Emi Livelli pasó de Los Chalchaleros a Oasis de un día para el otro, casi sin escala previa. En la casa familiar de su Salta natal se escuchaba música de raíz folklórica, y para romper el mandato social o "revelarse", en la adolescencia se sumergió en el britpop y el postpunk. Sin embargo, hoy son las principales fuentes sonoras de su banda Livelli y los Saravia, que acaba de publicar su segundo disco, Sobre coplas y deseos.
"Con Feli Colina hablábamos el otro día de que hay una necesidad de volver a la música de raíz, que se ve mucho acá en Salta. La mayoría de las bandas indie actuales están investigando más en esas rítmicas", cuenta el cantante y compositor, quien identifica que se reencontró con el folklore cuando se mudó a Buenos Aires.
El también guitarrista estuvo viviendo en territorio porteño entre 2015 y mediados de 2017. Fundó una banda con dos amigos, Radio Tribuna, vivió la experiencia intensa de la gran urbe, pero se volvió al pago. "Al haber sido rockero en Salta y más contrera a lo que se escuchaba acá, al llegar a Buenos Aires ese mismo espíritu contrera hizo que me vuelva y empiece a valorar mucho más el folklore."
El reencuentro con la música de raíz también coincidió con haber conocido la obra de la cantautora Rosalía y su disco conceptual El mal querer (2018). Se sintió cautivado por "esa mezcolanza que hizo entre algo urbano, el trap, con su música de raíz, el flamenco". Algo de esa hibridación quiso trasladar a Sobre coplas y deseos, aunque sea un camino que recién comienza y precisa seguir explorando.
Donde los vientos se cruzan
En los últimos años, Livelli también empezó a escuchar a Raly Barrionuevo (quien propuso "una mirada joven real", dice) y se metió de lleno con los clásicos del folklore santiagueño: Dúo Coplanacu, Peteco Carabajal, Jacinto Piedra. "Y también fui profundizando en salteños que ya conocía, como el Cuchi Leguizamón, Jaime Dávalos y Manuel J. Castilla, y en autores como Atahualpa Yupanqui."
Su idea fue mezclar esa música de raíz con el palo del rock que siempre le gustó: la canción y el britpop. "Y no solo volví a la raíz folklórica sino también a resignificar discos de Oasis y bandas de britpop. Me gustó la idea de ser explícito", dice el músico. De hecho, la tapa del disco es una especie de tributo a la de (What's the Story) Morning Glory? (1996), de Oasis. "Nada más que con un gaucho a caballo y en una calle muy característica de acá, que es como un mercado de pulgas donde hemos comprado nuestros primeros discos piratas o ropa para el colegio, una feria popular."
El costado más folklórico del disco, dice, apareció al principio, cuando empezó a demear. "Pero después empecé a escuchar mucha música urbana y surgió la idea de meter varias cosas. Entonces, llegué a juntar unas cuarenta canciones y al elegir las mejores quedó algo más vinculado al rock y al pop". De manera orgánica, en su disco conviven la zamba La de Tres Cerro y Chacarera del cansado. Lo curioso es que no tienen un abordaje ni instrumentación rockera o eléctrica: son bien tradicionales y acústicas. Bombo legüero y guitarra criolla, al hueso. Y además respetan la estructura y el ritmo de esos géneros, no hay fusión.
"Se dio así porque el resto del disco estaba en otra. En cuanto al audio me sirvió mucho hacerlas así, porque sirven también de descanso a otras cosas. Para un próximo disco me gustaría mezclar la raíz con el audio del palo rockero o urbano, como hacen Rosalía o C. Tangana", revela. "Pero es muy difícil hacer una fusión sin caer en lugares comunes."
La que sí es más híbrida es Ven hacia mí, una "especie de rock latino" que canta junto a Feli Colina, una revelación musical de los últimos años. "Nació tirando a algo urbano y terminó medio rock-pop latino, algo parecido a lo que hacía Cerati con Soda Stereo en canciones como Lo que sangra o Cuando pase el temblor. Decimos en chiste que es un reggaetón. Se lo podría producir así, pero el disco iba por otro lado." También hay colaboración de la cantautora salteña Popa, en Argentina y en Patrón de los deseos.
Una de las perlitas del disco es Comiendo carbón, que tiene un video bizarro y telúrico dirigido por Alejandro Gallo, realizador de Encandilan Luces, viaje psicotrópico con los Síquicos Litoraleños (2019). Y tiene un invitado muy especial: "La historia del video pedía un giro al final y a Alejandro se le ocurrió que me encuentre con un ser místico. ¡Y fue Ricky Maravilla!", resalta Emi. "Es un tipo con una enorme humildad y una historia de vida increíble."
Hacer saltar la escena
En las últimas dos décadas, con la llegada del nuevo siglo, se comenzó a producir un fenómeno cultural en todo el país: la construcción y consolidación de escenas musicales en cada región. Las nuevas generaciones de artistas entendieron que era posible apostar a los territorios, a los circuitos locales y alivianar la influencia de Buenos Aires. Pasó en el Litoral, en Mendoza, en Córdoba y también pasa en Salta y el noroeste argentino.
"La verdad es que la escena salteña alternativa está en su mejor momento, porque la folklórica siempre estuvo en un buen momento", dice Emi. La nueva ola musical salteña vinculada al rock y al pop tiene una variada lista de nombres: Le Cuspide, Popa, Matilde Paul, Agua Florida, Club 20, Superpasto y Feli Colina, actualmente afincada en Buenos Aires, pero muy atenta a su terruño.
"Hay mínimo diez proyectos acá en Salta que están buenísimos y que están a la altura de cualquier proyecto con difusión nacional. Y detrás de esos diez proyectos hay otros diez en formación. Hay una linda movida que antes no se veía tanto acá", analiza el músico. "Igual el público que consume música alternativa aún es muy escaso. Por eso nos interesa llegar al público salteño más popular, que escucha folklore. Y con este disco o el de Feli (Feroza) estamos tratando de tender un puente con un público más popular. Es un desafío que tengo: llegar a ese público y llevarle algo nuevo y popular."