Detrás de todo chef -parece- hay un buen doctor. Es que el fenómeno televisivo de Masterchef Celebrity no ocurre en soledad en la pantalla de Telefe. Hay otro programa, menos visible y más silencioso pero igual de importante, que desde su estreno hace algunas semanas no deja de sumar audiencia: Doctor milagro, la telenovela turca que se convirtió en el segundo programa más visto de la TV argentina. De los 13,3 puntos de rating de su debut, la telenovela (lunes a viernes a las 21.30) ya roza los 17 puntos diarios, gracias al tándem que conforma con el concurso de cocina, pero también a la fortaleza de una historia que tiene al autismo en el eje de la trama. Aborda el tema con naturalidad, pero sin dejar de complejizar su problemática individual y social. Un tratamiento del que la novela turca es solo una de las exitosas versiones que la ficción de origen surcoreana tiene en todo el mundo.
El éxito argentino de Doctor milagro no es azaroso. Más bien resulta previsible. No solo porque de un tiempo a esta parte las novelas turcas forman parte de la oferta televisiva local, cada vez más despojada de ficciones nacionales. Su registro actoral y sus particularidades ya son familiares para el zapping cotidiano. El buen andar que tienen los dramas médicos en el mundo, desde E.R. Emergencia hasta Dr. House, pasando por Grey’s anatomy o la más actual New Amsterdam, también eran un antecedente prometedor. Al fin de cuentas, las ficciones médicas son el género ideal para combinar tensión y emoción en dosis justas. Claro que Doctor milagro, además, venía con otras cartas de garantía: el éxito que tuvieron las otras versiones del mismo programa.
Aunque los éxitos no son trasladables de manera directa entre naciones, también es cierto que la cultura audiovisual cada vez más globalizada por la TV Paga y el streaming vuelve familiar cualquier formato, más allá de su origen. Los algoritmos y los estudios de mercado también hicieron lo suyo. Por eso la programación en Argentina de Doctor milagro era una apuesta con cierto piso de rating masivo asegurado, porque la audiencia acompañó a esta ficción desde su misma historia original, que surgió lejos de las pampas pero también de Turquía.
Es que Doctor milagro es la tercera versión de The good doctor, la ficción original que en 2013 emitió la cadena surcoreana KBS 2TV. La creación asiática no fue una novela sino una historia semanal de tan solo 20 episodios, pero cuya trama hacía foco en un tal Park Shi-On, un joven aspirante a residente de cirugía con una peculiaridad: estaba afectado por un trastorno del espectro autista, pero también del “síndrome de Savant” (sabio). Ese detalle de su personalidad, los conflictos que tenía con sus compañeros de trabajo y pacientes, transformaron al programa en un éxito en Corea.
La repercusión de la serie coreana que desde la historia de su protagonista busca entretener pero también concientizar a los televidentes llegó, años más tarde, a la TV estadounidense. Y desde allí la internacionalización. Fue cuando en 2017 David Shore, ideólogo de otra gran serie médica como lo fue la genial Dr. House, volvió a poner la mirada en los pasillos de los hospitales y quirófanos como jefe de guión de la versión estadounidense de la serie coreana. Co producida por Sony Pictures Televisión y ABC Signature, The good doctor made in USA también fue bien recibida por las críticas y el público, con una historia semanal en la que el Dr. Shaun Murphy (Freddie Highmore) se abre paso en el San Jose St. Bonaventure Hospital. A diferencia de la original, la de Shaun es aquí un poco más trágica que la coreana, incorporándole al protagonista con autismo un pasado de abandono familiar junto a un hermano que muere prematuramente en un accidente del que fue testigo, sin poder hacer nada. Una pérdida fue el gérmen de su posterior inclinación hacia la medicina.
Tal como sucedió con otras series (el caso más emblemático es de la ficción israelí Be Tipul, que fue reconocida internacionalmente por la versión In treatment de HBO), la adaptación estadounidense fue la que derribó todas las fronteras posibles y se hizo conocida en todo el mundo. De hecho, la serie lleva cuatro temporadas en su haber, con un total de 76 episodios, y gracias a mantenerse como el programa más visto de la TV estadounidense de los lunes a las 10 de la noche acaba de ser renovada por un año más. Las cuatro temporadas de The good doctor se pueden ver en Argentina por Amazon Prime Video y por Sony Channel. También hubo una versión China de la serie, que replicó su masiva recepción.
La adaptación turca que emite Telefe, bajo el nombre de Doctor milagro, es la versión más telenovelesca de la serie. Estrenada en Turquía en 2019, Mucise doktor -tal el nombre original- cuenta la historia de Ali Vefa, un joven con trastorno del espectro autista y síndrome de Savant (“síndrome del sabio”), que en este caso se convierte en un genio de la pediatría. En esta historia, la trama no gira tanto alrededor de la resolución de un caso médico por capítulo, sino de todas las complicaciones con las que Ali debe lidiar en sus relaciones profesionales, laborales y sentimentales como médico auxiliar de cirugía en el Hospital Berhayat de Estambul.
¿Cómo es que justo en medio de una pandemia en la que mueren en el país cientos de personas por día un drama médico es la ficción más vista? Tal vez la respuesta haya que encontrarla en la historia de superación que Doctor milagro expone desde su protagonista, una mezcla entre Gregory House y Raymond Babbitt (el recordado papel de Dustin Hoffman en Rain man), capaz de abrirse paso profesional pese a su problema y con la capacidad para salvar vidas desde el primer episodio. Entre tanta muerte numerada en la realidad, Doctor milagro trae un poco de humanidad. La historia de emocionalidad y de superación -en cualquiera de sus versiones- resulta una buena distracción en tiempos de angustia sanitaria y social. No es poco.