Desde Washington, DC.“Si tenemos un excedente, lo vamos a compartir con el resto del mundo”, dijo Joe Biden en marzo pasado, cuando anunciaba millones de dosis a ser distribuidas dentro de Estados Unidos. Dos meses después, el país norteamericano tiene, hace semanas, vacunas acumulándose en farmacias a las que ya no hace falta ir con turno. Se da el lujo de intentar convencer con premios de millones de dólares a quienes les falta recibir el pinchazo. La imagen mundial de la pandemia no podría tener un mayor contraste: mientras Nueva York y Washington eliminan las medidas de seguridad en el interior de bares y restaurantes y Miami vacuna hasta en la playa, los crematorios en India no dan abasto de la cantidad de muertos por coronavirus.
El Gobierno de Estados Unidos enfrenta cuestionamientos dentro y fuera del país por el nacionalismo de vacunas que despliega mientras otras regiones del mundo atraviesan un momento crítico de la pandemia. En ese contexto, Biden dijo el lunes pasado que Estados Unidos mandará al exterior 20 millones de vacunas contra el Covid más de las que ya había anunciado. Esto elevará la cantidad de dosis que el país norteamericano tiene previsto donar hasta los 80 millones. “Serán más vacunas que las que cualquier país ha compartido hasta la fecha, cinco veces más que cualquier país, más que Rusia y China, que han donado 15 millones de dosis”, agregó.
Con la comparación, Biden se hizo eco de otra crítica persistente, pero que viene del lado de la oposición: mientras el gobierno continua priorizando la campaña en Estados Unidos, sus dos principales rivales le llevan meses de ventaja en la diplomacia de vacunas. No con donaciones, sino con la venta de millones de dosis en Asia, África y Sudamérica. “Saben, se habla mucho de la influencia en el mundo de Rusia y China a partir de la vacuna. Nosotros queremos liderar al mundo con nuestros valores”, se justificó el mandatario.
En la semana, el republicano Mitt Romney, senador por Utah, instó al gobierno a acelerar la entrega de vacunas a los países que más las necesitan. En una carta al Departamento de Estado, a cargo de la diplomacia del país, el ex candidato a presidente cuestionó la demora en la distribución desde una perspectiva estratégica y de seguridad nacional: “Mientras que Rusia y China han tomado medidas en este asunto, Estados Unidos parece estar todavía en el proceso de decidir qué es lo que va a hacer”.
Para Romney, no solo las 80 millones de dosis anunciadas hasta ahora no son suficientes, sino que también es necesario abrir un diálogo con los países e implementar una estrategia de distribución de las vacunas a esas naciones. Lo que el senador también quiere es, sobre todo, un calendario que permita saber cuándo llegarán las vacunas a cada país. “Me quedé consternado al enterarme de que, mientras China y Rusia están enviando vacunas a los países con una necesidad desesperada, Estados Unidos todavía está en la etapa de planeamiento y priorización y que todavía tiene que comunicar en detalle a los países del mundo cuándo pueden esperar las dosis”, dijo en su carta.
Según la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, el envío de la donación estadounidense sucederá a finales de junio. El Gobierno no dio más detalles de cómo lo hará ni a qué países estarán destinadas. “El presidente reafirmó su compromiso con liderar una acción de vacunación internacional y coordinada”, se limitó a decir la Casa Blanca. Se sabe que 60 millones serán de AstraZeneca, dosis producidas en Estados Unidos, pero que todavía no recibieron la autorización de la Administración de Medicamentos y Alimentos y, por lo tanto, no pueden salir del país. Las 20 millones restantes serán de vacunas que sí están autorizadas (Moderna, Pfizer y Johnson & Johnson).
La administración de Biden busca “compromisos concretos” de otros gobiernos y de socios del sector privado para aumentar la disponibilidad de las vacunas. Pero se sabe poco de cómo Estados Unidos pretende ayudar a distribuir las vacunas a nivel mundial ni de qué países serán los beneficiados. Hasta ahora, los destinos más claros de su exceso fueron los vecinos México y Canadá. A la lista se sumará Corea del Sur, que recibirá vacunas para su ejército.
Durante una visita del presidente surcoreano, Moon Jae-in, a Washington, Biden adelantó este viernes que Estados Unidos proveerá vacunas para unos 550.000 soldados del país asiático. También anunció un acuerdo para que las vacunas de Moderna y de Novavax se produzcan en Corea del Sur.
El contraste con el resto del mundo es obsceno. Después de que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades relajaran sus recomendaciones sobre las medidas contra el Covid, ciudades como Nueva York y Washington eliminaron la obligación de usar barbijo y habilitaron los bares, restaurantes y otros establecimientos a puertas cerradas sin límite de capacidad.
Más del 61 por ciento de las personas adultas ya recibieron por lo menos una dosis de la vacuna en Estados Unidos. Después de alcanzar el pico de 3,38 millones de dosis suministradas por día en abril pasado, hoy el ritmo de vacunación es de apenas 1,87 millones de dosis diarias y las vacunas se acumulan sin usar en los distintos centros y farmacias que las distribuyen.
El gran desafío que enfrenta hoy la campaña de vacunación en Estados Unidos es la de llegar a quienes desconfían de la vacuna o han tenido dificultades para acceder a ella. La distribución no fue igual para todos los sectores. Distintos análisis muestran que las personas negras o latinas han sido vacunadas en una proporción menor a la que tienen en la cantidad de casos de coronavirus y en la población total. Para incentivar la vacunación, estados como Nueva York, Maryland y Oregon anunciaron loterías con premios en millones de dólares a ser sorteados entre quienes reciban el pinchazo.
“Estados Unidos continuará donando nuestro excedente a medida que los proveedores nos lo entreguen”, dijo en la semana el Gobierno de Biden. Pero por ahora, las vacunas que no llegan a un brazo local son solo para los extranjeros que pisan territorio estadounidense. Texas y Florida explotan el turismo de vacunas y empiezan a dar dosis a quienes tienen la posibilidad de viajar desde Latinoamérica. A los estados del norte también llegan desde Canadá, donde solo el cuatro por ciento de la población tiene el esquema de inmunización completo y parece resultar más rápido y sencillo cruzar la frontera.