Se esperaba una lluvia de inversiones, pero cambió el viento. El presidente Mauricio Macri lo pudo verificar ayer, en persona, cuando visitó la planta que está emplazando Tenaris, marca internacional del grupo Techint, en Bay City, donde producirá tubos sin costura con mano de obra estadounidense y pagando sus impuestos al fisco de esa misma nación. La planta, que será inaugurada en pocos meses más, generará 600 puestos de trabajo en Houston y otros 400 a 500 de modo indirecto, y demandó una inversión de 1800 millones de dólares, según le pudo detallar el titular del holding, Paolo Rocca, cara a cara ayer a Macri. Pero el anuncio no recibió muchas muestras de festejo en la localidad bonaerense de Campana (norte de la provincia de Buenos Aires), donde unos tres mil trabajadores (bajo dependencia directa o a través de contratistas) sufren las consecuencias de suspensiones rotativas y “sólo cobran el 80 por ciento de sus salarios”, según denunció la concejal del FpV de Campana Soledad Calle.
La planta de Techint en Houston, Texas, próxima a zonas de exploración y explotación de hidrocarburos por métodos no convencionales, se encuentra en avanzado estado de construcción. Tendrá una capacidad de producción de 600 mil toneladas de tubos por año y muestra el perfil de la estrategia de inversión del principal holding privado de la Argentina: estar bien cerca del centro de poder, y en este caso asociada al shale estadounidense, un rubro en el que Estados Unidos competirá con Argentina en caso de que Vaca Muerta cumpla, en Argentina, con las expectativas. Curiosamente, la visita de Macri a Estados Unidos, que era presentada como una “gira de promoción de inversiones en energía”, arrancó celebrando inversiones en el rubro, pero de capitales argentinos migrados a tierras de Donald Trump para aumentar allí el empleo. “American first”.
“Es sumamente agraviante para nuestros vecinos trabajadores que la empresa realice esta inversión millonaria en otro país, genere empleo y encima sea avalada por el Presidente de la Nación”, reaccionó, indignada, la concejal del FpV Soledad Calle, en una entrevista radial en el programa Mañanas silvestres. “En nuestro distrito –recordó–, cada acuerdo de renovación de suspensiones traía aparejada una discusión porque la empresa planteaba pagar el 70 o el 60 por ciento de los salarios, y hubo una resistencia fuerte por parte del sindicato. La planta tiene 3000 trabajadores entre propios y contratistas, y todos están con suspensiones rotativas, y se está produciendo por debajo de su ritmo habitual”, sostuvo ayer la concejal de Campana.
La dirigente bonaerense calificó de “incomprensible” la inversión del grupo Techint en Houston, al mismo tiempo que reduce su actividad en sus plantas locales. “Si esa misma inversión la hubiesen dejado en Argentina, habrían generado puestos de trabajo que son tan necesarios hoy, en un país que está viviendo en carne propia el impacto de las políticas económicas de un gobierno que destroza la industria y no defiende el trabajo”.
Según algunos observadores, el ejemplo de Techint le servirá a Macri para mostrar, ante Trump, que las empresas argentinas también apuestan fuerte por Estados Unidos. Para las autoridades de Washington, sin embargo, esto no constituirá ninguna novedad. El emplazamiento de la planta de Siderca en Houston es una entre una decena de instalaciones que el holding tiene en ese país. Además, la firma de los Rocca ha dado sobradas muestras de ser un aliado fiel de Washington, con su tenaz campaña en contra del ingreso de capitales chinos a la Argentina y del incremento del intercambio con la potencia asiática, principalmente en los dos últimos años de gestión de Cristina Fernández de Kirchner.
Mauricio Macri, por otra parte, tiene otros “méritos” para exhibir ante Trump sin necesidad del auspicio de los Rocca. Según reveló ayer un trabajo del instituto de estudios de la Universidad de Avellaneda, “desde la apertura comercial de fines de 2015, las importaciones (de productos estadounidenses) en sectores sensibles crecieron hasta un 150 por ciento”. Entre ellos, las manufacturas de cuero y los juguetes, que en el primer trimestre de este año registraron ingresos al país por un valor superior al del mismo período de 2015, del 68 y el 150 por ciento respectivamente.
El mismo informe refiere que, con los cambios en el régimen comercial implementados desde fines de 2015, “la tendencia de la relación entre compras y ventas con Estados Unidos fue hacia una reprimarización: creció la proporción de productos primarios entre las exportaciones y aumentó la de manufacturas industriales entre las importaciones”. Esto representa, lisa y llanamente, pérdida de empleos: se venden productos con escasa mano de obra incorporada, y se traen de afuera los más trabajo intensivos, que compiten o reemplazan a los similares de producción nacional.
Donald Trump no tendrá de qué quejarse hoy frente a Macri. Pero cuando este último le pregunte el por qué a las restricciones al ingreso de limones y biodiesel argentino, no hay que descartar como respuesta un “te la debo”.