La cereza es uno de los nuevos rubros con potencial exportador a China. Las condiciones climáticas y sanitarias son buenas y el mercado existe y está en expansión. Chile, con su tradición en la exportación de productos frescos y la vigencia del tratado de libre comercio con China, el año pasado exportó cerezas al gigante asiático por un total de 1600 millones de dólares, unas treinta veces más que la Argentina. Sin embargo, a raíz de la pandemia tanto los consolidados exportadores chilenos como los promisorios envíos nacionales enfrentaron un escenario de pérdidas económicas, incertidumbre y alto riesgo. Las dudas persisten de cara a la próxima temporada.
La cereza es uno de los productos frescos favoritos en China. Es consumida en cajas de 2 kilos por sectores medios y altos a la hora de los regalos por el Año Nuevo Chino. Por razones climáticas, la producción local en China no es suficiente para abastecer a la creciente demanda. De acuerdo a los datos oficiales, China importa unas 190 mil toneladas de cerezas al año por un valor total de casi 1400 millones de dólares. “Y eso que hasta ahora solo es consumida por las ciudades costeras. El mercado de China no tiene techo”, explica a este diario Federico Guerendiain, de la Cooperativa Agrofrutícola “El Oasis”.
Chile es el gran proveedor de cerezas a China. Le siguen, muy de lejos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Uzbekistán, Kirguistán, Tayikistán y Turquía. El país trasandino muestra una performance notable: en menos de diez años pasó de exportar 50 mil toneladas a 232 mil toneladas el año pasado, con un aumento de la superficie sembrada de 2 mil a 45 mil hectáreas. Se trata del primer fruto de exportación por parte de Chile. En términos de facturación, Chile exportó en la temporada 2019/20 por 1600 millones de dólares.
La expansión de la producción de cerezas en Chile está directamente asociada a la demanda de China. Más del 90 por ciento de las ventas externas de cereza chilena se dirigen a China y alrededor del 80 por ciento del mercado chino es abastecido por Chile.
Si bien a priori parecería que Chile es una fiel medida del potencial argentino, hay varios factores específicos que juegan a favor del país vecino. La cereza chilena es parte de un programa de exportación de productos frescos que viene en marcha desde hace décadas y que también incluye a las uvas, kiwi, palta, arándanos y peras. El país vecino, además, cuenta con un tratado de libre comercio con China, con lo cual sus exportaciones al gigante asiático no pagan aranceles externos, a diferencia de la tasa del 10 por ciento que aplica sobre las cerezas argentinas. En tanto, la escala de producción y de exportación de Chile es tan grande que le permite contratar a los “Cherry Express”, un buque que viaja directo de Chile a China y demora 22 días, en relación a los 40 días que suele tardar un carguero tradicional.
La cereza argentina
La Argentina firmó un protocolo sanitario con China a fines de 2018 para avanzar en el negocio de la exportación de cerezas. Hasta ese momento, los envíos se realizaban a Hong Kong, que no cuenta con restricciones sanitarias. En enero de 2019, la empresa Extraberries, una de las dos firmas más grandes del sector, del grupo Pan American Energy de Alejandro Bulgheroni, logró la primera autorización de China para enviar cerezas con tratamiento en frío en origen.
Según datos sectoriales, en la temporada 2018/19 (de noviembre a febrero), que contó con apenas un par de envíos a China, registró exportaciones por 4560 toneladas. Ese número pasó a 5590 toneladas en 2019/20 y se ubicó en 6070 toneladas en 2020/21. Del total de exportaciones de la última temporada, el 40 por ciento se dirigió a China, seguido de Estados Unidos, Unión Europea y Reino Unido y Medio Oriente. Más allá de este incremento, en la última década el sector, a diferencia de Chile, permaneció más o menos estancado.
“La apertura del mercado de China no explicó tanto el aumento de las cantidades exportadas sino que tuvo impacto positivo para los productores al ofrecer mejores precios y por ende incrementar los márgenes de rentabilidad. También abre horizontes comerciales en otros puntos del sudeste asiático”, explicó a este diario Aníbal Caminiti, presidente de la Cámara de Productores de Cerezas Integrados (Capic).
Mientras los mercados tradicionales de Estados Unidos y Europa pagan de dos a tres dólares el kilo de cerezas, China ha venido pagando unos 6 dólares en la última década. Esa diferencia de precio generó una súper rentabilidad que explica la expansión del área cultivada en Chile.
En la Argentina, el sector agrupa unas 30 empresas de empaques de cerezas, aunque hay apenas 15 exportadoras de tamaño mediano a grande. “Exportar requiere de cierta escala y tecnología de empaque. Es necesario procesar volumen para amortizar la fuerte inversión que implica que un empaque solo funciona 40 días al año, ya que las líneas de empaques y maquinaria solo sirven para cerezas.
En la época de cosecha, el sector emplea a unas 20 mil personas. Las exportaciones representan el 50 por ciento de la producción nacional, que en la temporada 2020/21 se ubicó en unas 12 mil toneladas.
El impacto de la pandemia
La pandemia tuvo un impacto negativo muy fuerte en las operaciones con China. La temporada 2019/20 se vio en parte frustrada por las complicaciones logísticas dadas por la irrupción de la Covid-19 en el país asiático. Sobre ese escenario se montó la hecatombe de la temporada 2020/21, cuando una fake-news se viralizó sobre un supuesto hallazgo de coronavirus en cerezas chilenas el plena época de consumo de en China. Esto provocó un desplome de las cantidades vendidas y por ende de los precios internos y de importación. Fue un hecho extraño con masivas consecuencias negativas incluso a pesar de la desmentida que emitió el gobierno de China.
“Los precios llegaron a quedar por debajo del dólar por kilo, muy detrás de los costos de producción. La gente que exportó a China esta temporada perdió mucha plata. De hecho, los precios no se recuperaron y hay incertidumbre”, explica Guerendiain. En el caso de Chile, el rumor de la Covid-19 en las cerezas se volvió una cuestión de Estado, ya que las pérdidas acumuladas por la baja de los precios llegaron a los 1000 millones de dólares.
Para los productores argentinos, la situación en el mercado de China no solo imprime incertidumbre a la hora de decidir los embarcos al país asiático. Es que, advierten, si China llegara a retraer las compras de manera definitiva, Chile tendría semejante volumen de producción sin colocar que inundaría todos los otros mercados alternativos.