El 21 de marzo de 2015, Lía Basso sobrevivió a un intento de femicidio. Al día siguiente, leyó en el diario La Capital de Rosario una nota que la revictimizaba. Tiempo después, decidió iniciar un juicio contra la editorial por esa construcción de la noticia. “Una joven, bailarina amateur de una compañía local y rodeada de amigas...” era una de las caracterizaciones del diario, y en otro párrafo decía: “Las cosas no iban como ella esperaba y para una mujer joven y bella el fin de una relación se acercaba. Aparentemente, su decisión era dejar el muchacho por razones que ambos sabían y que tal vez Diego no quería aceptar”.
En la noticia, el femicida era un hombre “desesperado”. Lía le pidió al diario una compensación económica mínima (no podía iniciar la demanda de otra forma) pero lo más importante para ella era la reparación simbólica: capacitación en violencia de género para todo el personal, una nota sobre violencia mediática en el medio y la publicación de la sentencia condenatoria. Para eso, afrontó pericias psicológicas y psiquiátricas que pudieran demostrar el daño sufrido. Ahora, el juez Maximiliano Cossari le dio la razón en cuanto al daño sufrido, en un fallo que omite cualquier referencia a la ley 26.485 para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres. Y Lía decidió apelar. “El fallo no aplica la perspectiva de género, dice que Lía sufrió un daño, que es cierto, algo que se pudo probar en todo el proceso, pero el magistrado no hizo referencia a ningún tipo de violencia de género. Le falta esa mirada: el diario actuió mal pero no es que actuó mal como algo ajeno a la sociedad, sino porque aplicó estos estereotipos machistas en la redacción de la noticia y la invasión que hizo a la intimidad de Lía fue porque aplicó esta perspectiva estereotipada”, planteó Betiana Pérez, abogada de Lía junto a Ayelén Naput Neme.
“Me pregunto si el juez tuvo la capacitación por la ley Micaela”, plantea Lía Basso, que es veterinaria, impulsó la subcomisión de género del Colegio de Veterinarios. La condena parcial al diario llegó cuando está a punto de defender su tesis de la Especialización en Salud de animales de compañía. Además, en 2018, comenzó a estudiar Trabajo Social. Así, en 2020, se sumó a la Comisión de Violencias del Centro de Investigaciones Feministas y Estudios de Género (CIFEG) de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Rosario. El feminismo le permitió comprender que las violencias sufridas forman parte de un contínuum.
Para que se entienda: su ex pareja le disparó dos veces en la cabeza y una en el cuerpo. La primera bala hizo un efecto “sedal” (entró y salió sin perforar el cráneo) y la otra estalló en el propio cañón del arma. Por eso el cuero cabelludo de Lía está lleno de esquirlas. El tercer disparo le dio en la cartera, cuando ella logró zafarse para escapar. Luego, el agresor se suicidó. “A esa violencia, se sumó la violencia mediática, la judicial durante la investigación primaria y ahora ésta”, describe Lía Basso, quien decidió apelar después de cerciorarse de que no deberá volver a pasar por la producción de pruebas, ya que cada pericia significa revivir aquellas violencias.
Lía y sus abogadas incorporaron en la causa los informes de la Red PAR (Periodistas de Argentina en Red por una comunicación no sexista), la entonces Subsecretaría de Políticas de Género de la provincia y el entonces Instituto Municipal de la Mujer. En todos se subrayó la violencia mediática ejercida por el diario La Capital.
“Estos elementos, expresados en la nota periodística de modo subjetivo y la construcción de estereotipos tales como el ser ‘joven y bella’, hablar de su profesión, sus gustos o decisiones personales favorecen a la revictimización, invisibilizando muchas veces el verdadero motivo: la violencia de género. Asímismo, hay que tener presente en todo momento que bajo ninguna circunstancia una mujer es culpable o en medida alguna responsable de ningún tipo de agresión que pueda sufrir”, expresó la entonces subsecretaría de Políticas de Género, Gabriela Sosa, en una nota presentada en la causa, el 26 de junio de 2018.
La misma funcionaria recordó que “son plenamente compatibles los derechos a informar y la libertad de expresión, con los derechos de los medios de comunicación, y su empleo adecuado y socialmente responsable de la información, pero es insoslayable que deben ser resguardados los derechos humanos fundamentales reconocidos por la normativa, provincial (Ley 13.348) nacional (Ley 26.485) e internacional (Convención Belem do Pará y CEDAW) vigentes en la materia, manteniendo una actitud de vigilancia y denunciando violaciones de sus derechos, o los intentos por ocultarlas”.
Esta cita de Sosa es pertinente –y forma parte de las pruebas-- porque el diario La Capital, en su defensa, aludió al derecho a informar, y negó cualquier tipo de vulneración a Lía. La condena de Cossari, en cambio, considera que el diario violó el derecho a la intimidad de Lía, pero no toma en cuenta el sustrato social de la justificación de la violencia de género. “De las pruebas obrantes en el expediente puede concluirse que ha existido una clara violación al derecho a la intimidad de la actora, la cual se ha visto afectada de manera innecesaria, abusiva y antijurídica por parte del medio demandado, cuya conducta ha provocado daños no justificados”, dice el juez, aunque no hace ninguna mención a las pruebas relacionadas con la violencia mediática ejercida.
Betiana Pérez admitió que el fallo le provocó “sentimientos encontrados”. El diario La Capital es el medio con mayor influencia de la provincia de Santa Fe, pero el objetivo de Lía y sus abogadas era transformar una realidad siempre invisibilizada: el poder mediático como generador de discursos que legitiman la violencia machista. Así lo expresa Lía: “Nuestro objetivo es que el medio pusiera una nota sobre violencia mediática, porque todo el mundo está súper sensibilizado por la violencia física y sexual, pero no es visible la importancia que tiene la violencia simbólica, que es la base de las otras. Por ahí va la idea de publicar una nota sobre la modalidad concreta que fue ejercida por el medio”.
El camino de Lía en los feminismos también le permite deslindar que no se trata de una situación vivida de manera individual, aunque sea innegable el impacto subjetivo. “Me genera mucha angustia. Hablo desde mi perspectiva situada, que hoy en día es feminista. Siempre hablamos sobre cómo se abordan desde los medios de comunicación estos temas de violencia, circunscriptas al ámbito doméstico, privado, y queremos hacer visible que no, que esto es un problema social, político”, desarrolla la intención de su demanda, y de la apelación en curso. “Una vez más, el medio de comunicación en primera instancia y posteriormente el sistema judicial no pueden reconocer esta violencia simbólica y psicológica, esta modalidad mediática. Y me provoca angustia que nuevamente se me individualice, y se diga que este es un problema mío, personal”.