Gabriela Toloza tiene 48 años. Es licenciada en Comunicación Social, Extensionista Universitaria, Coordinadora del programa “La Unca más cerca” y diplomada en Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Además forma parte del Grupo de Trabajo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y de la Unión Latinoamericana de Extensión (ULEU).

La primera semana de mayo, presentó su libro Quiero ser alguien en la vida. Allí cuenta desde una perspectiva social y crítica las historias de vida de adolescentes de departamentos alejados de la capital provincial y las dificultades que tienen para poder cumplir sus sueños y expectativas.

El libro, que es de acceso gratuito, representa el grito de miles de adolescentes catamarqueños, quienes pueden decir por primera vez. La autora acompañó sus historias de injusticia y marginalidad durante 10 años de trabajo constante.

¿Cuándo y cómo surge la idea de hacer este libro?

Surgió a principios del año pasado, en el momento en que iniciaba la pandemia, cuando todos empezamos a sentir esa incertidumbre de no saber qué estaba pasando. En ese contexto de incertezas, visualicé que era algo que guardaba desde siempre, que tenía pendiente y que estaba permanentemente en mi vida, y eran las voces de los chicos que yo consideraba que debían ser visibilizadas. Pensé en ese contexto tan duro, tan cruel, y tan incierto, pensaba cuánto más se profundizaba esa sensación de desigualdad que tenían los chicos. Eso me impulsó a escribir.

También, sentía que era un compromiso visibilizar esas voces y estas historias de vida atravesadas por la injusticia.

¿Desde cuándo guardabas éstas historias?

Hace 10 años que trabajo y recojo estas historias. Las compartía con mi familia y con Marcelo, mi marido, que fue mi contención escuchándome cada vez que volvía del interior con estos registros de los chicos que me generaban mucho dolor.

Soy coordinadora del programa “La Unca más cerca”, que surgió de la propuesta del rector (Flavio Fama) de trabajar para poder expandir la universidad al interior y así poder vincular a los chicos desde una perspectiva de derechos, de darles información sobre las carreras, servicios. Esa misión fue diseñada teórica y metodológicamente con el equipo de 20 personas que formamos parte. Pero esa misión se modificó como consecuencia de las experiencias y el diálogo con la comunidad y los estudiantes.

¿Por qué?

Porque nosotros íbamos a presentarle la Universidad, a decirles que es gratuita que es de libre acceso, pero veíamos que estaba tan alejada de sus posibilidades económicas, sociales pero fundamentalmente territoriales. Las enormes distancias y la geografía que además nos separa con dunas, montañas, caminos que no existen. Todo eso hace más difícil el acceso a los chicos, del mal llamado interior a nuestra Universidad. Es por eso que transformamos el mensaje y comenzamos a alentarlos a plantearse un proyecto de vida. Ya no más ese discurso profesionalizante que dice que la salida es solamente estudiar en la universidad, porque generábamos mucha frustración porque a la mayoría les resultaba imposible.

Fue diseñar estrategias comunicacionales desde el punto de vista de la extensión crítica, que no necesariamente la Universidad comparte, pero es un enfoque diferente, donde la relación con el otro necesariamente te transforma, interpela y tenés que atender a esa interpelación.

¿El mal llamado interior provincial?

Es un concepto que me interpela. Qué es interior, quién está ahí. Cómo podemos discernir y diferenciar entre Capital e interior, de esta idea de sentirnos centro y eje. Interior de qué, respecto a quién. Son departamentos que geográficamente se dividen en el marco de nuestro territorio. Seguramente es un significante que requiere de un análisis de personas calificadas. Me molesta denominar, por ejemplo, que Catamarca es el interior de Buenos Aires, no comparto esa diferenciación.

¿Por qué elegiste la frase “quiero ser alguien en la vida” para titular tu libro?

Todos estos años de recorrer cada uno de los pueblos, ciudades de todos los departamentos me dieron herramientas para poder abordar esto, más que herramientas me fueron dando el compromiso de trabajar sobre esto que yo veía como una problemática recurrente, que se repetía que era una voz que demandaba y había una autopromesa por parte de los chicos que se decían que querían ser alguien en la vida. Se aferraban a un deseo de vida elegida y deseada.

¿Qué es ser alguien en la vida?

