Desde Río de Janeiro. Al final de la tarde del miércoles se anunció que se suspendía la sesión en que el general activo Eduardo Pazuello, quien hasta la última semana de marzo ocupó el ministerio de Salud del gobierno ultraderechista de Jair Bolsonaro, contestó preguntas ante una comisión investigadora del Congreso brasileño. Habrá nueva sesión este jueves.
Oficialmente, el Senado afirmó que la suspensión se debió a un malestar sufrido por Pazuello. El general, sin embargo, dijo que no sintió nada, y que el motivo de haber sido convocado nuevamente fue el elevado número de senadores inscriptos para interrogarlo.
Ha sido otra de las innumerables contradicciones registradas desde el comienzo del interrogatorio, poco después de nueve y media de la mañana. Y una vez más, Pazuello optó por ir contra la verdad: el senador Otto Alencar, integrante de la Comisión de Investigación, que es médico, dijo que atendió al general que pasó por un caso de “síndrome de vasovagal”, que suele aparecer en personas que, en estado de tensión elevada, pasan mucho tiempo sin moverse. Los efectos son mareos, dificultades respiratorias y falta de equilibrio al quedarse parado.
La tensión de Pazuello era evidente, con sobradas razones, y él estuvo sentado durante más de siete horas.
La presencia del general activo era la más esperada por la opinión pública, los integrantes de la Comisión de Investigación, el Ejército y todo el gobierno ultraderecha. Salvo rarísimas excepciones, él es considerado responsable directo por las medidas adoptadas por el ministerio de Salud bajo su gestión y que contribuyeron para que Brasil haya alcanzado el grado de devastación en que se encuentra, con por lo menos 440 mil muertos por covid 19.
Entre las excepciones, además del mismo Pazuello – que ayer una vez más dijo que la conducta del ministerio ha sido “ejemplar”-- están el presidente Jair Bolsonaro, sus hijos y los militares incrustados en el gobierno.
Se esperaba un intenso bombardeo a la hora de las preguntas de la Comisión, cuya mayoría (7 a 4) es integrada por opositores o los autonombrados “independientes”, pero que igualmente hostigan al gobierno de manera incesante. Conocido por su autoritarismo y su temperamento explosivo, había el temor, tanto entre militares activos como en el gobierno, empezando por el propio Bolsonaro, a que Pazuello reaccionase de forma violenta, a punto de ser advertido o aún sancionado por la Comisión.
Efectivamente, en algunos momentos en general optó por actitudes cargadas de prepotencia, a punto de ser advertido por el presidente de la Comisión. Pero en la totalidad del tiempo se dedicó a mentir de manera absolutamente descarada, negando desde notas y documentos oficiales hasta sus propias declaraciones, debidamente registradas y grabadas.
Declaraciones y testimonios de convocados anteriormente, como los ex ministros de Salud de Bolsonaro, su ex jefe de Comunicación, el presidente de la Agencia de Vigilancia Sanitaria, máxima autoridad del sector y hasta el secretario general de la farmacéutica Pfizer para toda América Latina, fueron directamente rechazadas por Pazuello.
La formidable cascada de mentiras irritó a muchos de los integrantes de la Comisión, que además denunciaron la forma en que el general se explayó con respuestas largas, vagas y totalmente desconectadas de las preguntas. Las críticas, sin embargo, no tuvieron ningún efecto: él siguió mintiendo.
El interrogatorio será retomado en la mañana del jueves, en un clima de tensión renovada. Hay expectativa sobre cómo reaccionarán los senadores, empezando por el presidente de la Comisión y por el encargado de preparar el informe final que será llevado a votación, en caso de que Pazuello siga negando documentos, discursos, notas oficiales y grabaciones.
Al principio de la noche se supo en Brasilia, información evidentemente “filtrada” desde el palacio presidencial, que Bolsonaro había considerado el desempeño de su antiguo subordinado como “muy bueno”.