En un marco como el que vivió la Argentina con la dictadura, el menemismo y el gobierno de Mauricio Macri, las desigualdades fueron moneda corriente. En ese contexto marcado por la pobreza y la exclusión, la redistribución de tierras era ciencia ficción. Junto con la producción de alimentos ésta forma parte de La vuelta al campo, documental de Juan Pablo Lepore que se enfoca en los campesinos que fueron desalojados por el avance de la frontera agropecuaria y que, sin embargo, lograron volver a la ruralidad construyendo una alternativa frente a tanta desigualdad. El film se estrenará el jueves 20 de mayo a las 18 por Cine.ar TV (repetirá el viernes 21 a las 6 y a las 12).
Lepore nació en Buenos Aires en abril de 1982. Estudió Diseño de Imagen y Sonido en la UBA. Se desempeña como productor, guionista y director de sus películas. La vuelta al campo es su quinto largometraje. Entre sus trabajos anteriores pueden mencionarse Sin patrón, una revolución permanente (2014), La jugada del peón, el agronegocio letal (2015), Olvídalos y volverán por más, megaminería y neoliberalismo (2016) y Agroecología en Cuba (2017).
"La idea de este proyecto surge de la necesidad de hacer visibles las dificultades que ocurren en el campo profundo, en los territorios de los agricultores, donde el agronegocio avanza y obligan a las comunidades a abandonar sus tierras", afirma Lepore. Este documental muestra que es posible regresar al campo y recuperar esas historias, ese estilo de vida, construyendo un futuro mejor para sus hijos, entiende el director. "La película evidencia que la vuelta al campo es una herramienta de transformación social, se trata de hacer visibles los conflictos y trata de ver más allá de los problemas, ofreciendo una alternativa concreta, que plasma el trabajo de las organizaciones rurales que han estado produciendo alimentos saludables durante muchos años e invitando a la recuperación del territorio para proporcionar a la población alimentos locales y saludables", agrega el director.
-¿Cómo fue el trabajo de investigación?
-La investigación se llevó a cabo en el transcurso de diez años, en los momentos en fuimos registrando y avanzando con distintos movimientos que fuimos encontrando. Y últimamente con un avance muy grande de la Unión de Trabajadores de la Tierra, que con verdurazos, feriazos, todas estas intervenciones públicas fueron ganando una agenda e instalando la lucha campesina en los grandes medios. Esto lo pudimos cubrir y conocer desde adentro. Los compañeros de la UTT siguen alquilando las tierras porque no son dueños de las tierras que producen y no pueden tampoco construir una casa como cualquiera. Tienen que vivir en casas muy precarias. Los verdurazos y feriazos fueron instalando la idea de generar la necesidad de una ley de acceso de la tierra que es justamente lo que decimos en la película.
-¿Una de las características de los colectivos que defienden las tierras es la búsqueda de la soberanía alimentaria?
-Claro, exactamente. La soberanía alimentaria como una de las banderas internacionales de la lucha por la tierra para generar más derechos a los campesinos que necesitan definir cómo producir y para quiénes. Estamos hablando de que el modelo agroexportador de la Argentina está pensado para el extranjero. Y los pequeños productores quedan sin políticas públicas, sin tierras, sin las necesidades básicas para poder producir el alimento que todos comemos. Todos comemos de los pequeños productores. Toda la verdura que se produce es gracias al esfuerzo de los pequeños productores que ganan muy poco por lo que producen y que luego en las verdulerías se vende carísimo. La UTT trata de cortar toda esa cadena y poder vender directamente del productor al consumidor. Esto fue un avance grandísimo, que también lo vi hace diez años en Brasil, que lo llevaron a un nivel nacional.
-¿Cómo viven esas poblaciones campesinas su afectación por el uso de agrotóxicos sobre su suelo?
-Ese es un tema fundamental que no está regulado. Se necesitan políticas públicas para poder ir limitando y prohibiendo los agrotóxicos. Esto es algo que se dice en la película. Y justamente los campesinos que no utilizan agrotóxicos y que venden las producciones agroecológicas, si tienen un campo lindero que hace soja y que fumiga todo el tiempo, se ven afectados obviamente en su salud porque los agrotóxicos producen malformaciones, abortos espontáneos, cáncer, un montón de enfermedades, algo que está científicamente comprobado. Y, además de producir daños a la vida, esto afecta la cosecha porque uno produce de forma agroecológica y se ve contaminado por la deriva incontrolable. Esto afecta doblemente porque después los consumidores comen frutas y verduras contaminadas por los campos linderos. Es un problema que hay que ir resolviendo. Justamente lo que dicen las organizaciones campesinas es que necesitamos la transición a un modelo agroecológico que puede producir lo mismo sin estar gastando a precio dólar insumos que son carísimos.
-¿Cómo afectaron las políticas neoliberales a estas poblaciones?
-En el gobierno anterior, durante el macrismo, hubo una reducción de los pequeños productores que se vieron forzados a ir a las ciudades. Lamentablemente, es un éxodo constante: los pequeños productores no pueden producir más de la forma que usualmente lo hacen y son obligados a irse porque no tienen más posibilidades de poder ser más productivos. No les sirve económicamente y, entonces, se van a las ciudades a conseguir cualquier trabajo.