Una sinagoga incendiada, vehículos calcinados y una agresividad creciente que se respira en las calles. Durante mucho tiempo, la ciudad de Lod fue símbolo de la cohabitacion entre israelíes y palestinos ciudadanos de Israel, pero esta semana la convivencia estalló en pedazos.
El lunes por la noche, mientras Hamás y la Yihad Islámica disparaban cohetes desde la Franja de Gaza contra Israel y miles de palestinos se manifestaban en Cisjordania y en Jerusalén, las llamadas ciudades "mixtas" israelíes eran escenario de violencia.
En Lod, una ciudad industrial donde el 40% de la población es palestina con ciudadanía israelí, es decir descendientes de los palestinos que se quedaron en sus tierras en 1948 tras la creación del Estado de Israel, la tensión se disparó entre jóvenes árabes y grupos de judíos extremistas.
Mussa Hassuna, un joven padre de familia palestino de Israel de 32 años, murió tiroteado esta semana. Las imágenes que circulan en las redes sociales sugieren que israelíes nacionalistas armados que estaban en un edificio cercano son responsables del crimen.
El martes por la noche, durante su entierro, la situación degeneró. Hubo vehículos quemados, lanzamiento de piedras y cócteles molotov y el primer ministro Benjamin Netanyahu declaró "el estado de urgencia" en Lod. En ese momento, Israel era blanco de una lluvia de proyectiles lanzados desde la Franja de Gaza a lo que su ejército respondió con bombardeos de represalia.
"Tengo miedo"
Sobre el pavimento salpicado de trozos de cristal, al pie de una torre de viviendas sin encanto, alguien quemó una pequeña sinagoga. Los escombros tapizan el suelo pero los libros fueron rescatados en el último momento por fieles.
El presidente israelí, Reuven Rivlin, que hace unas semanas celebraba un 'iftar' (comida de ruptura del ayuno del ramadán) con las autoridades árabes, denunció un "pogromo" perpetrado por "una muchedumbre árabe sedienta de sangre".
"¡Los árabes tratan de matarnos! ¿Y por qué? (...) No tengo idea", dice Yoel Frankenburg, de 34 años, al pie de la sinagoga.
"Pueden decir que es debido a Al Aqsa [mezquita de la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén] o a Gaza (...). Hace 12 años que vivo aquí y la mayoría del tiempo sin problemas", añadió.
"¡Me atacaron, me lanzaron piedras (...) envié a mis hijos fuera de la ciudad" a casa de sus abuelos, "porque tengo miedo", dice. Según él, varias familias israelíes del vecindario esconden fusiles para protegerse porque "la policía no hace nada".
La tensión lleva mucho tiempo contenida, estiman los ciudadanos palestinos de la ciudad, que comparan a familias como la de Yoel a los colonos israelíes que viven en Cisjordania y en Jerusalén Este, territorios palestinos ocupados ilegalmente por Israel, según el derecho internacional.
Pero Lod no es un territorio palestino sino que está al lado del aeropuerto internacional Ben Gurión, cerca de Tel Aviv.
"Las cosas empezaron a cambiar hace unos diez años, cuando grupos extremistas empezaron a instalarse en el barrio", dice Wael Abo Sharkh, un habitante árabe de la ciudad.
Guerra demográfica
Al igual que Wael, muchos ciudadanos palestinos de Lod acusan a la alcaldía de facilitar la implantación de grupos de judíos conservadores, o "extremistas", para transformar la composición demográfica de la ciudad.
"Hemos vivido toda nuestra vida con judíos y mantenemos buenas relaciones con ellos", dice Abd al Naqib, de 29 años.
"El problema son los 'mustawtinin' [palabra en árabe usada para referirse a los colonos] que vienen a instalarse. El objetivo es oprimir a los árabes y expulsarlos, no importa dónde, para que Lod se convierta en una ciudad judía", explica.
Ante el tribunal local, un centenar de israelíes manifiesta su apoyo a los judíos detenidos por su presunta participación en la muerte de Hassuna.
Meir Layosh, con un arma semiautomática en bandolera, arenga a los presentes mientras acuna a un bebé en un carrito.
"No somos violentos (...) pero tenemos que protegernos de los terroristas y de los antisemitas. Esta gente no nos quiere aquí, pero yo tengo un mensaje para ellos: nos vamos a quedar", dice.
* De Guillaume Lavallée y Majeda El-Batsh, de la agencia AFP.