Para poder reflexionar y tener herramientas teóricas y epistemológicas decidí también comenzar el doctorado en Ciencias Humanas. Tuve que hacerlo para entender desde diferentes enfoques, o para poner en diálogo este enunciado con teorías. No existen las respuestas a este enunciado, son búsquedas continuas y tan fuerte, tan significativo. A pesar de que transcurrió tanto tiempo pienso que tiene tantos significados como enunciadores.

Lo que planteo son los fragmentos de los trabajos literarios que presentaron en 2018 y 2019 los chicos, en donde expresan literalmente qué es ser alguien para ellos.

El trabajo es una reflexión colectiva

Sí, tiene las voces de otras personas; estudioso, intelectuales que me ayudaron a reflexionar. El doctor Humberto Tomasino, que es referente de la extensión y teoría crítica de Latinoamérica y el Caribe, fue uno de los que pude entrevistar. Fue una entrevista sumamente rica, de un valor enorme para mí por su experiencia. Él admitía que era la primera vez que se volcaba a reflexionar sobre este enunciado que también en su país, Uruguay, estaba presente. Me decía que ser alguien no es tener riqueza, ni fama, ni poder, ni capacidad de consumo, ni siquiera tener un título universitario y yo también considero lo mismo. Considero que ser alguien está relacionado con los valores humanos, con la capacidad de sentir alegría, contención, igualdad, amor, justicia. Se vincula con la necesidad de contar con los recursos necesarios para vivir bien, con la posibilidad de gozar de nuestros derechos. Por eso digo que es necesario generar políticas públicas, y hablo de políticas que presupuesten necesidades humanas y no a las reglas del mercado

¿Alguien más te dio respuestas sobre esa pregunta?

Hablé con una chica que tenía presente en su discurso que quería ser alguien en la vida. Le pregunte, lo escribí porque me resultó sumamente esclarecedor. Me respondió que “es valerse por uno mismo, saber que tenés una casa a la que podes volver y que alguien te espera. Contar con un plato de comida que es sentirse a salvo, sentir que algo es tuyo y que te pertenece, que estudiaste o trabajaste para conseguirlo, que no te lo regalaron, me dijo que es cuando podes sentirte digna. Es una chica del interior profundo. Aún hoy en una etapa de adultez sigue en la búsqueda de ser alguien porque le resulta difícil.

¿A vos te interpela la frase?

La verdad que son las situaciones que a mí me interpelaron y que no pude mantenerme al margen. No era posible para mí, porque realmente sentía que me ahogaban esas voces, esas historias. Era un grito silencioso frente a tanta desigualdad, frente a tanta injusticia, marginalidad, exclusión, y la falta de oportunidades que los chicos padecen.

Es casi una pregunta filosófica…

Es absolutamente filosófica, por eso digo que no hay ninguna conclusión sobre este enunciado. Al contrario, cada vez se abren más interrogantes. Es la búsqueda de sueños, o como dice Freire: “de los sueños rotos pero no deshechos podemos renacer nosotros y la esperanza de una sociedad nueva”. Y creo que no es una idealización de los adultos o los chicos que desean ser alguien en la vida, es una ilusión, la más humana de las respuestas a una realidad que oprime y nos oprime a todos.

En el caso de los adolescentes y jóvenes es mucho más difícil de comprender

La socióloga y psiquiatra Silvia Bleichmar se pregunta de cuánta juventud pueden disfrutar los jóvenes en la Argentina, si su búsqueda se reduce a la inmediatez de encontrar trabajo o están, inmersos en una vida universitaria cada vez más costosa moral y económicamente y nada les garantiza futuro. Entonces, cómo pueden disfrutar de su juventud con tanta incerteza en su futuro, en sus sueños. Pero yo creo que hay esperanza. Eso es algo que animo a convocar, convocar a que se atienda a que escuchen, porque el cambio es posible, la realidad no es inmutable la realidad se puede transformar y creo que quienes están en los espacios de tomas de decisiones lo deben hacer

¿Cómo se lograría?

Para esto es indefectiblemente necesaria la participación de un Estado que de cumplimiento a nuestros derechos, y ayude a que gocemos de la integralidad de nuestros derechos. Y también traería una reflexión, de Enrique Giménez, que también participa con su reflexión en el libro: “La educación es un constituyente de ciudadanía siempre y cuando este distribuida equitativamente, pero para eso se requiere del Estado. Y, aún así la educación, ni siquiera la universitaria, es suficiente para compensar las desigualdades sociales y tampoco garantiza la inserción calificada al mundo del trabajo”. Es el Estado el que debe revincular educación y trabajo. Reglar tantas asimetrías y propiciar igualdad de oportunidades

¿Qué papel juega el concepto de democracia en este cambio?

