Si buscamos a Sylvia Tamale en Google, su nombre aparece primeramente asociado a una condena. Antes incluso que las referencias a su extensa formación como activista y académica - que incluye haber sido, en la Universidad de Makerere, la primera Decana de Uganda-, sus biografías exponen como una medalla de honor, la condena pública con que la revista New Vision la declaró en 2003 la “peor mujer del año”. Tamale, a quien el lunes pasado le tocó abrir las Jornadas Internacionales Justicia de Género para una Ciudad Global organizadas por la Oficina de Género del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de Buenos Aires, cuenta a SOY: “Cuando se habla sobre temas que los fundamentalistas no quieren que se hable -no solo hablo de fundamentalismo religioso, sino también político y cultural y la intolerancia de la diversidad y el pluralismo- te atacan. Y si te atacan significa que están escuchando, que estás sacudiendo el bote. No fue duro para mí, tomé la etiqueta aquella como una insignia. Me hice un prendedor que decía ‘la peor mujer del año’ y lo usé con mucho orgullo. No fue una sorpresa porque mi persona había sido discutida en distintos medios y se decía que yo era una mujer mala por discutir temas de diversidad sexual. Fue el fin de una ola que ya venía avanzando desde hacía tiempo”.
¿Trece años después cómo están las leyes en Uganda respecto a la población LGBT?
-En 2009, una ley fue introducida en el Parlamento contra la homosexualidad y en 2014 se aprobó. Antes de que fuera aprobada desde el movimiento de derechos sexuales estábamos creando estrategias para que fuera rechazada. Cuando el presidente la firmó fuimos a los tribunales, planteamos su inconstitucionalidad y ganamos. La ley fue sacada del marco legal de Uganda y tuvo una existencia corta. Pero el hecho de que fuera rechazada no significa que la homofobia y la transfobia no continúen vigentes en la población.
En Kampala, la ciudad donde vivís, hubo este año un festival de cine queer al que concurrieron 800 personas. ¿Cómo se hace para sostener este tipo de eventos en tal clima de persecución?
-Existe un ambiente complejo y contradictorio. Las reuniones ocurren, la policía lo sabe, las organizaciones existen y se encuentran. De hecho, los últimos tres años hubo marchas del orgullo que fueron informadas a la policía y la policía proveyó la protección para que se pudieran llevar adelante. Pero este año la volvieron a prohibir y fue impedida por la policía. Depende mucho de quién empuja más y quién gana en esa puja. En el marco de las marchas del orgullo se hace una semana de festejo. Dentro de ese festejo se hace un concurso de belleza en el tercer piso de un edificio y este año la policía hizo una razzia durante la celebración -es una zona particularmente homofóbica de la ciudad- y algunas de las personas que estaban ahí se asustaron a tal punto que saltaron por las ventanas y hubo heridos.
Definís a las protestas de cuerpos desnudos como una herramienta revolucionaria, ¿qué simbolizan para la cultura ugandesa los cuerpos desnudos? ¿Qué significación les das vos?
-En la charla de apertura de la universidad hice una presentación en la que me refería a los cuerpos desnudos. Sobre cómo, cuando a los cuerpos marginados se los empuja al borde del abismo, la única herramienta con la que cuentan para la lucha es una herramienta ancestral: su desnudez. Lo identifico con una cuestión ancestral propia de las mujeres. La reacción de los hombres es asustarse de los cuerpos desnudos de las mujeres, porque simbolizan tradicionalmente una maldición. Cuando una mujer se quita la ropa te esta maldiciendo. Hace dos años un grupo de mujeres rurales vieron llegar a unos hombres que venían a tomar medidas de la tierra y entre ellos había un ministro de gobierno. Ellas lo que hicieron fue desnudarse y la anécdota es que a los pocos meses ese ministro falleció (risas). No hay ninguna legislación que te prohíba estar desnuda, entonces no hay mucho que pueda hacer la policía más que amenazar con arrestarte.
¿Cuándo y cómo empezó a homologarse el africanismo con la heterosexual obligatoria en el discurso del poder?
