El 52° Campeonato Sudamericano estaba pautado para el 14, 15 y 16 de mayo en Buenos Aires, con una delegación argentina cercana al centenar, entre los 81 deportistas y los oficiales, y la presencia de unos 500 atletas del exterior, lo que generaba un presupuesto multimillonario.
La Secretaría de Deportes, que había sido la impulsora de ser sede, no encontró la manera de financiarlo y en abril le pidió al ENARD que se haga cargo económicamente de la organización. Todo esto motivó una reunión de su directorio y una elección con voto dividido por primera vez en su historia. Ganaron los miembros que representan a la Secretaría y no aquellos que responden al COA. La interna quedó bien explícita.
Cuando el 26 de abril el Gobierno Nacional no autorizó su realización por la crisis sanitaria, la CADA debió resignar la localía y, con el consentimiento de la Secretaría de Deportes, se puso a buscar un chárter para el traslado de la delegación, que costaba entre 100 y 140 mil dólares.
Asimismo, Atletismo Sudamericano, el ente rector del deporte en el continente, fijó una nueva fecha -la actual del 29, 30 y 31 de mayo- y barajó tres opciones para su organización: Colombia (descartada por la crisis social), Brasil y Ecuador. La proximidad con las ciudades brasileñas de Cascavel o San Pablo le permitían a la Argentina mantener su numerosa delegación. Pero eso cambió hace dos semanas, cuando el 7 de mayo Guayaquil fue elegida como nueva sede.
Fue entonces cuando surgió un nuevo conflicto: la Secretaría le pidió al ENARD hacerse cargo del gasto del chárter. El organismo presidido por Gerardo Werthein, que dejará el puesto después de los Juegos Olímpicos, desestimó ese pedido porque su histórica política es que los viajes de los deportistas se realicen en vuelos de línea a través de agencias de viaje. Y ésta no iba a ser la excepción.
La CADA, consciente del incremento del gasto, redujo el número de deportistas un 30% y el 11 de mayo le informó al Enard la nueva nómina de 50 atletas (20 mujeres y 30 hombres) y 11 oficiales. Pero un día después se desestimó y el área técnica del ENARD la redujo a 19 y 9, teniendo en cuenta cómo habían sido las delegaciones en los últimos Sudamericanos en otros países, lo que generó otro conflicto. A la Confederación no le cayó bien que el Ente no la consultara y que descartara deportistas que tenían posibilidad de obtener resultados en Ecuador.
Mientras tanto, en las redes sociales crecía el interés de una campaña solidaria del influencer Santiago Maratea. Tras lograr la recaudación de dos millones de dólares para el medicamento de Emmita, una beba chaqueña con Atrofia Muscular Espinal (AME) de tipo 1, les propuso a sus casi un millón y medio de seguidores en Instagram ser los "sponsors" de los deportistas argentinos en Tokio 2020.