El asado aumentó 95,8 por ciento el último año. El precio en el Gran Buenos Aires pasó de 324 a 634 pesos entre abril de 2020 y el mes pasado, según los valores informados por el Indec. El kilo de nalga en el mismo período subió de 429 a 756 pesos, un 76,2 por ciento. El cuadril, de 410 a 717 pesos, 74,9 por ciento más. La paleta, de 339 a 589 pesos, 73,8 por ciento de suba. Fue después de semejantes aumentos que el Gobierno suspendió las exportaciones de carne por treinta días. Previamente había intentado por la vía de la negociación y el acuerdo, con los resultados a la vista.
La Mesa de Enlace respondió al freno transitorio de las exportaciones con un lockout de nueve días. Es la tercera medida de fuerza contra el gobierno del Frente de Todos en un año y medio de gestión. Es una acción extrema, con vocación desestabilizadora. El cese en la comercialización de carne busca desabastecer el mercado y provocar un nuevo fogonazo de precios, en el marco de la pandemia, cuando la situación social es crítica y el coronavirus arrasa.
En las operaciones del miércoles en el Mercado de Liniers, antes del inicio del lockout, el precio de la hacienda subió 28,2 por ciento en el índice general, de 128,7 a 165,1 pesos. Ingresaron menos de la mitad de animales que un día normal. Dos días después, el kilo de media res en las carnicerías aumentó 7 por ciento. El fin de semana los consumidores verán la carne más cara.
En su pelea por mantener ganancias extraordinarias, la Mesa de Enlace muestra desprecio por la situación de las mayorías populares. El modelo de libre mercado que defiende llevó a que el consumo de carne vacuna sea el más bajo de la historia, según las propias estimaciones del sector. En abril representó 45,2 kilos per cápita, por debajo de los 53,8 kilos de 2019 y mucho menos que los 57,9 kilos de 2015. El record de consumo interno fue en 2009, con 69,3 kilos.
Si el gobierno no modifica las cosas, los precios seguirán aumentando y el consumo interno seguirá cayendo, porque lo que domina es la demanda externa. La aparición de China como gran comprador mundial desató una tendencia de incremento de las exportaciones cada vez más acelerada. Los envíos al exterior, con el gigante asiático absorbiendo casi el 80 por ciento del total, pasaron de representar el 7,7 por ciento de la producción nacional en el primer cuatrimestre de 2015 al 29,2 por ciento en el mismo período este año. Es decir, casi el 30 por ciento de la producción de carne ahora se exporta, lo que complica el abastecimiento interno y eleva los precios a niveles imposibles para cada vez más argentinos.
En ese escenario se montan operaciones fraudulentas de subfacturación de exportaciones y maniobras especulativas que llevan los precios internos todavía más arriba, lo que termina agravando el panorama. El funcionamiento del Mercado de Liniers está en la mira de las autoridades por el segundo motivo. Los precios que allí se pactan se convierten en referencia del mercado y por ello el gobierno busca ejercer un mayor control.
Frente a esa realidad es que el gobierno finalmente tomó una medida de mayor impacto con la suspensión transitoria de exportaciones de carne por treinta días. El primer objetivo es forzar a los actores del sector a una negociación. Como la Mesa de Enlace se comporta como el brazo rural de Juntos por el Cambio, los interlocutores principales son el consorcio de exportadores ABC, también responsable del 30 por ciento del abastecimiento interno a través de las principales cadenas de supermercados, y la mesa de la carne del Consejo Agroindustrial, donde hay representantes de toda la cadena.
“Esto así no puede seguir. La gente no aguanta más aumentos. Traigan una propuesta”, fue el mensaje que transmitió primero Alberto Fernández al comunicar el cierre de exportaciones y que se mantiene como premisa de los funcionarios en las conversaciones con los empresarios del campo. También se recordó que en 2015 las retenciones a las exportaciones de carne se encontraban en 15 puntos, contra los 9 actuales, y que regía un sistema de cupos a los envíos luego de garantizar el abastecimiento interno a precios accesibles.
Las retenciones también eran mayores en trigo, con 23 por ciento; maíz, 20 por ciento, y soja, con un máximo de 35. En la actualidad se encuentran en 12 puntos para trigo y maíz y 33 para la soja. Además, los precios internacionales eran casi la mitad que los actuales. La soja, por caso, estaba en 320 dólares la tonelada en el mercado de Chicago y ahora cotiza arriba de 550 dólares.
Esa escalada de precios y la mayor demanda del exterior permitieron que el sector agropecuario esté atravesando un boom de crecimiento. Se aprecia, por ejemplo, en las ventas de maquinaria agrícola. En el cuarto trimestre de 2020, último período relevado por el Indec, las ventas de sembradoras aumentaron 148 por ciento en la comparación interanual. Las de implementos subieron 107 por ciento; las de tractores, 67 por ciento, y las de cosechadoras, 64. El ritmo no disminuyó este año. La producción de maquinaria lo refleja, con un alza del 94 por ciento contra el primer trimestre de 2020.
Los aumentos de precios por el lockout de la Mesa de Enlace deberán retrotraerse como condición para levantar la suspensión de exportaciones. Así lo expresaron los funcionarios en las negociaciones. Pero el objetivo principal del gobierno es garantizar el abastecimiento de cortes populares a precios estables.
Lo primero es respetar el acuerdo para nueve cortes –asado, tapa de asado, vacío, matambre, falda, cuadrada o bola de lomo, roast beef, carnaza y paleta-, más los dos cortes que figuran dentro de Precios Cuidados –carne picada y espinazo-. Ante la perspectiva de precios internacionales sostenidos y demanda en aumento desde el exterior, el Gobierno busca preservar esos consumos básicos. Es una aspiración modesta, frente a la cual la reacción de sectores concentrados del poder económico es un lockout salvaje que intenta voltearla. El resultado del conflicto será una bisagra. Marcará los límites de acción para unos y otros.