Hace algunas semanas, en su programa de radio, Franco Torchia le preguntó a Bagner sobre las particularidades de ser una marica de Morón (por lo tanto disidente y del AMBA), a lo que el productor muy honestamente contestó: "En otro momento, obviamente, lo que quería o pretendía era ser una marica porteña pero empecé a darme cuenta de que hay otras maneras de visibilizarse." Durante el resto del reportaje hablaron de su primer simple: "Mujer", un shot intenso de chamamé disidente de menos de dos minutos de duración. "Me di cuenta de que después de tantos años de tratar de emular a la marica yanqui, era más auténtico volverse una marica de la Argentina." Marica de Morón, porteña, yanqui y de la Argentina. El campo de (de)construncción musical queda definido a partir de todos esos parámetros para este enigmático artista marica del folclore y productor de contenidos audiovisuales sugerentes. "Lo que estamos haciendo es diferente, entonces no pretendemos sacar las tradiciones del lugar que ocupan pero sí que nos permitan coexistir", declara cuando se le pregunta acerca la reapropiación musical de géneros tan hegemónicos como el chamamé. "No cisgénero / no binario / antipatriarcal", todo esto se lee al final del videoclip de la canción en cuestión como si de cualidades de algún producto promocionado se tratase. La producción audiovisual está completamente realizada en Rusia y muestra lo que a primera vista es una pareja gay chico-chico con cierto look publicitario, algo hipster y hegemónico, en una cita romántica a puertas cerradas. Los chicos bailan cada vez más cerca hasta que beso va, beso viene, terminan en la cama. Corte abrupto a ambos chicos con expresión de decepción, la pantalla se pone negra y sólo leemos en inglés la línea de diálogo: "¿Entonces, sos un chico trans?" Es bastante claro que presenciamos un encuentro entre dos cuerpos que se suponían cis. Pero parece no haber resultado así.
"Mi amiga Lilith vive en Rusia, ella hizo su transición allá.", nos comenta Bagner en zoomversación con Soy. "Lilith forma parte de lo que es el colectivo artivista Bagner hoy por hoy", nos cuenta antes de buscar en su computadora la tapa-avatar del simple de "Mujer" cuyos rasgos faciales están inspirados en los de la amiga rusa. También una mujer, o mejor dicho: la voz de una mujer, es el hilo conductor y de alguna manera la marca sonora que hoy por hoy da personalidad a los dos simples editados a la fecha: "Mujer" con tintes de chamamé y "La Rosa Cruz" que coquetea más con el tango. En ambos simples la voz susurra suavemente de manera ininteligible, pero el tratamiento distorsionado que recibe nos la hace sentir como una caricia de alfileres. Hay algo agresivo y fino a la vez en las dos piezas sonoras. En el video de "La Rosa Cruz" ya no hay pareja a la vista, une chique (torso masculino, cara hiperfemenina) parece padecer un bloqueo artístico, revisa una vieja partitura y su hábitat atemporal se ve caótico. Mira y posa a la cámara con un vestido. La estética y el gesto parecen propios del comercial de algún producto lujoso. Alrededor de su cuerpo pueden leerse varios tatuajes en inglés: "Amor es amor", "No es no", rezan los más visibles. Sin embargo, a diferencia del clip anterior no hay final abierto. Los títulos finales se imprimen sobre la espalda tatuada del chique que sigue tocando el piano. Volviendo al aquí y ahora de la entrevista, vale aclarar que en muy poco se parecen el varón cis (¿o será otro avatar?) que nos responde del otro lado de la cámara con el ser virtual presente en el retrato que ilustra esta nota. Acaso un juego más de este productor que, parece, cambiará de rostro con cada nueva producción.