Desde Lima
A dos semanas de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en las que se enfrentan el candidato de la izquierda Pedro Castillo y la derechista Keiko Fujimori, un ataque atribuido por las autoridades a remanentes del grupo armado maoísta Sendero Luminoso dejó al menos catorce muertos, entre ellos dos niños. Mensajes dejados en el lugar de la matanza llaman a boicotear las elecciones del 6 de junio. El gobierno del presidente Francisco Sagasti calificó lo ocurrido como “un acto terrorista” y ordenó el envío de las fuerzas militares y policiales a la zona donde sucedió la masacre de civiles. Hubo una condena generalizada a estos asesinatos.
El ataque se produjo en el poblado de San Miguel, en la provincia de Vizcatán, en la zona conocida como El Vraem, valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro. Es una apartada región montañosa entre los Andes y la Amazonia, al sureste del país, convertida en la principal zona productora de hojas de coca y donde hay una alta presencia del narcotráfico. En esa región opera la última columna disidente de Sendero. Aunque algunas versiones hablaban de dieciocho víctimas, al momento del envío de esta nota se habían confirmado catorce fallecidos, pero no sus identidades.
La matanza ocurrió en un bar ubicado al lado de un riachuelo la noche del domingo, pero recién se conoció este lunes. Las víctimas, pobladores del lugar, fueron acribillados a balazos y sus cuerpos quemados. Entre los cadáveres calcinados y los casquillos de bala se encontraron panfletos firmados por Sendero en los que se califica a los pobladores asesinados de “personas de mal vivir”. “Limpiar el Vraem y el Perú de antros de mal vivir, de parásitos y corruptos”, es la amenaza dejada por los asesinos en el lugar de la mascare. Las autoridades señalan que lo ocurrido en San Miguel forma parte de acciones criminales que los remanentes senderistas definen como de “limpieza social”.
En el mensaje se llama a boicotear las elecciones presidenciales no concurriendo a las urnas o votando en blanco. El texto afirma que “votar por Keiko Fujimori es traición”, lo que ha levantado suspicacias por lo conveniente que esto resulta para la candidata, cuya campaña salió rápidamente a aprovechar la situación, utilizando estos asesinatos y el ataque panfletario para reforzar su discurso, amplificado por toda la derecha y los grandes medios, que busca relacionar su rival en estas elecciones con los remanentes de Sendero. Keiko aprovechó la ocasión para expresar su “total respaldo” a las fuerzas armadas.
El profesor, sindicalista y candidato progresista Pedro Castillo rechazó en repetidas ocasiones esa vinculación que la derecha le atribuye con lo poco que queda del senderismo, con la que se pretende golpear su candidatura. Apenas conocido el ataque, salió a condenar la matanza, que calificó de “cobarde”, a solidarizarse con las víctimas y exigir una investigación y la detención de los culpables. “Que sobre ellos caiga todo el peso de la ley, sean quienes sean”, dijo el candidato en una manifestación pública. Dejó abierta la puerta de la duda sobre la autoría y las intenciones del ataque en San Miguel. “No podemos permitir que el pueblo esté siendo víctima de estas cosas, no podemos permitir ser víctimas de querer callar la voz del pueblo y no puede haber montajes”, señaló Castillo hablando ante sus seguidores.
En un ambiente electoral cargado por una fuerte polarización y una masiva campaña de miedo contra la izquierda impulsada por la derecha y la maquinaria mediática, el fujimorismo busca sacar rédito electoral levantando a su favor el temor al terrorismo. Esto cuando las encuestas no favorecen a su candidata. Dos sondeos recientes le dan ventaja a Castillo. El Instituto de Estudios Peruanos le otorga al candidato de la izquierda 44,8 por ciento y a la postulante de la derecha autoritaria 34,4 por ciento, mientras la encuestadora Ipsos, en un sondeo divulgado la noche del domingo, le da a Castillo 45 por ciento y a Keiko 40,7 por ciento. En ambos casos, la ventaja del profesor de izquierda se incrementa respecto a las encuestas anteriores.
Sendero Luminoso se levantó en armas de 1980, lo que abrió un conflicto armado interno que se prolongó hasta la década de los años 90 con cerca de 70 mil víctimas, la mayor parte de ellas indígenas. Hubo asesinatos y matanzas masivas de comunidades campesinas por parte de Sendero y de las fuerzas de seguridad. El líder de Sendero Abimael Guzmán fue detenido en 1992 y condenado a cadena perpetua. Encarcelado, Guzmán negoció con la dictadura de Fujimori y llamó a sus seguidores a dejar las armas.
Pero quedaron algunos grupos disidentes que se desmarcaron de la rendición y siguieron en armas. La última columna que opera es la de la agreste zona cocalera del Vraem. Liderada por Víctor Quispe Palomino, alias “José”, tendría entre 100 y 150 integrantes. A inicios de año, el gobierno anunció la muerte de Jorge Quispe Palomino, “Raúl”, brazo derecho de su hermano. Autoridades y especialistas coinciden en que hay una estrecha alianza entre este remanente y el narcotráfico que domina la región.