Ante una dinámica muy alcista en la canasta de alimentos, que tiene varios meses superando la inflación oficial del INDEC, el Gobierno Nacional empezó a apuntarles directamente a los empresarios del rubro como uno de los ejes centrales de la responsabilidad. Así, planea medidas concretas que se definirán en las próximas horas y que apuntan más a lo político que a lo numérico, a tales fines hubo encuentro matinal entre el Presidente Alberto Fernández y el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero.
El malestar oficial con los fabricantes de alimentos se manifestó incluso en la gira presidencial y del ministro de Economía, Martín Guzmán por Europa para negociar la deuda. Se especificó allí que “hubo traición” del sector empresario con acuerdos varios que se habían alcanzado en las mesas de precios y salarios y en reuniones privadas de ministros con ceos de la alimentación. "No colaboran con la sociedad en el momento más difícil", explicó un integrante de la gira, visiblemente enojado.
En esta línea se expresó el propio Fernández, al manifestar que "vengo decidido a atacar ese tema, me preocupa mucho porque es inexplicable, sinceramente no hay ninguna razón, más que el aumento del consumo, para explicar esos aumentos que se dieron en marzo y abril". Y al referirse a las razones de esos incrementos, dijo que observa "una puja distributiva sobre quién se queda con las ganancias" y advirtió que "algunos están apurando su ganancia y perjudicando mucho a la gente".
Si bien en el entorno del ministro Guzmán admiten que la inflación es multicausal y relacionada con la estabilidad macroeconómica, plantean situaciones que grafican que no hay razón real que justifique subas mensuales por encima de 4 puntos en la canasta básica. Lo mismo ocurre con los cálculos que tiene el ministerio de Desarrollo Productivo.
Observan que hay maniobras de sectores puntuales que encontraron la forma de remarcar precios y recomponer aumentos por fuera del congelamiento de Precios Máximos, subas que explicarían buena parte del incremento en comida que comunica el ente estadístico oficial. En cuanto a datos objetivos, el Gobierno cree que hay algo de impacto en lo que tiene que ver con la duplicación del valor de los granos en el mercado de Chicago, que hace que los granos impacten en las góndolas. Y también leen que algo de repunte de consumo afecta, aunque ese fenómeno no se observa en cifras dado que el gasto de los hogares sigue retraído. A eso puede sumarse algo de traslado de aumentos de naftas de principios de año.
Por otra parte, si se miran la cotización del tipo de cambio, virtualmente congelada casi desde el inicio del año, y que hay paritarias clave como la de alimentación que aún no cerraron, no se evidencia que eso podría impactar en más costos que luego se trasladen a góndola. Hay un dato numérico que, aún con aumentos de salarios, refleja que no debería haber tanto peso: el costo salarial en grandes supermercados tiene una incidencia de entre un 18 y un 20 por ciento de la facturación, y en la industria es menos del 10 por ciento. La diferencia se debe a los niveles de automatización que tiene la industria y no pueden tener los comercios.
Dentro del mismo sector mercantil hay empresarios y sindicalistas que cuestionan los aumentos tan importantes y que le encuentran una única razón de peso: cubrirse de inflaciones futuras. Para esto, aclararan los que conocen el paño del consumo, los fabricantes tienen algunas estrategias que no son ilegales pero sí muestran pocos códigos. Desde el inicio de la pandemia, los proveedores de alimentos nucleados en la COPAL manifiestan que están en contra de los congelamientos de precios. De allí una rebelión muy activa para con Precios Máximos, la canasta que el Ejecutivo creó cuando arrancó el confinamiento y hubo daño al bolsillo por caída de actividad. Esta movida por fuera del congelamiento explica, además del desboque en carnes, frutas y verduras, las razones por las cuales los precios de alimentos suben por sobre la media.
Como los grandes supermercados, unas 2000 bocas en todo el país con una representación en el consumo total no mayor al 25 o 30 por ciento, no pueden recibir productos con aumento a riesgo de sanciones del Gobierno, los proveedores colocan por fuera. De dos maneras: la primera, remarcando en comercios de cercanía, chinos y almacenes, que son el 70 por ciento del consumo. La segunda, generaron productos “creativos” con variaciones mínimas en peso neto, calidad o nutrientes, que les permiten poner casi el mismo producto pero a un valor más caro en el supermercado que no puede recibirles el producto original con suba. Naturalmente, como los supermercados no pueden quedarse sin provisión, compran.
Los comercios barriales y sobre todo la red de supermercados chinos son el lado ciego del Gobierno en los controles. A cubrir ese hueco llega la canasta de 100 productos a precio acordado que se dará a conocer en breve. La idea oficial es lograr que el monitoreo de un universo imposible de medir con inspectores, llegue en realidad a través de la información de venta de los mismos proveedores. Sobre todo, aquellas grandes empresas de alimentos que tienen logística propia.
En paralelo, está siempre en evaluación, cada vez más firme, tocar las retenciones no sólo a los granos, sino también a la carne, un sector que mostró alzas muy fuertes y desenfocadas de cualquier dato real. Con la carne, a diferencia de frutas y verduras, el Gobierno tiene maneras directas de ver la provisión y los precios al mercado local. En lo cárnico, además, hay subas récord, en el anualizado hasta abril, hubo alzas de casi 65 por ciento, con preponderancia en el área más caliente del consumo, el Gran Buenos Aires.
Además, el Gobierno quiere insistir en las mesas sectoriales, y aclaran en el oficialismo que se celebran los balances positivos de las alimenticias (vienen de registrar, como el caso de Arcor, sus primeros dos balances en rojos desde 2001, en los años 2018 y 2019), pero que esa ganancia no puede sustentarse en recomposiciones de precios sin lógica. Este lunes hubo una reunión de empresarios en Copal, entidad que comanda el flamante presidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja, y se abordó el asunto. La estrategia es apuntar a que el influjo mayor está en frescos, fuera de la góndola.