Creo que la posibilidad de transformación es posible porque vivimos en un modelo democrático y tenemos la posibilidad de hacerlo. Si no contaremos con estos recursos, espacios, posibilidad de reclamar como sociedad, de pedir, de exigir, no sería posible. Reivindico absolutamente este estado de democracia para poder luchar, elegir y resignificar las políticas para que estén enfocadas en las necesidades humanas.

¿De qué forma se puede transformar?

Creo que hay como posibilidades dos salidas: Una cuenta el libro. Es la historia de Jorgelina Guerra, oriunda de la localidad de Corral Blanco. Relata las situaciones de abuso que atravesó en su vida donde tuvo que salir muy niña de su pueblo para buscar ser alguien en la vida. Ese era el mandato de su padre. Tuvo atravesar situaciones tremendas y lo logró y hoy es una abogada y puede disfrutar, de lo que su profesión y su vida le permitieron. Pero ella después de leer el libro me dijo que cambio su mirada sobre su propia historia. Antes decía “no me arrepiento de nada de lo que pase porque pude lograr mi objetivo”, pero hoy quiere trabajar desde su rol de abogada en la búsqueda de derechos para los chicos y chicas de su pueblo para que no tengan que pasar por lo que pasó ella. Ella entendió que no era necesario, que si hubiera gozado de los derechos que le caben como ciudadana no hubiera tenido que atravesar tantas situaciones de abuso.

Capitalismo

Claro, ella decía que estamos tan acostumbrados a ser sometidos y oprimidos por el sistema y modelo que pensaba que debía ser así, pero después de leer el libro entendió que no hay que pasar por esto. Esta es una salida basada en el progreso individual, donde vos te integras a un sistema dominante en donde algunos tienen esa suerte, pero sabemos que el caso de Jorgelina es aislado. Sabemos que la mayoría se frustra, la mayoría se frustran porque lo sé, lo veo en sus voces en sus rostros porque sufren muchas penurias. Es la salida individual que no comparto, yo comparto la salida colectiva, que es a través del empoderamiento social. Es decir, esa sociedad que exige igualdad de derechos, distribución equitativa de bienes materiales y simbólicos. Lo que implica que el camino ya no es individual, es social colectivo. Son sueños colectivamente soñados y por qué no logrados.

¿Qué sentiste al concluir el libro?

Sentí que pude desahogarme. Sentía que tenía atragantada esas voces que iba recogiendo. Que no era un solo lugar, era en los diferentes territorios, eran chicos, chicas, con condiciones de vida diferentes, siempre enmarcadas en la injusticia. Sentía que debía y hacerlas visibles y que puedan ser escuchadas. Sentí que puede dar respuesta a ese compromiso en términos de comunicadora y extensionista y sentí también un alivio como ser humano pude compartir ese dolor que me atravesaba porque realmente es dolor. Porque soy madre deseo que esos jóvenes tengan también posibilidades, oportunidades, que tengan una vida deseada, un futuro donde la humanidad pueda manejar otros valores y ser resignificada. También me sentí esperanzada, porque si no tenemos esperanza es impotencia y tenemos que mirar para adelante

¿Qué les dirías los chicos?

Los chicos suelen decir “no se vale” tal o cual cosa. Yo les digo que no se vale resignarse, que hay que seguir luchando por esas transformaciones estructurales. No en términos de beneficencia sino en transformaciones económicas, sociales culturales para finalmente lleguen.

También les digo que analicen crítica y reflexivamente sobre ellos, porque tienen una cosmovisión del mundo que es confusa. Tenemos años de dominio y enajenación y estamos atravesados por ese deseo de ser alguien, ese ser alguien que nos venden, que es objeto de colonialismo, de la cultura hegemónica. Los llamo a los chicos a pensar reflexivamente nuestras vidas y no dejar que nos sigan vendiendo que hay una sola forma de ser y pensar. Esa idea eurocentrada y dominante. Ese discurso único que nos hicieron creer durante muchos años.

El libro Quiero ser alguien en la Vida, se hizo gracias al apoyo del Centro de Comunicación de Catamarca Rimasay, una organización no gubernamental fundada en 2009, que inauguró con el libro de Gabriela Tolosa su editorial en la provincia.

Puede descargase de manera gratuita y on line desde el siguiente link  http://www.wuranga.com.ar/