Una sombra en la nube 7 puntos
Shadow in the Cloud; Nueva Zelanda/EE.UU., 2020.
Dirección: Roseanne Liang.
Guion: Max Landis y Roseanne Liang.
Duración: 83 minutos.
Intérpretes: Chloë Grace Moretz, Nick Robinson, Beulah Koale,
Taylor John Smith, Callan Mulvey.
Estreno en Flow.
En la sección de pifias del sitio especializado IMDb puede leerse la siguiente sentencia: “Cuando el avión estaba en tierra no se podía ingresar a la torreta esférica del B-17, ya que debía estar en posición vertical para abrirse”. Teniendo en cuenta todo lo que ocurre en Una sombra en la nube, segundo largometraje de la neozelandesa Roseanne Liang, el detalle resulta insignificante, ridículo: en la piel de una tal Maude Garrett, Chloë Grace Moretz le hace la competencia, mano a mano, al Ethan Hunt de Tom Cruise, aunque bajo la estricta seguridad de los efectos especiales de estudio. Con una duración de apenas 83 minutos, títulos incluidos, la película es un ejemplar estimulante y generoso de aquello que muchos insisten en llamar “clase B”, aunque ese modelo de producción haya caído en desuso hace décadas.
Cortita y al pie, la historia podría resumirse en tres pasos. 1) En plena Segunda Guerra Mundial, una mujer piloto se suma a un vuelo militar; la misión es prioritaria y el contenido de su portafolios un secreto de Estado. 2) Atrapada en la torreta, Garrett debe eliminar a dos enemigos de fuste: varios aviones caza japoneses que andan al acecho y un bicho alado que insiste en demoler la aeronave desde sus entrañas 3) Ya liberada de la minúscula prisión, evitar una probable caída al vacío y esquivar los ataques del gremlin, mientras protege el contenido vital de la pequeña valija de cuero. “El gremlin es una criatura folclórica traviesa que causa el mal funcionamiento de los aviones y otras maquinarias”, afirma Wikipedia. A olvidarse entonces de los gremlins de Joe Dante y la célebre película de 1984, que popularizó el término por fuera de su etimología.
Una sombra en la nube comienza con un corto animado realizado a imagen y semejanza de los films educativos del soldado raso Snafu, producidos por los estudios Warner Bros. durante la Segunda Guerra Mundial para su consumo en los frentes de batalla. Pero luego de ese breve prólogo todo se reduce a Garret y a la tripulación de hombres, dispuestos a gastar las mil y un metáforas (y no tanto) sexistas a la hora de describir a la recién llegada y lo que harían con ella. Chiste va, chiste viene, la aparición de un primer avión enemigo interrumpe durante unos minutos la inquietante presencia de un “roedor gigante”, según la eufemística descripción de la protagonista. Un extraño y elusivo ser que pronto mostrará sus afilados dientes y garras y el deseo de tirar abajo el pesado B-17.
Pasados los primeros treinta minutos de lograda tensión, la necesidad de recuperar el maletín –cuyo contenido es finalmente revelado, llevando el disparate a su máximo nivel– empuja a la joven a colgarse de la nave a varios miles de metros de altura (¡con un dedo de la mano quebrado!). Pero Liang nunca deja que lo paródico tome por completo el control de la imposible peligrosidad de los hechos. A partir de ese momento sólo se trata de sobrevivir, con la maldita rata voladora dispuesta a acabar con la vida de toda la tripulación, así en el cielo como en la tierra. Heroína de acción de pura cepa, la Garret de Moretz tilda todos los casilleros de la agenda contemporánea ligada al empoderamiento femenino, y no es casual que el film termine con imágenes de archivo de mujeres piloto reales (irónicamente, el guion está coescrito por Max Landis, acusado de diversos acosos y abusos sexuales). Muy lejos del realismo, sin embargo, Una sombra en la nube en un ejemplar del cine de acción y terror más extravagante –con referencias musicales a la década del 80, a puro sintetizador pulsante– que no pretende ser más que un ejercicio de tensión y diversión cinematográficas, ambiciones nada menores.