-El poder del hombre sobre la mujer siempre estuvo vinculado a sociedades heteropatriarcales. Pero en África esto empeoró con el colonialismo. Las relaciones entre personas del mismo sexo existían antes sin que hubiera una sanción sobre esas relaciones. Cuando los británicos llegaron a Uganda trajeron sus leyes que criminalizaban la homosexualidad e introdujeron la homofobia. También lo hicieron en las otras colonias de África. Si bien teníamos sociedades patriarcales, no había castigo a las relaciones entre el mismo sexo, sino tolerancia y aceptación. No llegaba a la idea del tercer sexo de India - aclarando que esta idea no tiene que ver con la orientación sexual, la uso para indicar un ejemplo de aceptación tradicional de la diversidad-, pero no había castigo. El colonialismo tuvo un impacto muy grande en heterosexualizar África.
Editaste el libro African sexualities. A reader, ¿me podés contar sobre esta publicación?
-Recopilé textos académicos, hechos reales, poemas, ensayos, guiones de películas, tiene una multiplicidad de estilos. La razón por la que junté este material es que ha habido muchos escritos sobre la sexualidad africana desde el norte, pero nosotros queríamos decir nuestras propias historias. Las becas y escritos sobre sexualidad son bastante nuevos, no fue hasta el 2000 cuando realmente los textos sobre sexualidad empezaron a circular. Era importante tener un libro escrito por africanos para el uso académico.
En ese libro incluiste un hermoso poema dedicado al crimen de odio de una lesbiana, Endy Simelan, violada y asesinada por una pandilla, un crimen aleccionador…
-Sí. Mucha violencias hay hacia las mujeres lesbianas, son las violaciones correctivas, en toda África. Te enseñan a ser una mujer verdadera y amar a los hombres. Esa historia es real, ocurrió en Sierra Leona, pero es la historia de muchas mujeres que han sido silenciadas de esa manera.
¿Desde tu lugar de personaje público, de Decana de la Universidad de Makerere, fuiste combatida o amenazada en tus funciones?
-Cuando sos decana y hablás de temas tabú, la gente tiene más apertura para escuchar, los profesores heterosexuales por ejemplo. Cuando fui elegida decana apareció en un diario una caricatura que mostraba a todos los homosexuales yendo a mi oficina para que yo los protegiera. Se mofaron. Y en otras universidades personas tomaron represalias contra los profesores de mi Universidad que me habían elegido. Fuera de eso no sentí amenazas físicas ni nada que me detuviera de hablar.
Conociste a David Kato, el activista apaleado en Uganda hace seis años…
-Fue terrible. Fue un golpe muy fuerte porque lo solíamos llamar el padre o abuelo de la comunidad lgbti. Pero él no tenía miedo. Era joven como la mayoría de los activistas gays, estaba en los 40. Fue un shock. Siempre dijo que estaba listo para morir por esa causa.
Para esa época la Rolling Stone publicó una tapa con la foto de varios gays que decía, “Hay que colgarlos”, ¿Qué sucedió luego?
-Demandamos a la revista por esa tapa y ganamos. Era gente joven que imitó en Uganda el formato de la revista americana, sin entender bien su sentido, y publico estó, querían hacer dinero. No pudieron seguir sacando otros números.
¿Qué temas abordaste en las Jornadas del lunes pasado?
-Fui invitada para hablar de los derechos de las mujeres y de las personas trans, haciendo foco en lo que tienen en común que es la cuestión del género. Cuando recibí la invitación me sorprendí. Argentina es reconocida mundialmente por su ley de identidad de género. Y están invitando a una persona de Uganda donde tenemos leyes contra la homosexualidad, tendría que ser al revés la invitación. Mi tema fue la interseccionalidad, las mujeres y las personas trans no son solo discriminadas por su género sino por una multiplicidad de diversidades que las atraviesan: seguir una religión, ser indígena, ser pobre.
¿Cómo es en Uganda, particularmente, la situación de la poblacion trans?
-Son más fáciles de identificar. Las personas comunes no distinguen entre identidad de género e identidad sexual. Las ven como que mienten, como un fraude: querés pasar por una mujer con el objetivo de robar dinero a los hombres, engañarlos para que en el bar te inviten a tomar algo. O se torna sospechoso alguien cuya documentación no se corresponda con lo que ven. Por eso la ley de identidad de género que tienen ustedes me parece tan importante, en Argentina una persona trans puede ser quien es sin ser sospechosa.