Días atrás, en Chelsea, barrio de Nueva York, abrió sus puertas la galería epónima de Nicola Vassell, influyente marchante de arte, “conocida por su pensamiento radicalmente inclusivo, su optimismo contagioso y sus poderosas conexiones en el mundillo”, según el medio especializado The Art Newspaper. “La unidad es el principio básico de la supervivencia. Existe una conciencia colectiva entre coleccionistas, artistas y marchantes negros; sabemos que juntos podemos contar nuestras propias historias de una manera mucho más sólida”, ha dicho la experta mujer, nacida en Jamaica, mudada de adolescente a los Estados Unidos. Que siguiendo esta premisa, y para una inauguración por todo lo alto, ha elegido exponer en solitario imágenes distinguidas, con algún bonus inédito, de Ming Smith, reputada fotógrafa afroestadounidense en tanto, para Nicola, “ella encarna la búsqueda irrefrenable de la verdad y de la belleza”.
En el trascurso de cinco décadas, Smith ha abordado el día a día de familias de Harlem, ha creado series conceptuales que critican la discriminación en curso, ha capturado escenas cotidianas de África, ha retratado a descollantes figuras de la cultura: desde Sun Ra, referente de la vanguardia jazzística, hasta cantantes y compositoras como Alice Coltrane, Grace Jones, Nina Simone, Tina Turner. En su cuerpo de obra conviven madres lidiando con sus peques en pleno paseo, señoras creyentes de camino a la iglesia, fiestas de Studio 54, amantes de Coney Island; con el toque personal de la artista, conforme anota la crítica: atmósferas cargadas y estados surrealistas de paisajes evocadores, siluetas difuminadas, momentos callejeros de gran dinamismo. “Se trata de buscar energía, respiración y luz. La imagen siempre está en movimiento, incluso si estás quieta”, dijo en alguna ocasión esta mujer, que ha hecho de la doble exposición, la obturación lenta y el desenfoque, su marca personalísima, oscilando entre la realidad y la ilusión escénica.
Nacida en Detroit, Smith se calzó la cámara siendo apenas una párvula, tomando pics de sus compañeritos de clase ya en el jardín de infantes. No abandonó la temprana vocación, que perfeccionó con estudios en la Universidad de Howard. Al recibirse a principios de los 70s, se mudó a Nueva York, donde se ganó el pan trabajando como modelo, muy requerida por empresas cosméticas. En simultáneo siguió gatillando, y pronto fue invitada a formar parte del Kamoinge Workshop, convirtiéndose en la primera mujer en integrar este colectivo de fotógrafos afroestadounidenses, que se propuso desde sus orígenes elevar la dignidad de la comunidad negra. También en los 70s, Ming se vuelve la primera fotógrafa afro cuya obra ingresa en la colección permanente del MOMA. Y siguen los logros de una artista que, hasta principios de julio, expone una selección de sus piezas en la mentada Nicola Vassell Gallery, de estreno.