Saltó la voz de alarma con el registro de suba de precios para abril del presente año. El dato informado es del 0,8% mensual, que anualizado supone una aceleración de precios al 4,2%. Una alarma se enciende, aunque es un resultado previsible que la Reserva Federal (FED) viene anticipando desde agosto del 2020, cuando su titular, Jerome Powell, anunció el fin de una política de cuatro décadas de combate a la “estanflación”. Esa política, inaugurada en la gestión de Ronald Reagan, iniciaba el tiempo de las políticas neoliberales en los EE.UU, y de hecho en el ámbito mundial, especialmente con la ruptura de la bipolaridad al comienzo de la década del 90. La FED anticipaba la crisis de las políticas neoliberales que hoy se reconocen en los diagnósticos de los organismos internacionales y los principales analistas de la economía mundial.

Junto con la inflación, la gran preocupación en la FED es “el empleo”, que viene muy por detrás del rebote económico de la segunda mitad del 2020 y del 2021. Podemos leer en el sitio de la FED una opinión autorizada señalando que “…después de observar los detalles del decepcionante informe de empleo del viernes, las perspectivas a corto plazo para el mercado laboral parecen ser más inciertas que las perspectivas para la actividad económica. El empleo permanece 8.2 millones por debajo de su pico pre pandémico, y la tasa de desempleo real ajustada por participación está más cerca del 8.9…”. Sostiene el directivo de la FED que “al ritmo reciente de aumento de la nómina (aproximadamente 500.000 por mes durante los últimos tres meses), se necesitaría hasta agosto de 2022 para restaurar el empleo a su nivel anterior a la pandemia.” Destaca que “las lecturas sobre la inflación año tras año han aumentado recientemente y es probable que aumenten algo más antes de moderarse a finales de este año.” Agrega que la FED sostiene el objetivo del 2%, reconociendo la volatilidad en el mediano plazo hacia el 2023.[1]

Al mismo tiempo, a comienzos de mes, el titular de la FED señaló: “Si bien la recuperación está cobrando fuerza, ha sido más lenta para quienes tienen trabajos peor pagados: casi el 20 por ciento de los trabajadores que estaban en el cuartil de ingresos más bajo en febrero de 2020 no estaban empleados un año después, en comparación con el 6 por ciento de los trabajadores en el cuartil más alto.” Luego anticipa resultados de una investigación en curso, enfatizando que “…para los adultos en edad productiva sin una licenciatura, el 20 por ciento registró despidos en 2020 frente al 12 por ciento de los trabajadores con educación universitaria.” Agrega que “más del 20 por ciento de los trabajadores negros e hispanos en edad de trabajar fueron despedidos en comparación con el 14 por ciento de los trabajadores blancos durante el mismo período.” En el discurso señala el mayor perjuicio para las pymes con propietarios de origen asiático, negros e hispanos; destacando el mayor perjuicio para las mujeres negras e hispanas.[2]

La presión inflacionaria en los EE.UU hace previsible la suba de las tasas de interés, algo que preocupa a los países endeudados, pero también a las empresas y familias más allá de ese país, ya que los préstamos fueron obtenidos a tasas variables. Hay que verificar que, en simultáneo a la pandemia, la deuda de países, familias y empresas creció de manera importante y los cambios en la situación económica estadounidense afecta a una creciente población fuertemente endeudada en el mundo. Con la suba de precios se debilita el dólar y el proceso de valorización financiera de las empresas tecnológicas, a la cabeza de los beneficios y la valorización de capitales en el mercado global. El impacto afecta al mercado financiero y enciende alarmas sobre potenciales explosiones de la burbuja financiera sostenida con inmensa emisión monetaria y de deuda pública de los principales países del capitalismo desarrollado. Al tiempo que se debilita el dólar, suben los precios internacionales de las materias primas, caso del trigo, la soja, el maíz, o el petróleo, lo que es leído con entusiasmo por los países productores y exportadores, claro que al mismo tiempo alimenta ingresos concentrados con destino especulativo en el ahorro de divisas, induciendo nuevas burbujas y estimulando procesos inflacionarios que se propagan en el ámbito mundial.


[1] Richard H. Clarida, Vicepresidente de la FED. “Perspectivas económicas y política monetaria de EE. UU.”, 12 de mayo de 2021. En el "Simposio Internacional NABE: Una Visión de la Economía Post COVID", Washington, DC (vía webcast), en: https://www.federalreserve.gov/newsevents/speech/clarida20210512a.htm

[2] Jerome H. Powell, Presidente de la FED. En la "Conferencia de Economía Justa de 2021" patrocinada por la Coalición Nacional de Reinversión Comunitaria, Washington, DC (vía webcast), 03 de mayo de 2021, en: https://www.federalreserve.gov/newsevents/speech/powell20210503a.htm

* Doctor en Ciencias Sociales de la UBA. Profesor titular de Economía Política en la UNR. Integra la Junta Directiva de la Sociedad Latinoamericana y Caribeña de Economía Política y Pensamiento Crítico, SEPLA.