“Fue exitosa”, “estamos muy conformes”, “fue muy buena”, son algunas de las frases que comentaban los miembros de la comitiva y hasta el propio presidente, Alberto Fernández, en el avión de regreso a Buenos Aires que había partido desde Roma. Esa ciudad fue el último destino de la gira por Europa que incluyó cuatro países en seis días y le permitió al Presidente conversar con cuatro pares, dos primeros ministros, un rey, el Papa Francisco y miembros del FMI, entre ellos la titular del organismo, Kristalina Georgieva. El Gobierno logró los objetivos que se había propuesto: conseguir los apoyos necesarios en su pedido de reducción de las sobretasas de interés, que significarían aproximadamente un ahorro de unos 950 millones dólares anuales, y avanzar en los consensos para que el Club de París de un puente de tiempo para pagar su deuda. Sin embargo, el viaje terminará de cerrar el martes, cuando el Presidente se reúna de forma virtual con la canciller alemana, Ángela Merkel -–a quien no pudo visitar por las restricciones sanitarias-- y restará esperar para ver reflejados estos apoyos en definiciones concretas que alivien la situación argentina.
El Presidente, la comitiva y el grupo de periodistas que cubrió la gira, aterrizaron con el avión de Aerolíneas Argentinas en Portugal el domingo pasado. Apenas hubo tiempo de hacerse los hisopados y dejar las cosas en el hotel para llegar en horario al Palacio de Belem, donde el presidente Marcelo Rebelo de Sousa lo recibió. Esas primeras horas marcaron el ritmo que iba a tener la semana. En un escenario inédito, con las ciudades más turísticas del continente vacías, se armó una rutina de almuerzos, cenas y encuentros para aprovechar cada minuto y lograr cosechar respaldos. Terminadas las actividades programadas, Fernández conversaba con los periodistas. A medida que pasaron los días, el entusiasmo de la comitiva fue creciendo al ver que los encuentros rendían sus frutos.
Los tranvías y las calles adoquinadas de Lisboa vacías; la Plaza Mayor de Madrid desolada; las sillas apiladas dentro de los bares parisinos y la Fontana di Trevi sin turistas tirando monedas fueron imágenes que impactaron al Presidente y que se transformaron en tema de conversación con los líderes. La angustia de gobernar durante la pandemia es algo que los aunaba. Por ese motivo, todos estuvieron de acuerdo con un reclamo del que Fernández fue pionero en el G20 en 2020: las vacunas deben ser un bien global.
El objetivo principal de la gira, las negociaciones con el FMI y con el Club de París, no son ajenas al escenario pandémico. Un concepto que repitió en distintas ocasiones el ministro de Economía, Martín Guzmán, fue que los programas actuales de los organismos multilaterales están pensados para otro momento del mundo y que deben ser revisados para que tengan en cuenta los grandes problemas del planeta: el cambio climático, los problemas del desarrollo y los macroeconómicos. Durante la gira, el Presidente empezó a posicionarse como articulador de los distintos países de América Latina para impulsar esta posición.
“Es un presidente muy influyente para la estabilidad de América Latina”, aseguran miembros de la comitiva acerca de cómo ven a Fernández los líderes europeos. “Lo consideran una persona muy importante de la región y eso se vio en todas las charlas que hubo”, comentan quienes participaron de las reuniones.
Fernández sabe que el apoyo de los europeos es fundamental en un momento en el que Estados Unidos necesita mejorar su imagen ante Europa luego del gobierno de Donald Trump. Por lo tanto, el acompañamiento que obtuvo es un paso muy importante para ser escuchados por el FMI.
En septiembre y diciembre habrá vencimientos de capital de la deuda con el Fondo. Con eso en mente, el Presidente emprendió la gira en busca de modificar los estatutos y que, entre otras cosas, se eliminen las sobretasas que tienen que pagar los países que toman préstamos de mucho volumen. En esto recibió un apoyo clave: el de Portugal, que pagó esas tasas. También estuvieron de acuerdo Francia y España, y el primer ministro italiano, Mario Draghi, que se comprometió a llevar la moción a la próxima reunión del G-20, a realizarse en Italia en octubre. La idea es que se suspendan hasta ese mes y que luego se eliminen.
El vencimiento para pagar al Club de París, en tanto, es en mayo. Pero por el tipo de contrato existe la posibilidad de extenderlo 60 días antes de caer en default, es decir, la fecha real de vencimiento es el 31 de julio. El Gobierno trabajó en pedir un “puente de tiempo” para mientras llegar a un acuerdo con el FMI. "Venimos bien", precisaron desde su entorno. Incluso comentaron que Emmanuel Macron le dijo a Fernández que se encargaría de impulsar el asunto.
También tuvieron el respaldo del Papa, que además de reunirse con el Presidente, organizó un seminario para que grandes líderes del mundo conversen acerca de la “solidaridad financiera y fiscal". Al evento asistió Guzmán y presidenta del FMI, Kristalina Georgieva, con quien Fernández se reunió el viernes en Roma. Tanto en la reunión con ella, como en la que sostuvo con John Kerry, representante del gobierno de Biden, al gobierno le fue bien. Georgieva aseguró que plantearía los reclamos ante el organismo y Kerry le pidió liderar la organización de un encuentro sobre cambio climático entre EEUU y América del sur.