Una de las pocas cosas buenas que la pandemia le dejó al tango es la organización de sus artistas y trabajadores. Se conformaron múltiples colectivos de músicos, de bailarines y de todos los otros rubros que rodean al género. También surgieron asociaciones que agrupan esos colectivos, como la Asamblea Federal de Trabajadores del Tango (AFTT) o la Asociación de Compositores e Intérpretes del Tango (ACIT). Y de esos grupos ahora emergió una propuesta concreta y con vistas a cambios estructurales para el sector: la creación de un Instituto Nacional de Tango. En conjunto redactaron un proyecto de ley que retomó la diputada nacional María Jimena López (FdT), quien lo presentó ya en la Cámara de Diputados. Ahora la iniciativa espera su tratamiento en comisiones, la sensibilización de los legisladores ante las necesidades del sector y la votación en recinto. Si todo eso marcha favorablemente, luego tocará a sus impulsores repetir el trabajo en la Cámara de Senadores.
El proyecto –explicaron a Página/12 sus impulsores- se basa en dos ejes: apuntalar las condiciones de trabajo de los hacedores del tango en todos sus rubros, y el carácter federal de la iniciativa. La lectura del proyecto revela también una mirada de género en su redacción, pues se exige a los consejos regionales paridad de género en su conformación. Además, destacan, como el foco está puesto en el apoyo a quienes trabajan el tango, proponen una estructura burocrática mínima –“ni siquiera tendría edificio propio”– y además de que sus consejeros ejercerían su cargo ad honorem, la ley establece que sus gastos administrativos no podrán superar el 10 por ciento del total de su presupuesto. “Se propone como un instrumento facilitador, catalizador, y de apoyo económico y logístico a la manera en que el tango se desenvuelve hace años, que es lo autogestivo”, explican.
La pandemia desnudó la precariedad de quienes trabajan con el tango. No sólo porque están sujetos a los vaivenes de la economía, sino por el grado de informalidad que abunda en el circuito y la falta de respaldos institucionales y estatales consistentes. “Con la pandemia confluimos todos y nos dimos cuenta que nuestras problemáticas y expectativas superaban incluso el dramático momento de pandemia que estamos viviendo”, cuenta Diego Benbassat, representante de la AFTT. De modo que más allá de las urgencias de la coyuntura –que aun no desaparecen, aunque algunos espectáculos hayan retomado tímidamente-, los colectivos se establecieron objetivos a mediano plazo. “Muchos trabajadores del tango están invisibilizados porque lo primero en que se piensa es en el baile o la música, pero hay muchas actividades paralelas y directamente relacionadas, y en las provincias esos trabajadores están aún más invisibilizados que en CABA”, advierte Benbassat.
“Trabajamos duro en ver la representatividad de las producciones del tango y las políticas públicas que requiere el sector para dinamizar, fomentarlo, promocionarlo y que los y las trabajadoras del tango puedan potenciar sus saberes”, agrega Esteban Falabella, recientemente elegido por sus compañeros al frente de la ACIT. Para los músicos resulta fundamental estimular el mercado interno, pero también articularse mejor con el exterior, que es muy receptivo a los grupos de tango locales. Además, desde la ACIT advierten que “en general las polítias públicas no contemplan las producciones contemporáneas ni las nuevas estéticas y formas de expresion que tiene el tango”, para las que reclaman mayor visibilidad. “Desde ACIT desarrollamos una división en seis estéticas”, puntualiza, entre las que se incluyen las orquestas milongueras, las nuevas tendencias, el criollo, de concierto, nuevo tango canción, y cantores & cantoras.
Benbassat plantea que la gran mayoría del sector “exceptuando las casas de tango y algunos festivales” ejercen sus tareas de forma autogestiva. “La realidad es precaria en lo laboral, con escasos recursos, pero en contraposición con un nivel alto de profesionalización de sus hacedores”, destaca. “Por eso surge la necesidad de un instrumento autárquico con recursos propios, que pueda focalizarse en las necesidades laborales del sector en todo el país. Los trabajadores sabemos cómo hacer las cosas, pero muchas veces nos falta dinero o logística, a veces es más fácil hacer una gira o workshop en Europa que en ciudades de la Argentina, este proyecto propone facilitar esa labor y tender lazos con otros sectores, como el turismo o la gastronomía, porque el tango funciona como dinamizador de la economía”.
La cantante y compositora mendocina Victoria di Raimondo, fundadora del emblemático grupo Altertango, es una de las que está abocada a la tarea de convencer a los diputados de que acompañen la iniciativa. Pero además, habiendo sido un elemento indispensable para la construcción de la escena cuyana actual, conoce bien las dificultes que enfrentan los tangueros de las provincias. “Las problemáticas de los músicos de tango de las distintas provincias es diversa, pero hay cosas en común: problemas de acceso a la movilidad, ya sea para capacitación o para realizar conciertos; problemas para sostener las orquestas infantiles y juveniles u otros proyectos vinculados a la enseñanza del tango –aquí el tema de la compra o reposición de bandoneones es tal vez lo más acuciante-; la necesidad de crear convenios con universidades e institutos para dictar seminarios y clases para favorecer el intercambio”, ofrece a modo de panorama. Para di Raimondo, el proyecto del Instituto Nacional del Tango “sería una forma contundente de darle al tango el lugar que se merece dentro de la cultura argentina”.