“Estamos muy emocionadas, no podemos creer que se está cumpliendo nuestro objetivo” dice Moira Millán, weychafe mapuche y la activista más reconocida en la lucha contra el terricidio y el atropello a los pueblos originarios, también cofundadora de las Mujeres Indígenas por el Buen Vivir, un concepto que incluye la recuperación de la armonía y el respeto entre los pueblos, entre los géneros y con la naturaleza. Millán, junto a decenas de personas, iniciaron la caminata que salió de la Puel Willimapu, en Corcovado, Chubut y, al cierre de esta edición, estaba llegando a Mar del Plata después de recorrer más de mil kilómetros, con dificultades de distinto tenor pero a paso firme por pueblos y ciudades como Esquel, Villa La Angostura, El Bolsón en el sur, y Resistencia, Paraná y Cayastá en el norte del país.
El bloque norte, sumará caminantes de Salta, Jujuy, Chaco, Córdoba y Catamarca, ya estaba en Rosario aguardando para unificar la marcha hacia Buenos Aires, que está prevista para el 22 de mayo. “No nos interesa ver al presidente porque decimos que esto no es una demanda de agenda de gobierno, sino que es una demanda de agenda de Estado y lo que queremos es constituir una mesa de trabajo. La presencia del Presidente sería simbólica y ya no hay tiempo para lo simbólico” señala Millán, dando a entender que quienes colaboran "siempre son los mismos".
La persecución, la resistencia
Fueron semanas muy intensas: se tejieron alianzas nuevas, hubo asambleas, encuentros transversales, tres conversatorios (uno con la física y activista india Vandana Shiva, otro con representantes de la Amazonia y otro con integrantes del Movimiento de Mujeres Kurdas), pero también resistencias de la policía para dejar pasar a las activistas por distintos pueblos. “El sesgo racista nos dolió un montón. A las hermanas les costó mucho resolver alojamiento y comidas; y quienes se abrieron para recibirlas y realizar esta agenda fueron colectivos de mujeres indígenas y de derechos humanos” explica Millán a Página12.
Fue especialmente difícil atravesar la provincia de Río Negro y hubo una persecución sostenida en el pueblo de Embarcación, en Salta; pero también muchas personas que se unieron a su caminata (que empezó el 17 de marzo) y se trenzaron nuevas complicidades, como la que unió voluntades a través de la ONG Infancia Arco Iris, un colectivo de madres de niñes trans. “Fuimos a participar de una convocatoria por la aparición con vida de Tehuel. El mundo mapuche no se involucra con estas demandas y pudimos dar cuenta de por qué nos interpela. Creemos que la diversidad de género aparece como un grito telúrico, y se emparenta con la diversidad de la tierra, que quiere reordenarse” explica Millán, quien va a reunirse con Norma, la mamá de Tehuel, cuando la caminata llegue a Buenos Aires y no le parece casual que esta fecha sea tan próxima al 25 de mayo, cuando se declaró la insurrección popular de lxs argentinxs a la colonia española.
Otros problemas fueron surgiendo durante el camino: en Necochea hubo una asamblea muy concurrida y participativa pero después no había nadie que pudiera acompañar y apoyar la seguridad de la caminata. Hay personas que se unieron en Mar del Plata, cronistas de este diario y del suplemento Las12 van a acompañar la salida de la ciudad, pero hay tramos que son inciertos: “la dinámica es ir viendo” explica Neli Curia, mujer mapuche de El Bolsón. “Nuestras luchas no son visibles, no son puestas en los medios de comunicación, es duro decirlo pero las feministas blancas no miran las violaciones a nuestras mujeres y niñas, entonces también es un modo de articular y poner en agenda pública todas estas violencias”, dice después de la asamblea de ayer en la ciudad balnearia, donde expuso los acosos y abusos que ocurren dentro de las comunidades. Delia Chávez, integrante de la Mesa de Trabajo de Asuntos Indígenas, dio inicio a ese encuentro sahumando hierbas medicinales que trajo de su propia huerta y en un puñado de siete, número sagrado en muchas culturas. “Conectamos con la energía donde descansan nuestros antepasados. Vamos a sahumar para que las abuelas sabias de la cultura quechua guaraní nos manden su fuerza y para agradecer a la madre tierra que, a pesar de estar agonizando, nos sigue alimentando”.
Este es el tono discursivo de los encuentros, en su potencia se apoya una Caminata que intenta ser transversal, atavesar a todes, indígenas o no indígenas, convocar a vecinxs y personas que quieran dar testimonio de lo que pasa en sus territorios; y ocurre. Los estragos contra los recursos naturales ocurren en todos lados y afectan a todes por igual.
¿Qué es el terricidio?
“Desde el sur de Indoamérica al mundo, el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir propone #BastadeTerricidio. Estas palabras no salen de nuestras bocas, nuestros labios son habitados por el silencio. Las palabras salen de nuestros pies. Porque cuando la boca se cansa de gritar y su sonido se vuelve inaudible, es necesario hablar con los pies” dice el comunicado que invita a unirse desde los balcones, las terrazas, puertas y ventanas, murales, afiches y consignas a todo el país con la llegada a Buenos Aires, y volviendo grito colectivo la invisibilización de las causas que no figuran en la agenda de los gigantes mediáticos.
