Oxígeno 6 Puntos
(Oxygène/Francia, 2021)
Dirección: Alexandre Aja
Guion: Christie LeBlanc
Duración: 101 minutos
Elenco: Mélanie Laurent, Malik Zidi, Marc Saez, Eric Herson-Macarel y Mathieu Amalric
Estreno en Netflix
Alexandre Aja apareció en el radar cinematográfico internacional en los primeros años de este milenio gracias a un par de buenas películas de terror crudas y sanguinarias como Alta tensión (2003) y la remake de El despertar del diablo (2006). Con una carrera en Estados Unidos que luego recorrió caminos más tradicionales dentro del género, con la bizarra Piraña 3D (2010) como excepción, el francés vuelve a los primeros planos con esta producción de Netflix filmada casi en su totalidad durante la pandemia. Si bien entrega algunos sustos, se aleja de la violencia de aquéllas para abrazar un arco dramático cocinado al calor del minimalismo y de la resolución de una serie de enigmas por parte de una mujer encerrada.
¿Una película sobre un encierro estrenada, justamente, en tiempos de encierros generalizados? Es tentador pensar en una maniobra creativa fruto del oportunismo del francés y de Netflix, que se sabe que va para donde muestran los algoritmos que hay que ir. Más aún cuando algunos flashbacks muestran la presencia de un virus ultra contagioso empujando a miles de pacientes a hospitales saturados, con hombres y mujeres tosiendo con un barbijo. Pero el detalle de que el guion de Christie LeBlanc estuviera escrito desde antes de marzo de 2020 anula de raíz esa hipótesis. Tampoco es que Aja y LeBlanc sean genios visionarios ni mucho menos. Son, a lo sumo, un director y un guionista eficientes y con bastante suerte que imaginaron una historia que puntea en el espectador una paleta de sentimientos y sensaciones muy similar al de otras tantas películas, con la salvedad que esa misma paleta, pandemia mediante, ha estado en el centro de una parte de la agenda pública durante los últimos 14 meses.
La sensación de asfixia (física y mental), la opresión de los espacios cerrados, el abismo de la incertidumbre, los tejes y manejes de la mente en tiempos de soledades extremas, la desesperanza e incluso algunas reflexiones de manual sobre los potenciales alcances negativos del abuso de la inteligencia artificial. Todo eso, y más, atraviesa Liz Hansen (Mélanie Laurent, la Shosanna de Bastardos sin gloria) cuando despierta llena de cables y sondas en una cápsula criogénica a la que llegó sin saber cómo, ni cuándo, ni mucho menos por qué. Si Aja hubiera sido un oportunista, esas incógnitas funcionarían como elementos condicionantes para el derrotero emocional de Liz, aumentando la empatía de los espectadores tan encerrados como ella. Pero como no lo es, la mujer se vuelca a la resolución de cada cosa que no se sabe, ayudada principalmente por MILO, acrónimo del sistema operativo estilo Siri con la voz inconfundible de Matheu Amalric.
Oxígeno no es tanto un fresco pandémico como un ejercicio de género resuelto con un poco de ingenio. Un relato con una pata en la ciencia ficción y otra en el suspenso que entrevera lo desesperante del vacío informativo y la cuenta regresiva marcada por la caída del nivel de oxígeno con una puesta en escena estilizada que recuerda a Enterrado (2011), en tanto ambas parten de la premisa de construir espacialidad –casi siempre expandiendo los límites de la cuarta pared– donde cabe apenas una persona acostada. Claro que si la lógica interna de la película de Rodrigo Cortés crujía cuando las ideas se agotaban, aquí Aja se muestra hábil a la hora de mantener el ritmo y dosificar las sorpresas durante cien minutos. No será mucho, pero es lo que hay.