Ninguno de los actores lo admitirá de manera tan directa, pero lo que otrora hubiese sido un frente monolítico planteando un lock out patronal del agro en las rutas, hoy es una queja con impacto cierto en los números (por el paro ganadero hay alza en los valores de la carne), pero con efecto abreviado en la consideración general pública y el impacto mediático. Y esa diferencia se explica en la misma interna agropecuaria, que hoy divide bandos entre negociadores y ultras. Todo se da mientras el Gobierno avanza en negociaciones con sectores exportadores y frigoríficos para normalizar la provisión interna de carne y lograr precios razonables y acordes.

La situación de extender el lock out de venta de carnes a otros bienes como granos y porcinos, se definió por la negativa en la reunión virtual de la Mesa de Enlace, pero ya venía siendo debatida en las bases bastantes días antes. Un alto dirigente de la Federación Agraria (FAA) lo puso en palabras en una charla con referentes del sector: “el país no está para ir por más. Después del paro, ¿qué? No podemos dinamitar todo”, expresó. Se veía venir el dirigente, histórico, lo que pasaría en horas siguientes.

Fue Jorge Chemes, líder de Confederaciones Rurales (CRA), otra de las patas de la Mesa, quien llevó al Zoom con sus colegas Carlos Achettoni (FAA), Daniel Pelegrina (Sociedad Rural) y Carlos Iannizzotto (Coninagro), la propuesta de sumar la no comercialización de granos al lock out cárnico que termina este viernes. Obtuvo allí una negativa fundamentada de Coninagro y FAA, que consideraron que era mejor esperar y ver qué surge de las negociaciones. No porque estuvieran apoyando la restricción a exportar, ampliamente rechazada, sino por creer que hay una instancia ausipiciosa en curso.

En paralelo, Achettoni y Iannizzotto integran –también con Chemes- el Consejo Agroindustrial (CAA), la pata negociadora que agrupa a la agroindustria, la UIA, los exportadores de cereales y las Bolsas de Comercio de todo el país. En ese doble rol plantearon que, si bien la Mesa no fue convocada por el Gobierno, sí se sentó a charlar la mesa de carnes del CAA con el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas y la secretaria de Comercio, Paula Español. Todo con la idea de buscar salidas alternativas que permitan reducir el cierre parcial de exportaciones, hoy dispuesto por 30 días. Están en esa conversación reducida Dardo Chiesa, ex CRA y titular de la mesa; José Martins, titular del CAA y presidente de la Bolsa de Cereales; y Mario Ravettino, el presidente de ABC, el consorcio exportador más importante y el que está involucrado en la provisión de cortes populares de carne a precios accesibles.

En la otra esquina, el respaldo más grande que tuvo CRA para avanzar en el conflicto llegó de manos de la Sociedad Rural, que atraviesa un momento particular. Además de ser la pata más radicalizada de la Mesa, y aún siendo Pelegrina un hombre de perfil negociador, se define en breve el futuro político de la entidad y de su actual presidente. El 31 de mayo próximo irán a elecciones, y Pelegrina compite con un escuadrón de cuadros ultra apadrinados por el ex ministro de Agricultura de Mauricio Macri, Luis Miguel Etchevehere. Piden desde esa lista un proceso de confrontación a escala bastante mayor, y obligan a Pelegrina a correrse un paso más cerca del caos.

La interna en la Mesa de Enlace pasa por reconocer la entidad representativa del CAA, teniendo adentro del Consejo a tres de sus cuatro patas. Solo Sociedad Rural decidió no participar. Radica allí, además, un debate de fondo sobre la configuración del ruralismo nacional: el campo primario y exportador de granos sin agregado, identificado con la Mesa de Enlace; y los que entienden que la única forma de desprimarizar la producción y exportar valor agregado es saliendo de los esquemas básicos, aquí se sitúa el Consejo Agro.

Naturalmente, en ese punto hay coincidencia con el Gobierno y sus objetivos, pero como en toda negociación política, los sectores más afectos al diálogo le reclaman al Gobierno, con algo de razón, una prueba de amor que sostenga en el tiempo la decisión de extender los buenos lazos, mientras afuera arrecian los lobos. Para el Ejecutivo, el quiebre automático del frente del agro es la solución a una situación que, de otra manera, sería de tensión más marcada.

Y es un nexo que les permitió a ambos obtener réditos. Cuando la Mesa de Enlace se quejaba de la idea oficial de subir retenciones a los granos ante la disparada de los precios de commodities internacionales. El Gobierno y el CAA pautaron el primer acuerdo grande desacople de precios locales de valores internacionales: un fideicomiso para el precio de los aceites, uno de los bienes más impactados por el alza en Chicago. Hoy, la carne se vislumbra como la posibilidad de un segundo cierre concreto de filas detrás de salidas negociadas.