Desde Lima. La campaña de demolición contra el candidato de la izquierda, Pedro Castillo, copa todos los espacios. Los grandes medios se han alineado con la candidata de la derecha y se concentran en atacar al postulante a la presidencia por el izquierdista Perú Libre y en lavarle la cara a Keiko Fujimori, la candidata del fujimorismo que carga una larga trayectoria autoritaria y corrupta. Sostenida y empujada por el establishment y el poder mediático, Keiko sube en las encuestas y disminuye la distancia que la separa de su rival, que se ha estancado. El profesor y sindicalista que postula por la izquierda sigue encabezando los sondeos, pero cuando faltan tres semanas para las elecciones, los veinte puntos de ventaja que tenía hace un mes se han reducido a tres puntos (44 – 41 por ciento), según una encuesta de Datum publicada el viernes.
A Castillo lo está golpeando una masiva campaña de miedo, que anuncia que su victoria traería “una dictadura comunista” y la toma del poder por “los terroristas de Sendero Luminoso”, que le dice a la gente que un gobierno de izquierda le quitará sus casas, sus ahorros, todo lo que tienen, que cerrarán las empresas y crecerá el desempleo, que habrá desabastecimiento. Pero también lo afectan errores propios, como cierto desorden en su campaña y la demora en presentar al equipo técnico con el que gobernaría, lo que hizo este sábado. Un flanco débil de la campaña del profesor y sindicalista de izquierda, muy explotado por la derecha, es la presencia del fundador y secretario general de Perú Libre, Vladimir Cerrón, un exgobernador de discurso radical que ha sido condenado a prisión en suspenso por corrupción.
Castillo presentó a parte de su equipo de gobierno en un mitin en un barrio popular de Lima, donde dio a conocer un plan para los primeros cien días de gobierno, en cuya elaboración ha colaborado la coalición progresista Juntos por el Perú de la excandidata presidencial Verónika Mendoza. El exfiscal Avelino Guillén, fiscal en el juicio en el que el exdictador Alberto Fujimori fue condenado a 25 años por crímenes de lesa humanidad, es parte de este equipo. El plan presentado prioriza la atención a la crisis por la pandemia, la mejora de servicios públicos como salud y educación abandonados por el modelo neoliberal, la renegociación con las transnacionales de los contratos de explotación de los recursos naturales y el cambio de la Constitución que viene de la dictadura de Fujimori. “Lo primero es la salud, sin salud no hay reactivación económica”, dijo el candidato, que pidió apoyar la opción del cambio “sin temores”.
A esa misma hora, en la puerta del penal de mujeres de Lima -donde estuvo varios meses en prisión preventiva por el proceso por lavado de dinero, organización criminal y obstrucción a la justicia que se le sigue- Keiko acusaba a su rival de correrse de un debate que, a partir de un reto de Castillo, se anunció como una posibilidad en ese lugar, pero que nunca se confirmó. Los medios le siguieron el juego a la candidata fujimorista para presentar a Castillo como alguien que había huido del inexistente debate. La puesta en escena, transmitida en vivo por todos los canales de televisión, se cerró con una reconciliación pública de Keiko con su hermano menor Kenji, distanciados hace buen tiempo, con abrazos y llanto incluidos.
“Muerte al comunismo, muerte a Cerrón y a Castillo”, vociferó, días atrás, en una manifestación pública el excandidato presidencial Rafael López Aliaga, un fascista conocido como “Porky”, quien quedó tercero en la primera vuelta con 11,7 por ciento y que en esta segunda vuelta se ha convertido en un activo aliado de Keiko. Una amenaza minimizada por Keiko y los medios. Un congresista electo por el partido fascista que lidera López Aliaga, el almirante en retiro Jorge Montoya, ha anunciado que cuando en julio tome posesión de su banca presentará un proyecto de ley para proscribir a los partidos de izquierda. En esa línea de amenazas, altos oficiales en retiro, entre ellos media docena de congresistas electos, han emitido un comunicado de tono golpista llamando a cerrar filas para no permitir el triunfo “del comunismo”.
El novelista Mario Vargas Llosa, alineado en esta alianza de la derecha que incluye al fascismo peruano, busca llevar el operativo de lavado de cara al fujimorismo a nivel internacional. Ha invitado a la hija del encarcelado exdictador Alberto Fujimori, que reivindica la dictadura corrupta de su padre, a un foro iberoamericano que se realizará el 23 de mayo en Quito bajo el nombre de “Desafíos de la Libertad”, organizado por la Fundación Internacional para la Libertad que preside el Nobel y que es muy activa promoviendo las causas de la derecha. El escritor pretende construir una narrativa en la cual el fujimorismo, de larga historia autoritaria, se convierte repentinamente en garantía de la defensa de la democracia. En esta narrativa, democracia y libertad son una careta detrás de la cual se esconde lo que en verdad Vargas Llosa y la derecha quieren defender a toda costa: la continuidad del modelo neoliberal.
La poderosa maquinaria mediática se ha puesto al servicio de la candidatura de la derecha y periodistas que no se alinean son hostigados o despedidos. El caso más notorio es el de la directora de noticias del principal canal de televisión abierta, América, y del más importante canal de noticias por cable, Canal N -ambos de propiedad del Grupo El Comercio, que también controla el 80 por ciento de la prensa escrita-, Clara Elvira Ospina, despedida luego de la primera vuelta electoral horas después de reunirse con Keiko y decirle que la línea informativa de ambos canales no iba a ser puesta a disposición de la campaña fujimorista.
Los periodistas del principal programa periodístico de América han enviado una carta al directorio quejándose por la situación luego de este cambio. Las presiones sobre los medios también llegan a los más pequeños. En la región de Ancash, al norte de Lima, una importante radio local cerró un programa de noticias y despidió a sus dos conductores por criticar a Keiko. La Asociación Nacional de Periodistas y la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos han expresado su preocupación y rechazo por este control de los medios por una candidatura. Esta situación trae a la memoria lo ocurrido durante el régimen fujimorista de los años 90, cuando la mayor parte de los medios fueron sometidos al poder con sobornos, presiones o amenazas.
Una muestra de la intolerancia y de la agresividad contra los que no se alinean con la candidatura de la derecha es lo ocurrido con una adolescente que grabó un spot publicitario a favor de Castillo, que fue atacada por un programa de televisión como si hubiera cometido un delito por grabar ese video, y que ha sido objeto de un brutal acoso en las redes sociales, con toda clase de insultos y amenazas. La violencia verbal ha llegado a la física con agresiones de seguidores fujimoristas, que visten de negro y posan en fotos haciendo el saludo nazi, contra simpatizantes de Perú Libre.
El país entra muy polarizado a la recta final para las elecciones del 6 de junio, en la que se definirá la continuidad o el cambio del modelo económico neoliberal.