Una vez más, las condiciones meteorológicas parecen haber hecho más para evitar la circulación que el acatamiento de las restricciones dispuestas desde ayer en las zonas de alarma epidemiológica. Ayer el centro de Rosario y algunas zonas comerciales de los diferentes barrios no reflejaban el panorama cuasi desértico que era de esperar, a tenor del texto de último decreto presidencial. Por la tarde, un viento intenso y una lluvia incesante se ocuparon de sacar la gente de las calles, sin que en esos momentos se advirtiera la presencia de controles de ninguna de las fuerzas de seguridad ni municipales. El viernes hubo récord de casos en la provincia, también de número de muertos y con 1380 nuevos contagios informados en la ciudad --400 correspondían al día anterior--, se superó la cifra del 20 de octubre del año pasado con 1385, otra triste marca. Ayer, la cifra de contagios confirmados en la ciudad fue de 1140, muy alta para un sábado --cuando los testeos son menores-- y con una ocupación de camas del 99 por ciento. Por la noche, la fisonomía de la ciudad comenzó a parecerse más a la una metrópoli en etapa de confinamiento. "Hay que hacer estos últimos esfuerzos, ojalá sea el último, pero cómo no hacerlo cuando tenemos la vacuna al alcance de la mano", dijo Omar Perotti a Rosario/12 cuando fue consultado por la adhesión al decreto de Alberto Fernández.
Tanto el gobierno provincial como el municipal se mostraron reticentes a adoptar medidas tan duras como las que venía proponiendo el Poder Ejecutivo nacional. Se recuerda el viaje del Gobernador para gestionar la "recategorización" de Rosario para que saliera del estatus de zona de "Alarma" y, entre otras cosas, se autorizara la presencialidad escolar, sumándose a un debate que frente a la gravedad de la situación epidemiológica no parecía oportuno. El intendente Pablo Javkin se manifestó en el mismo sentido, argumentando que "si están abiertos los clubes, las iglesias y templos, cómo vamos a cerrar las escuelas, eso debería ser lo último".
Desde la Asamblea de Trabajadores por la Salud Colectiva, antes, durante y después de esta situación se pedían a las autoridades "cierres intermitentes, programados cada 15 días para frenar los contagios". El último documento del colectivo ("Frenemos las muertes evitables") --que se dio a conocer antes de que salieran a la luz los récords fatales--, se ha transformado en una impresionante campaña de recolección de firmas con el objeto de visibilizar el apoyo a las medidas de cuidado.
Apuntalando las palabras del gobernador, la semana que se inicia mostrará un nuevo impulso en la vacunación, ya que se espera terminar con la inoculación de todos los adultos mayores de 60 años que se han registrado. De hecho, en Rosario está prácticamente completo ese contingente y se prepara para la tanda de los menores de 60. Ya se está vacunando a aquellos que presentan comorbilidades --inclusive ya recibieron una dosis personas de entre 56 y 59 años-- y es probable que los menores de 60 comiencen a recibir su turno sobre fin de semana. Estas proyecciones son específicamente para Rosario. Según dijo el intendente en su última conferencia de prensa, respaldando las restricciones, "para cuando termine esta etapa, vamos a tener cerca de 300 mil personas en la ciudad que tengan al menos una dosis, y eso nos da otra perspectiva".
Sin dudas las vacunación y el cumplimiento de los cierres programados son los puntos realmente urgentes para su atención por parte de las autoridades. De inmediato, la asistencia a los sectores más dañados en términos económicos lo sigue en orden de importancia, y para ello se espera que --junto a lo anunciado por el gobierno nacional para empresas y trabajadores--, el gobierno de Santa Fe implemente una serie de "beneficios y asistencia" concurrentes con los programas nacionales, tal como ocurre en provincia de Buenos Aires. Del mismo modo, ya hay iniciativas entre los ediles rosarinos para que el intendente a su vez también disponga condonaciones, prórrogas y otro tipo de medidas para aliviar a los vecinos, comercios y empresas.
Pero el tema más conflictivo, fogoneado por sectores de la prensa funcionales a la oposición conservadora, es el relacionado con el dictado de clases. El PRO y Juntos por el Cambio lo transformaron en su "caballito de batalla" para tratar de obtener algún rédito, en medio de una situación en la que solo pensar en esos términos es en sí mismo una definición ideológica. Hasta la Corte Suprema de Justicia, tocando esa misma cuerda, intervino para laudar en una situación que había devenido abstracta. Pero dejó huella no solo en CABA sino en la sociedad, que consume además los medios nacionales que habían hecho de la "presencialidad" algo más importante que el cuidado de la vida. Eso distrajo esfuerzos, debilitó las medidas de distanciamiento, e instaló una discusión que lejos está de la urgencia con la que se presentó.
Ahora que no habrá presencialidad ni virtualidad surgen voces que se alzan desconociendo una realidad que es determinante, al menos para Santa Fe. Más allá de la disposición de no dar clases los tres días hábiles que tiene la semana que se inicia, Santa Fe no tendrá en todo caso "educación a distancia" por virtualidad. No tiene ni va a tener por mucho tiempo. Salvo que se piense que el 20% que tiene dispositivos disponibles y logra conectarse es un número importante antes que una demostración de la falta de igualdad de oportunidades. Más que escandalizarse por estos días "que se pierden", los legisladores, sobre todo los del Frente Progresista (ver nota en esta edición a Claudia Balagué) que tienen en su bloque a una ex-ministra de Educación seria y laboriosa, deberían aprobar la ley de conectividad para que ahí sí el gobierno provincial no tenga "excusas" para no garantizar el acceso a internet de todos los chicos de las escuelas de Santa Fe y no únicamente de las del centro de Rosario y otras ciudades importantes.
Como se ve, son varios los frentes para debatir, pero una sola la alternativa. Como reza el epílogo del documento de la Asamblea de Trabajadores de la Salud : "frenar las muertes evitables. ¡Necesitamos que la vacuna le gane la carrera a la pandemia!".
Agrega este cronista: todo lo demás es lo de menos.