Al otro lado de la pantalla Danielle Panabaker se parece más a Caitlin Snow que a Killer Frost, los personajes que interpreta en la serie The Flash (Warner Channel), protagonizada por el supervelocista de DC Comics. El jueves 27 a la medianoche, Panabaker, que integra el equipo desde el primer capítulo de la serie -hace ya siete temporadas-, tendrá los focos puestos sobre sus dos personajes, pues Killer Frost enfrentará un juicio por sus años como supervillana. La ocasión es la excusa para que la muy prolija y atildada Panabaker comparta una videoconferencia con periodistas de América latina, incluyendo a Página/12.
Este capítulo, octavo de la temporada, está atravesado por un género de larga data en la televisión norteamericana: el de las series judiciales. Un cruce extraño con el de superhéroes, que suele resolverse más con despliegues de poderes que con argucias legales.
-¿Cómo encaja hacer un episodio típico de serie de abogados en una de superhéroes?
-Creo que The Flash siempre está en constante paradoja. El héroe suele operar fuera de la ley. Trabaja junto a la policía, pero no siempre, y a veces toma su propio camino, con el que pueden no acordar. Así que esta es una oportunidad de explorar el vínculo de los metahumanos (como se denomina a la gente con poderes en la serie). En particular, una de mis cosas favoritas de este capítulo es la idea de cómo juzgamos al otro, cómo tratamos a quien no es como nosotros y a quien quizá temamos.
-De los dos personajes que interpretás, Frost es más físico, se mueve un montón, pelea, y ahora está en un episodio donde tendrá que quedarse quieta. ¿Cómo manejaste esa actuación?
-Es algo que siempre pienso respecto a ella, especialmente en el último par de temporadas, a medida que fuimos explorando más el personaje. Creo que a veces es como un niño pequeño o un adolescente que no entiende bien sus emociones. “No sé que es esto ni qué se supone que haga con estos sentimientos”, cómo los procesa. Así que es divertido. Su relación con todos los otros personajes, los berrinches que le hace a Caitlin, eso fue parte de ella desde el comienzo. Y es interesante cómo esto se manifiesta en este capítulo porque de pronto hace un click: Frost guarda la compostura en medio de todo el problema y es Caitlin la que se vuelve emotiva e irracional. Eso es verdad, además, en muchas relaciones en las que una persona se mantiene fuerte y la otra tambalea. Ese balance en la relación entre los dos personajes es interesante.
The Flash significa mucho para Panabaker. No sólo se reconoce “afortunada” por tener un rol central en una serie tan larga; también le dio distintas oportunidades, como la de devenir directora, puesto que ocupó en dos capítulos de la temporada anterior y que volverá a ejercer más adelante en esta séptima temporada. Panabaker considera fundamental que haya más directoras en los sets televisivos. “Es súper importante, tengo mucha experiencia frente a la cámara y una de las cosas más difíciles como actriz es ser vulnerable, entregarse y confiar en que no te van a hacer ver como una idiota”, explica. “Creo que eso es algo que puedo traer de mi experiencia al set, poder decirle a los actores ‘confiá en mí, te cubro las espaldas con esto’. Creo que las mujeres pensamos las cosas diferente. En general, las decisiones se toman en preproducción y los actores no podemos decidir mucho, pero en ese caso pude abogar por un personaje de un modo que no sé si un director que no fuera mujer, lo hubiera hecho, porque para mí era importante que la actriz se sintiera segura en el papel”, recuerda.
El programa tampoco es ajeno a la pandemia, explica Panabaker. “Eric (Wallace, showrunner de la serie) y los guionistas hacen malabares para contar la histria dentro de los parámetros que les dan, pero el covid hace las cosas difíciles”, cuenta la actriz. “Habitualmente como director das instrucciones, o como las actriz recibís, pero hablás de cerca; ahora hay que gritarse desde la otra punta del set y se pierda la intimidad en el trabajo de la escena”, explica.
Más allá de la Covid, la industria del entretenimiento norteamericana sigue atravesada por el movimiento #MeToo, y la necesidad de mayor y más plural representación en pantalla. “Creo que estamos avanzando con el empoderamiento, pero falta todavía muchísimo por delante –considera Panabaker–. Agradezco estar en un programa que banca y empodera a las mujeres. Valoro cuando viene alguien y me dice ‘mi hija quiere ser doctora, como Caitlin’, eso es súper importante. Porque si lo ves, creés que podés hacerlo. Y a veces Caitlin es la más inteligente del grupo”.