“Lo que pasó en el Incaa fue un error. Fue una movida política muy torpe, en la que se terminó lastimando a una persona como Alejandro Cacetta innecesariamente. Más aún: se generó un problema político que no debería haber existido”. La afirmación, clara y precisa, es de Juan José Campanella, el multipremiado director de cine, que accedió a hablar con PáginaI12 sobre lo que ocurrió en el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa). Tras haber mantenido un prudente silencio desde que estalló el conflicto, el director de El secreto de sus ojos rompió el silencio para plantear su postura respecto a la salida abrupta del ahora ex presidente del Incaa y dejar en clara su defensa a la Ley de cine y a la necesidad de que el Estado cree las condiciones para la financiación del cine argentino. “Ha quedado claro que si una ley se presentara para quitarle recursos al Fondo de Fomento, la comunidad audiovisual va a salir a defender el cine argentino. Lo que ocurrió a partir de todo esto es que todos los ojos de la industria están ahora sobre el Incaa, lo que aumenta la torpeza política. Si realmente hubieran querido hacer eso, eligieron la peor manera de hacerlo. Puedo ser defraudado, pero creo que no es esa la intención del gobierno”, confiesa, sobre la posibilidad de que el gobierno nacional tenga intenciones de avanzar contra los recursos de la industria.
Luego de brindar una charla a estudiantes de cine en el Festival Académico de Cine Universitario, organizado por DirecTV, Campanella vuelve sobre la idea de que lo ocurrido en el Incaa fue una “horrible y torpe opereta”, como expresó en las redes sociales. “No hubo un tema en la historia del cine argentino en el que haya generado la unanimidad lograda a partir de esto”, subrayó. El actual vicepresidente de la Academia de Cine también aclaró que su postura tiene que ver con la manera en que se provocó este “lío”. “No fui el único que defendió la gestión de Cacetta”, afirma. “No es mi protegido político. Las dos veces que trabajé con él fue mi jefe. Lo único que hice fue organizar desde la Academia de Cine la forma para que entre todas las asociaciones de la industria se eligiera al presidente. Fue la primera vez que se eligió a un presidente del Incaa por consenso. Ojalá se mantenga esa idea.”
–¿Por qué se había mantenido en silencio?
–Porque después empezó una cosa de conjetura política que excedió a la situación de Alejandro. Uno ya no sabe qué fue primero, si fue el huevo o la gallina; uno no sabe si hay declaraciones que redoblan la apuesta para defenderse por una mala movida política. Por el otro lado, se empezaron a tejer confabulaciones o ideas respecto a que lo que pasó con Cacetta era una maniobra para sacarle fondos al Incaa. De todo eso quise prescindir y sigo prescindiendo. Hay una cosa que hemos entendido todos, de ambos lados de la grieta (risas): todos vamos a defender el cine porque es producto de una ley virtuosa. Es una ley que se usa como ejemplo en otros países. El cine no genera ni el 0,1 por ciento del déficit fiscal. Todos en el cine vamos a proteger esta ley. Si se cambia, sólo será para mejorarla.
–La industria del cine argentino entendió que detrás de la renuncia de Cacetta hay una intención de parte del gobierno de desfinanciar al Incaa.
–Una ley no se puede cambiar por un decreto ni por una política del Incaa. Una ley no la puede cambiar ni el presidente del Incaa ni el presidente de la Nación. Debe ser cambiada por otra ley. Y para que haya una ley, primero debe pasar por las comisiones, por los despachos de los diputados y senadores... Vamos a tener mucho tiempo para salir con los tapones de punta, si es que esto existiera. Empezar a salir ahora con una acusación... No me molestó participar de una advertencia. Pero hacer una acusación sin pruebas como que eso está detrás, sin saberlo... Sobre todo cuando el gobierno está diciendo que no va a ocurrir. Me parece que es prenderse en una movida política que excede al problema del Incaa.
–Se está redactando una Ley de la convergencia que podría eximir a los cableoperadores, canales y radios del gravamen que va destinado al Incaa.
–Es una ley que hay que estudiar mucho y muy bien. Están ocurriendo cambios en el consumo audiovisual, en el que la contribución de los cableoperadores, los canales y las radios tiene vencimiento. No sabemos la fecha, pero tiene vencimiento. Eso hay que aggiornarlo, acoplando las nuevas formas de consumo. Dentro de la industria de cine no hay grieta. En la Academia hay gente de todos los partidos y la Ley de Cine es un punto que todos sabemos que tenemos que defender. En estos días se han dado charlas en las que estuve participando, charlas técnicas que exceden mi habilidad y mi interés, en las que trato de mantenerme informado pero de la que no soy parte activa de esas discusiones.
–¿Estuvo reunido con Marcos Peña, el jefe de Gabinete?
–Sí, pero se trató de un almuerzo que habíamos arreglado a raíz de lo que pasó con el “1A” para después de ese día. No lo íbamos a suspender porque iba a quedar feo. Hablamos del tema pero estaba pautado de antemano. Respecto de la Ley de la convergencia, hay quienes dicen que pueden disminuir los fondos pero hay otros que creen que bien manejado el proyecto puede aumentar de manera notoria. Todo esto depende de una discusión que se da en todo el mundo, respecto de cómo se monetiza la Internet. ¿Debe ser por byte, por minuto, por programa? Estamos entrando a un mundo nuevo y esta ley no va a escapar a esta etapa.
–¿Lo que está claro es que usted va a estar en contra de cualquier ley que afecte los recursos del Incaa?
–Si es para peor, sin duda. La Ley de Cine es una ley que está desde 1994, que siempre se ha retocado y mejorado. Obviamente, si la tecnología cambia, hay que retocarla. Se cae de maduro. Es importante afirmar que la ley de cine no le genera ni un centavo al déficit fiscal.