Si la liberación del streaming de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado pudo haber sido considerada por el escepticismo argentino de cada día como una metáfora digital del “africanismo del conurbano”, lo que sucedió el sábado en Inglaterra cuestiona a la tiranía del maltrato en la Argentina. Al igual que le sucedió a la banda que respalda al Indio Solari, el Festival de Glastonbury, el más importante de las islas británicas, abrió para todo el público su transmisión online por fallas técnicas. Lo más angustioso para sus organizadores es que sucedió poco después de su inicio. Los usuarios experimentaron problemas con sus etickets, por lo que en las redes sociales escracharon al evento cambiando el hashtag #LiveAtWorthyFarm (“Vivo en Whorty Farm”, que en castellano significa “Granja Digna”, nombre del lugar en el que se hace presencialmente) por “#NotLiveAtWorthyFarm.
Al mismo tiempo que los “asistentes” lidiaban con el aviso de “código inválido”, el grupo Wolf Alice levantaba el telón, seguido por Michel Kiwanuka. Pero la mayoría del público no los pudo ver. Tras casi dos horas de caos, Emily Eavis, organizadora del Glastonbury, posteó en las redes sociales: “Lamento mucho los problemas con la transmisión. Si no pudo verla hasta ahora, me dijeron que el nuevo link está funcionando. Nos aseguraremos de repetir el streaming mañana y le daremos la oportunidad de ponerse al día con cualquier parte que se hayan perdido”. Se trataba de la segunda pifia que cometía el evento este año, luego de que postergara nuevamente, en enero, la celebración de sus cinco décadas. Sin embargo, lo compensarían con una grilla a la altura de su sello de calidad.
Apenas se supo la noticia, en la Argentina circuló velozmente, en WhatsApp y redes sociales, el link para ver el festival. Toda una alegría en medio de la vuelta al confinamiento. Y más si se toma en cuenta que el precio del eticket era de 28 dólares. Si bien la programación fue diseñada para cuatro husos horarios distintos, el mundo entero fue testigo del debut de The Smile: proyecto de Thom Yorke y Jonny Greenwood, ambos de Radiohead. Los que se enteraron al caer la tarde local, vieron en directo el final del evento con la DJ Honey Dijon articulando un set que, más que invitar a la nostalgia, generaba optimismo por regresar pronto a la pista de baile. En tanto eso sucedía, se podía retroceder el link hasta el principio. Ahí estaba Idles en un escenario ambientado en un taller mecánico. Idóneo para su visceralidad.
Secundando al grupo de punk inglés, el trío estadounidense Haim actuó al aire libre, sirviéndole de banda de sonido al ocaso de la tarde con las canciones de más reciente álbum, Women In Music, Pt III. Para los fans del rock, el pop, el indie, el hip hop y las nuevas tendencias musicales que desconocían el festival o que nunca estuvieron ahí, este streaming fue una oportunidad para acercarse a ese universo. Así que el “código inválido” no le vino tan mal a sus organizadores para promocionarlo. Ni tampoco para que el público argentino se reencontrara con un grupo al que extraña: Coldplay. Programados en el Pyramid, escenario dedicado a los artistas consagrados, los liderados por Chris Martin ofrecieron una performance aferrada a sus características puestas en vivo, lo que incluyó todo un césped iluminado y pirotécnica.
Más allá de la felicidad que emanaba, patentada en su actuación, el frontman no podía esconder su extrañeza de hacer un mega recital frente a un puñado de cámaras. “Esto es extraño, pero divertido”, manifestó, al tiempo que deseó reencontrarse muy pronto con el público. A lo largo de sus 30 minutos de recital, Coldplay tocó éxitos del calibre de “Fix You”, “The Scientist” y “Viva La Vida”. A manera de broma, mitigaban la carencia del calor humano con aplausos disparados desde el teclado. Además, aprovecharon la ocasión para presentar un tema nuevo, “Human Heart”, junto al dúo estadounidense de R&B We Are King. Ese cierre le dejó la mesa servida al conmovedor show de Damon Albarn. Aunque antes, para condimentar el preludio, PJ Harvey recitó dos poemas son sabor a spoken word.
Ubicados en círculo, formato que usaron muchos artistas para omitir la falta de espectadores, Albarn y sus músicos se basaron en el repertorio de su flamante aventura musical: The Nearer the Fountain, More Pure the Stream Flows, inspirado en los paisajes de Islandia. Eso sí, con un guiño al Río de la Plata: “The Tower of Montevideo”, dedicado al Palacio Salvo. Sin embargo, bajo esa inmensa lámpara con ganas de parecerse a la luna que pendía sobre ellos, también revisitaron a Blur, Gorillaz y The Good, The Bad & The Queen. Previo a que Jarvis Cocker encarnara otro spoken word, Thom Yorke y Jonny Greenwood, junto con el baterista Tom Skinner, mostraron en qué consiste su laboratorio sonoro The Smile. Pese a que no deja de coquetear con Radiohead, goza de esa libertad creativa propia de cualquier artista que no tiene nada para perder. ¿Estarán en la vuelta presencia del Glastonbury? Las vacunas lo dirán.