“La presencia de los cuerpos que habitaban las marchas siempre era una cosa muy machista, de este hombre rudo. De por sí, no había un espacio donde las maricas, las trans o las putas pudieran protestar, porque es lo que se tiene como resegado y apartado de la sociedad. Precisamente son los desviado los que tienen más poder a lo que la sociedad nos está imponiendo, y siento que, poco a poco, la presencia de estos cuerpos disidentes, de las personas trans, las personas maricas, no binarios, están perteneciendo a la marcha”. Quien habla es Camilo Acosta, una videoartista colombiana que vive en Bogotá y que es cofundadora la casa de voguing y ballroom House of Tupamaras. Es conocida en el mundo artístico como Lady Hunter y, desde el pasado 28 de abril, que comenzó el paro nacional y las manifestaciones en Colombia, ha asistido a cuatro marchas. Lo ha hecho como bailarina, como dj y, una vez, caminando, pero casi siempre en el “parche marica voguero”, que va bailando.
En Colombia, en medio de los gritos de protesta y la represión policial, también suenan murgas, guarachas, latín club y voguebeat. En los últimos días han circulado por redes sociales videos de artistas bailando voguing en las calles y plazas. Desde el 28 de abril, miles de colombianxs se han tomado las calles. Todo comenzó como una protesta a una reforma tributaria presentada por el gobierno del presidente Iván Duque al Congreso, que consistía en un impuesto para enfrentar los impactos económicos del covid-19 en el país. Sin embargo, pese a que el Ejecutivo pidió retirar la propuesta, las manifestaciones continúan. El pasado 5 mayo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condenó el uso excesivo de la fuerza públicas para reprimir a lxs manifestantes y, en su informe, reportó 20 muertos y 90 desaparecidxs en el marco de las protestas.
CIUDADANÍA QUEER
Pero pasan los días y les activistas colombianxs siguen denunciando atropellos a los derechos humanos, la censura de los medios de comunicación nacionales y la censura a través de la falta de conectividad a internet. La fuerte participación de la población LGBTI en la lucha no es reciente, aclara Camilo. A partir de 2019 comenzó a haber mucha presencia de personas trans en las protestas “por un sinfín de problemas”. Problemas de desigualdad que también se extienden por toda la región latinoamericana, donde, según la CIDH, el promedio de vida para una mujer trans es de 35 años. A las protestas colombianas, en los últimos años, además, se han sumado gays que quieren romper con el prototipo de heteronormatividad masculina. “Aparecimos varios que dijimos: ‘no tengo por qué seguir unos estereotipos impuestos y tener que ocultar lo que realmente soy, una persona femenina, maricona, una persona vulgar, hipersexuada, orgullosa de su cuerpo”, dice Camilo.
“A mí me ha parecido importantísimo, innovadorsísimo, genial, lo más regio de este mundo, el voguing como instrumento político en las marchas… eso es muy importante por el impacto mediático”, señala Alfonso Marrugo, activista LGBTIQ+ y periodista colombiano. Marrugo vive en Cartagena y desde pequeño ha asistido a las marchas, porque proviene de una familia de sindicalistas. El 28 de abril fue junto al colectivo Juventud Diversa a manifestarse contra la posible reforma tributaria. Recuerda que fue una marcha multitudinaria, pero ya no ha salido por miedo a la propagación del covid-19 y por la infiltración de personas ajenas a la lucha social en las marchas. Para Marrugo, este estadillo social se veía venir, debido a que el actual gobierno de Duque carece de políticas públicas para sectores colombianos como la población LGBTIQ+, lxs indígenxs y lxs afrodescendientxs. También, dice, porque no ha mostrado interés para cumplir los acuerdos de paz, de 2016. En medio de este malestar social que se venía arrastrando, dice, durante la pandemia del covid-19, tampoco lxs colombianxs recibieron ayuda económica estatal, pero al contrario, sí hubo un aumento de los servicios públicos, del desempleo y del costo de la vida.
“Las personas LGBTI se han volcado a las calles, desde su sentir y sus manifestaciones artísticas. Las personas queer, las personas drag queens, las personas no binarias, pero en realidad como un sentir como ciudadanos y ciudadanas, más que como personas LGBTI”, sostiene Sara Quintero, una lideresa social trans de Cali. Quinteros señala que en el país están viviendo mucho miedo y las disidencias sexuales, principalmente las personas trans, se enfrentan a una vulneración de derechos humanos que se ha agravado con el inicio de la pandemia. Si esta, dice, dejó sin empleo a las trabajadoras sexuales, el estallido social también ha paralizado su trabajo.
CALI, EPICENTRO DEL ESTALLIDO
Cali, la ciudad que ha sido foco de la represión estatal, realizó el pasado domingo dos actividades convocadas por colectivos LGBTIQ+. Una de estas fue una marcha que comenzó su recorrido desde el Instituto Departamental de Bellas Artes y terminó un lugar bautizado en estos últimos días como La Loma de La Dignidad, ya que previo al 28 de abril se conocía como Loma de La Cruz. En el recorrido, hubo intervenciones artísticas, cuenta Gonzalo Basto, actor y fundador del Movimiento Drag Cali, organizador de la marcha. Este movimiento, además de realizar performances para llevar solidaridad a quienes se manifiestan, también se ha encargado de llevarles medicina y comida a los que están en la primera línea de las protestas. Hay ciudadanxs, cuenta Gonzalo, que les agradecen porque nunca se habían alimentado tan bien.
En Cali, lxs manifestantes están aprendiendo a ubicar siete filas: la primera está conformada por quienes enfrentan a la policía; la segunda, toma los gases de la policía y los lanza; la tercera está armada con piedras que las hace llegar a la primera fila; la cuarta es la que se encarga de auxiliar con leche y vinagre a quienes han sido afectados por gas pimienta; y en la quinta está el personal que brinda primeros auxilios, compuesto por estudiantxs de medicina y voluntarixs. Cada miembro de las disidencias sexuales elige en cuál fila quiere estar. Macu, une activista negre, está en la cuarta fila. Desde ahí ayuda a sus compañeres de lucha. Elle vive en el Distrito Aguablanca, donde se concentra la mayor parte de la población afrodescendientes. Es activista y pertenece a la organización Somos Identidad, una organización que trabaja con las comunidades afrodescendientes desde el enfoque de la diversidad sexual. Macu asistió el pasado domingo a la otra actividad organizada por los colectivos LGBTIQ+. Esta fue en Puerto Relleno, hoy bautizado como Puerto Resistencia, donde cada día se reúnen diferentes sectores sociales
“Por el tema de represión política, se vivieron muchos momentos angustiantes. Se intentó atentar contra nosotras en diferentes ocasiones, con disparos. Igual, no pasa solo el día que se reúnen las maricas, no, todos los días salen personas heridas”, advierte. En este lugar hubo performances y espacio para discursos. Además, se realizó una asamblea que contó con la participación dela población LGBTIQ+, población indígena y afrodescendiente, en la que se expusieron las distintas necesidades de todos estos sectores. La represión policial sigue y la población LGBTIQ+ sigue organizándose. En Bogotá, por ejemplo, ya hay iniciativas para crear filas en las protestas que estén conformadas por mujeres trans y disidencias sexuales. “La intención no es volverse primera línea, pero sí volverse un frente político en el que tenga visibilidad este discurso: que la policía, que el gobierno y el Estado se den cuenta que hay una población trans que está buscando ser respetada y que no se les viole sus derechos. Y que se haga justicia por todo el abuso”, concluye Camilo.