mismo, para Francisco el respaldo a las negociaciones con el Fondo tiene como propósito final colaborar a la reducción de la pobreza en su país.