El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva insistió que no descarta disputar la presidencia de su país el año que viene, pues "después de ver a (Joe, el presidente de EEUU) Biden", ya no se siente "viejo" para hacerlo. En una entrevista con el diario británico The Guardian, el líder metalúrgico y expresidente del gigante sudamericano entre 2003 y 2011 dijo además que quiere "hablar con la sociedad brasileña para poder decirles: 'Es posible para nosotros construir un nuevo país ... Es posible hacer feliz a este país nuevamente'".
"Corrí ocho kilómetros antes de esta entrevista... y normalmente corro 9 km al día, de lunes a viernes, porque caminar por Brasil va a ser muy duro, muy agotador y necesito preparar mis piernas para solucionar los problemas de este país", dijo. "Cumpliré 77 para las elecciones del próximo año. Pensé que era viejo. Pero luego vi a Biden ganar las elecciones a los 78 años y dije: 'Bueno, soy un niño comparado con Biden, así que tal vez esté bien' ", señaló, con respectoa las elecciones presidenciales programadas para octubre de 2022 .
Añadió que el brote de coronavirus que aún afecta a Brasil y la crisis socioeconómica que generó significan que es demasiado pronto para lanzar la que sería su sexta campaña presidencial desde 1989, y confió en que cuenta con la experiencia necesaria para liderar la "recuperación" del país tras la actual presidencia de Jair Bolsonaro, quien seguramente intentará la reelección.
"Una vez que nuestro partido tenga su candidato y estemos en modo campaña, quiero viajar por Brasil, visitar todos los estados, realizar debates, hablar con la gente, visitar las favelas, a los recicladores, a las personas LGBTiQ+... Quiero hablar con la sociedad brasileña para poder decirles: 'Es posible para nosotros construir un nuevo país ... Es posible hacer feliz a este país nuevamente'", insistió.
Las declaraciones de Lula coincidieron con una nueva encuesta divulgada este viernes, según la cual el exmandatario ganaría las elecciones del año próximo con un 45 por ciento, frente al 37 que obtendría Bolsonaro en una segunda vuelta, resultados similares a los de otros sondeos. Lula recibió días atrás una nueva señal de respaldo del ex presidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002). Este viernes se conoció que ambos compartieron su preocupación por la gestión de Bolsonaro durante un almuerzo promovido el 12 de mayo por el ex ministro Nelson Jobim. El encuentro entre los ex mandatarios se dio luego de que en marzo pasado Cardoso afirmara que votaría a Lula en un eventual ballotage contra Bolsonaro.
La entrevista The Guardian fue la segunda que el líder el Partido de los Trabajadores (PT) ofrece a un medio europeo en dos días, luego de la que le brindara a la revista francesa Paris Match, en la que afirmó que no dudará en ser candidato para volver a la Presidencia de Brasil si está "en la mejor posición para ganar las elecciones" y goza de buena salud.
Lula está en condiciones de ser candidato después de un fallo judicial hace dos meses que anuló penas de casi 26 años de cárcel en su contra por presunta corrupción y ordenó reiniciar los juicios por conflictos de competencias. Poco después, el tribunal dictaminó que Sérgio Moro, el juez de derecha que encarceló a Lula antes de unirse al Gabinete de Bolsonaro, había tratado al expresidente de manera injusta.
Las encuestas sugieren que Lula está bien posicionado para derrotar a Bolsonaro, a quien los críticos acusan de devastar el medio ambiente y la economía de Brasil y de hacer una mala gestión frente a la pandemia al considerar a la Covid-19 como una "gripecinha". La principal encuestadora de Brasil, Datafolha, pronosticó recientemente que Lula vencería a Bolsonaro en una segunda vuelta por un margen de más del 20 por ciento.
El expresidente se instaló durante toda la semana pasada en un hotel de lujo Brasilia para reunirse con diputados y embajadores. Busca apoyos y aliados. Es la primera vez que el líder de la izquierda brasileña viaja a la capital desde que el Tribunal Supremo anuló las condenas que le llevaron a prisión, informó el diario El País de España. Recibida la segunda dosis de la vacuna de la covid, Lula retomó los contactos en persona la capital brasileña justo cuando la oposición presiona a Bolsonaro por su gestión de la pandemia.
Una comisión investigadora del senado brasileño expone desde hace tres semanas los entretelones de la caótica gestión de la pandemia por parte del gobierno de Bolsonaro y busca establecer responsabilidades en una tragedia que ya dejó casi 445.000 muertos en Brasil. La Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) ocupa los titulares de los medios y monopoliza durante horas la programación de los canales de noticias, con episodios que alternan la cruda exposición de los hechos con insultos y amenazas de encarcelamiento.
Las testigos deben detallar, bajo juramento, hechos relacionados con el rechazo oficial de la vacuna de Pfizer, con la compra masiva de medicamentos sin eficacia contra el virus o con la demora en llevar tubos de oxígeno a Manaos (norte), donde decenas de pacientes murieron asfixiados. Ministros y exministros, responsables sanitarios y fabricantes de vacunas son sometidos a duros interrogatorios. Al final de una sesión, un exministro sufrió un malestar. El senador Randolfe Rodrigues, vicepresidente de la Comisión, formula una pregunta recurrente: si Bolsonaro no hubiese negado la gravedad del covid-19 ni desdeñado las medidas de distanciamiento social, "¿cuántas vidas hubieran podido salvarse?".
La atención mediática de las audiencias "pone al gobierno contra las cuerdas, constantemente a la defensiva", dijo Geraldo Monteiro, cientista político de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro (Uerj). "Diariamente surgen hechos que de alguna manera implican la responsabilidad del gobierno y eso estrecha el cerco, especialmente en torno a Bolsonaro", agregó