“Estamos contentos con la decisión, ya estamos establecidos, nuestro hijo está anotado en el jardín y nosotros ya hicimos el cambio de domicilio” cuenta Pablo Cresci. Habla de la mudanza desde Avellaneda, a Villa Gesell, la que concretó con su familia al final del verano. “La idea es quedarnos acá, por el ambiente natural, por la vida tranquila, y porque tenemos un estudio contable y podemos manejarlo con teletrabajo”, afirma. La de Pablo es una de las dos mil familias que, desde principios del año, comenzaron a elegir Villa Gesell como lugar de residencia.
La misma decisión tomaron Pilar y su familia, Mariano y su familia. También Hugo, que es mayor y tiene hijos grandes. Con el entorno de pandemia, recuperar escenarios naturales como cotidianos se presenta como tendencia en ascenso. Y Gesell surge como lugar ideal para escapar de la ciudad, y mantener la conexión con ciertos aspectos de la vida moderna: infraestructura edilicia y de salud, conectividad, actividades deportivas y culturales. Desde el municipio que conduce Gustavo Barrera –desde 2015--, aseguran que “en lo que va del año, unas dos mil familias ya se instalaron en la ciudad". Los espacios verdes y la tranquilidad, se suman a un menor costo de vida, explican. No escapa a la ecuación, el bajo índice de contagios que presenta “la Villa”.
“Gesell se reinventa, de ser un destino históricamente vacacional, pasa a ser un lugar de residencia permanente o semipermanente”, explica Emiliano Felice, secretario de Turismo de la ciudad. “Empezamos a medir la mayor afluencia desde el momento en que comenzó a utilizarse la aplicación Cuidar, en su modo Certificado de Turismo”, detalla ante la consulta de Página/12. Esto permitió validar las solicitudes de ingreso en concepto de turismo desde diciembre de 2020. Y desde marzo las solicitudes, en un cuarenta por ciento, solicitaban permisos de estadías más largas que un turista normal: "de 30 días, o incluso de 8, o 12 meses", detalla.
La naturaleza y la tranquilidad del ritmo de vida hacen de Gesell un sitio ideal para quienes buscan dejar las grandes ciudades. El crecimiento demográfico encuentra además, en la modalidad de teletrabajo asociada a la pandemia, un punto de apoyo. Eso detectaron desde el municipio, ya que en enero y febrero la ciudad se colmó de visitantes. Pero al iniciar la temporada baja, se observó un comportamiento atípico: “quienes solicitaban el permiso empezaban a estirar cada vez más sus fechas de salida, pasaban de una simple escapada de fin de semana a visitas más largas y duraderas”.
En abril esta tendencia se consolida: más de 15.000 personas ingresan a la ciudad y un cuarenta por ciento solicita estadías por más de un mes, mientras un quince por ciento lo hace para el resto del año. Esto significa que “hay planes de instalarse”, o al menos, de vivir la experiencia de una residencia semipermanente. “Son personas que vienen ya con intención de atravesar la pandemia y de realizar sus actividades laborales en un contexto distinto”, señala Felice. La mayoría, refiere, alquila una vivienda o se radica en una de su propiedad que antes era solo de veraneo.
La capacidad de la ciudad que cuenta con infraestructura para recibir a casi cinco veces su población –de 45.000 habitantes--, es otro factor que explica el fenómeno. Desde las inmobiliarias afirman que cambió el enfoque de las consultas: “antes la preocupación era la distancia al mar, ahora son la conectividad, la velocidad de internet, las opciones laborales, los servicios de salud y la oferta cultural”. Sergio Coronel, preside el Centro de Martilleros de Gesell, y asegura que “hay una tendencia de los que son propietarios a quedarse más tiempo, teletrabajando”. Y agrega, entre los motivos del fenómeno, el valor de las viviendas: “muy inferiores a los de Capital o el Conurbano". En Gesell alquilar una casa de dos o tres ambientes, cuesta entre quince y veinte mil pesos. “Los valores son comparables, pero ¿cuánto vale vivir entre la playa y el bosque?”, añade.
“Mi señora y su familia siempre tuvieron vínculo con Gesell, pasamos las vacaciones acá y la idea de venir estuvo siempre latente –cuenta Pablo--, tenemos un nene de cuatro años y consideramos que este es un buen lugar para que el crezca. Pero esto se afirmó durante la pandemia”. Pablo y su señora llevan adelante el estudio contable en un noventa por ciento en modo teletrabajo. Eso fue decisivo cuando vinieron a pasar las fiestas y “a probar”. La adaptación resultó. Hoy Pablo viaja a Capital cada quince días, por cuestiones laborales, pero “la residencia ya es Villa Gesell”, sostiene.
Asociada a las expectativas de vida que impuso la pandemia, también llegan a Gesell otros profesionales o personas cuyos oficios, les permiten residir en la zona, entre otros entrenadores deportivos y emprendedores que producen alimentos saludables. Las opciones se multiplican en la ciudad balnearia, y se empieza a ver más movimiento comercial durante la semana. La onda se expande: las localidades del sur del partido de Villa Gesell: Mar de las Pampas, Mar Azul y Las Gaviotas --que en el verano resultaron un verdadero “boom” con ocupación plena toda la temporada—, se suman a los destinos más buscados por quienes quieren llevar, de ahora en más, una vida "más sustentable”.