Pero ¿qué es el terricidio? ¿el asesinato de la tierra, el daño del ecosistema? En la asamblea a la que tuvo acceso este diario se tejieron varias voces, que coincidieron en que el terricidio es la síntesis de todos los modos de asesinar la vida que ha construido el sistema capitalista y patriarcal. “Y eso contiene al feminicidio, al travesticidio, al transfemicidio, también al ecocidio, y al epistemicidio, que es algo de lo que pocas veces se habla y es responsable el colonialismo que ya no se cuestiona. Terricidio no es igual a ecocidio, porque el ecocidio admite la segmentación, admite la disección del problema y el terricidio lo que hace es ensamblar. Entonces son concepciones muy diferentes de cómo abordar este problema” explican en colectivo y se mencionan distintas violaciones a los territorios y sus pobladores, que van desde los incendios de los humedales al extractivismo que devasta bosques nativos o contamina el agua. El grito que denuncia terricidio demanda considerar a sus perpetradores como responsables de un crimen de lesa humanidad y de lesa naturaleza.
“Esta semilla de hablar del terricidio ya está plantada, ahora esperamos que se enraice, y que la gente ya no sea más quien nos mire sino que participe de nuestras acciones. Son urgentes los cambios que necesitamos para sanear la tierra y es fundamental que nos acompañen pero tambien que activen” dice Neli Curia, mujer mapuche de El Bolsón, quien también marcha desde marzo pero se unió en Jacobacci, departamento de 25 de mayo, Río Negro. Ella es artesana y alfarera y fue testigo de los incendios que barrieron hectáreas de territorio patagónico durante el verano, pero además ejemplifica con otros desastres naturales que no se denuncian en las redes sociales. “En La Pampa estaba el Atuel, que era un río muy hermoso, muy abastecedor. Mendoza se quedó con todo el caudal del Atuel y hay comunidades al este del río que se tuvieron que ir porque se quedaron sin nada: el agua no es potable, está muy contaminada con arsénico, hay personas de esas comunidades que tienen los dientes negros. Hay mucha gente con cáncer, problemas en los huesos. En la comunidad donde yo nací ni siquiera tienen asistencia de un médico: tienen una salita hecha con cuatro chapas donde a veces va un agente sanitario. No tienen pediatras, ni tienen clínicos. Eso parece mentira que pase en 2021, pero pasa y es problema de todos: hay muchas personas que tienen que caminar kilómetros para buscar agua. Tienen luz pero no tienen agua” explica. “Como mujeres indígenas llevamos la espiritualidad a cuestas y esto hace que seamos guiadas, estuvimos siempre protegidas, hicimos nuestras ceremonias en todos los lugares donde estuvimos. En cada pueblo, nos sentimos acompañadas por la gente y sus medicinas, sus territorios, sus visiones. Hay lugares por los que venimos pasando que sufrieron un impacto turístico sobre los territorios naturales, y es impresionante cómo afecta el supuesto progreso de las ciudades a la naturaleza. Eso es lo que tiene la particularidad de caminar, que escuchás a las personas. Es caminar para sanar, ir sintiendo lo que escuchamos, y que nos escuchen tambien es compartir y sanar” concluye.
Para Karumanta Escalada, de la nación quechua, este es el principio de algo: “Todo nuestro caminar nos va a dar herramientas: quizás nosotras no vamos a ver los frutos de esta caminata pero quizás nuestras hijas, nuestras nietas sí, porque caminar es también una transformación, es tener un conocimiento más directo del mundo. Como se dice por ahí: “se hace camino al andar”.
Mujeres medicina
Gran parte de las demandas sobre el terricidio se articulan con las violencias machistas sufridas al interior de las comunidades. Millán explica que durante la recorrida que realizó en los territorios las hermanas tomaron valentía para narrarlas. Contó que los referentes indígenas varones continúan perpetrando la violencia de género a través de prácticas coloniales. “Ahora además se sumó otra problemática que me parece letal y es la proliferación de iglesias evangélicas y de otros credos en las comunidades indígenas, que vienen a asentarse con recursos de las empresas extractivistas, a neutralizar la lucha ofreciendo un paraíso. Esto es muy terrible, porque además tienen todo un discurso de odio sobre la diversidad. Nosotras acusamos a estas religiones como parte de la violencia de género, que de pronto no aparece como definida y caracterizada dentro del análisis que ha hecho el Ministerio de la Mujer” dice Millán, y denuncia la persecución de las mujeres-medicina, llamadas machis, curadoras que sanan a través de la medicina ancestral. “Han instigado a la comunidad para golpear, para maltratar a las mujeres-medicina, acusándolas de brujas. Es como la época de la inquisición” finaliza e invita: el próximo sábado 22 de mayo a las 14 horas en la Plaza del Congreso está prevista la llegada de la caminata y se va a ofrendar medicina como una forma de gratitud, reciprocidad y respeto a les trabajadores de la salud, a la familia de Tehuel, a las organizaciones afrodescendientes y negras, también al pueblo de Colombia, al pueblo palestino y a los luchadores por el saneamiento del Riachuelo. “Hay muchos guardianes territoriales que van a ser ofrendados y también algunos referentes de derechos humanos: cada tema que encierra el terricidio va a estar presente alrededor del fuego sagrado” explica Millán.
Las caminantes llegan con distintas necesidades, por eso quien pueda colaborar con ellas puede contactarse a través del mail: bastadeterricidio@gmail.com