“En otro momento, yo miraba el mar y me preguntaba: ¿qué puedo hacer yo con este tipo de azul?”, dice Roy Halston -encarnado por el escocés Ewan McGregor- frente a una playa de San Francisco durante sus últimos meses de vida. La escena pertenece a la que, por estos días, parece ser la serie del momento. Recién estrenada en Netflix, producida por Ryan Murphy, Halston es una biopic de 5 capítulos sobre el modista que prácticamente diseñó la estética de los '70 en Estados Unidos y que es considerado algo así como la primera superestrella de la moda americana que se hizo fama internacional.
Roy Halston nació en Iowa, en una familia de clase media, pero huyó rápido de la vida en trabajos tradicionales que era imaginada para él, para aterrizar directo en la alta costura neoyorkina. Creó los sombreros favoritos de Jackie Onassis. Pero no solo eso: diseñó el famoso pillbox que ella eligió para usar en el ascenso presidencial de su esposo, John F. Kennedy, el mismo que luego imitaron cientos de mujeres de la época, y que puso el nombre de Halston en el circuito de la moda. Ese fue el principio de todo.
Entre la sofisticación y el exceso, Halston vistió a actrices para los Oscar, a Elizabeth Taylor o a Lauren Bacall, pero también logró convertir esa elegancia y ese ideal de la época en ropa para vestir a diario en la alta sociedad; prendas minimalistas, de cortes rectos, con materiales locales, que se erigieron como la auténtica moda americana y que luego imitaron marcas mucho más conocidas que él hasta el día de hoy como Calvin Klein y Donna Karan. Roy Halston se construyó a sí mismo y también se autodestruyó. Y, rodeado de desborde, pasó de ser la persona más famosa de una era, a un olvido relativo: la mega estrella Ewan McGregor, encargado hoy de interpretar su propia vida, confesó nunca haber oído hablar sobre él.
Si hay que decirlo todo, la serie en sí misma no resulta demasiado relevante. Es una reconstrucción detallada y preciosista de una época que ha sido reconstruida cientos de veces de forma detallada y preciosista. Y es la historia, bastante repasada ya, del auge y la caída del mito de un self-made man norteamericano, que a estas alturas, resulta un poco agotadora. Eso por más que Halston sea un héroe peculiar, genio y monstruo, a quien su ambición llevó incluso a vender su propio nombre, que nunca recuperó y que hasta hoy le pertenece a un grupo empresarial. Por último, la verdad es que la serie consigue algo casi imposible: ni siquiera le permite a Ewan McGregor lucirse. Sino hasta el capítulo final, claro. Su último tiempo de vida, con VIH, en un momento donde no se sabía nada sobre la enfermedad, y esa última escena frente al mar, donde Halston lo contempla como si lo viera por primera vez como la masa de agua inmensa y eterna que es, y no como un color para diseñar su próximo vestido, es casi conmovedora.
Ryan Murphy estuvo detrás de series bastante más únicas, como Nip/Tuck y Glee, y de él no se espera mucho ya. Describió su serie con una frase tan expulsiva como “una historia con moraleja sobre la fama, las drogas y el sexo”. A pesar de esto, la biopic invita a retomar momentos icónicos de la historia de Roy Halston, que sí es sumamente apasionante. Por ejemplo, su vínculo con Liza Minelli.
Halston se hizo a sí mismo a la par que Liza, que en ese entonces luchaba por construirse una carrera propia, lejos de la sombra de su madre, el mito Judy Garland. En la serie, Minelli es interpretada por Krysta Rodriguez, y junto a McGregor, protagonizan algunos de sus mejores momentos: él de negro, ella de blanco, bailando en Studio 54 con toda su parafernalia y su mitología, teléfonos antiguos rellenos de cocaína, cigarrillos largos, aviones privados a París y todo su desborde.
Incluso está el origen del famoso minivestido rojo que ella usó en su hito musical Liza with a Z, y los vestuarios que él hizo desde cero para Cabaret, película con la que ella ganó el Oscar, después de que lo llamara y le dijera: “Halston, odio todos mis vestidos”. “Hacía que las mujeres se sintieran glamorosas. Tomó el look americano y lo convirtió en alta costura”, dijo la actriz sobre su inseparable amigo. Antes de filmar la serie, Minelli misma se reunió con McGregor y Rodriguez y ellos le juraron que su mejor amigo estaba en buenas manos. “Imaginamos la amistad de Halston y Minelli como la historia de amor de la serie. Eran almas gemelas”, comentó Rodriguez, "Se consolidaron mutuamente como amigos y colaboradores, y al final cada uno fue el verdadero amor del otro".
Entre los creativos que rodeaban y potenciaban y a menudo no soportaban a Roy Halston, hubo muchos nombres relevantes para la moda y el arte. Como es el caso de su modelo estrella, la italiana Elsa Peretti, que se convirtió en una diseñadora de joyas para Tiffany, o el de Joel Schumacher, que antes de convertirse en director de cine e inmortalizar a ese inolvidable Batman con pezones sobresalientes en el traje durante los años '90 fue un aprendiz suyo. Incluso su misma pareja por años, Victor Hugo Rojas, el trabajador sexual que tantos problemas le dio a su carrera filtrando sus secretos a la prensa, se convirtió también en un diseñador de interiores de la socialité neoyorkina. Todos ellos están en la serie, y así también algunos de sus rivales de la época, como Oscar de la Renta o su archienemigo Calvin Klein, que logró construir un imperio en base a una idea que Halston siempre despreció y que en el futuro le pasó la cuenta: lo importante no es que pocas personas usen diseños únicos y exclusivos, sino que cientos de personas usen el mismo diseño con tu nombre.
La serie funciona mejor cuando se abraza a su desborde estrafalario y al sentido del humor. Quizás sea una de esas escenas la que mejor resume al personaje y su mundo, pero también el espíritu festivo y descontrolado de ese momento de la historia de Estados Unidos. La cosa es más o menos así: después de una larga noche de excesos, uno de los colegas de Halston llega a sus oficinas, en pleno apogeo, con malas noticias. Pasó algo terrible, encontraron un cadáver en un tubo de ventilación del Studio 54, pero eso no es lo peor: estaba usando Calvin Klein.