El ataque de una jauría de perros a ovejas de un criador del Chaco salteño en el paraje La Invernada provocó que un histórico habitante de ese lugar, Arturo Barrozo, saliera a alertar sobre los daños que provoca la caza furtiva en esa zona comprendida en el municipio de Santa Victoria Este, en los ex lotes fiscales 55 y 14, extremo noreste de la provincia, departamento Rivadavia.
Barrozo alertó que está empezando la temporada de caza furtiva anual. Aseguró que estos grupos cazan chanchos del monte, corzuelas, aves y, en general, todo animal que se cruce en su camino. La caza mayor está prohibida en la provincia, y si bien desde la Secretaría de Ambiente se indicó que la semana entrante se abrirá la posibilidad de realizar caza deportiva, es para animales pequeños, variedades de palomas y perdices, otras aves y liebres. Para Barrozo, el problema radica en que no hay controles. La Policía de Salta cuenta con un área específica para prevenir estas acciones, el Departamento Policía Rural y Ambiental y de Protección de Bienes Culturales, pero casi todes sus integrantes están abocades a las acciones por la pandemia.
La semana pasada unos perros, que presumiblemente acompañaban a un grupo de cazadores provenientes de Coronel Cornejo, mataron una oveja de la raza Santa Inés, y dejaron heridas a otras cinco, todas de propiedad de un productor ubicado a la orilla de la ruta provincial 54, que comunica Santa Victoria Este y sus parajes y otras poblaciones con la ciudad de Tartagal, ya en el departamento San Martín.
“En esta época del año, de otoño, de entrada de invierno, empiezan a cazar los quirquinchos y vienen esos cazadores furtivos de todas partes, conjuntamente con los de nosotros, que no son trigo limpio tampoco. Así que organizan salidas de caza y llevan esos perros” que no conocen animales porque fueron criados en la ciudad, “entonces al soltarlos en el monte, animal que ven, lo tratan de pillar y lo destrozan”, contó Arturo Barrozo, un poblador reconocido en su zona y que fue presidente de la Organización de Familias Criollas (OFC).
“Vengo peleando de años con esto de la caza furtiva, cuidándolo al quirquincho, porque ya es un animalito en peligro de extinción” y “no encuentro respuesta en el gobierno, los controles están ausentes todos los años”, lamentó. Barrozo envió este video de otro lugareño para mostrar cómo se debería actuar con los quirquinchos.
Según afirman pobladores de esta parte del Chaco salteño, van cazadores “de todas partes". De la zona de Tartagal ingresan al territorio por la conocida como Curva de Juan, por la ruta nacional 86. Aunque algunos se movilizan en camionetas, la mayoría se conduce en motocicletas, el vehículo ideal para transitar caminos no muy concurridos y sendas, y evitar pasar por los controles fijos en las rutas.
Estos hombres, que llevan armas de fuego y cuchillos, arman campamentos, se quedan varios días y cazan "indiscriminadamente". Es la típica salida al monte, a vivir experiencias de "violencia", según afirman ellos mismos en las redes sociales. Los lugareños dicen que sobre todo a la noche es fácil detectarlos, porque hacen fuego.
Cazan quirquinchos, corzuelas, chanchos del monte, “lo que encuentren balean. A veces se encuentran animales baleados, corzuelas baleadas, chuñas, porque ellos salen a balear todo, a hacer un día de caza, y lo que ven, le tiran”, describió Barrozo, para quien es comprensible que haya personas que vayan a cazar por necesidad, pero consideró que en esos casos basta con que capturen un par de corzuelas "para comer dos semanas". Aseguró que, en cambio, estos grupos hacen "una mansalva de cacería, cazan 15 chanchos, llevan 40 quirquinchos, solamente para vender", y encima "se sacan fotos (y las exhiben en Facebook), no, no, es terrible”.
Los campesinos aseguran que sufren estas acciones "porque es un atropello, es una intromisión que sufrimos, porque se meten, no piden permiso a nadie. Se dieron casos de que por ahí vos encontrás un grupo de cazadores le reclamás, se hacen los malos todavía y por ahí surgieron roces bastante peligrosos”.
La ley provincial establece en su artículo que los cazadores deben contar con autorización del predio en el que realizan esta actividad.
Ausencia de controles
Para Barrozo, la cacería furtiva es favorecida por "la ausencia de los controles". El poblador opinó que si hubiera controles de la Policía y de Gendarmería, con "algunas patrullas en la ruta, controles de ruta", los ahuyentarían. “El único control que tenemos es en Aguaray, pero si no van a pasar por el control, pues; hay tantos lugares que pueden meterse en moto, porque ellos mayormente andan en moto”.
La caza es parte de los quehaceres para sostener la vida en el Chaco salteño, habitado en su gran mayoría por pueblos indígenas, que la practican desde tiempos ancestrales. La fauna silvestre es también parte de la dieta de la población criolla. Pero la preocupación es, sobre todo, por los foráneos que van exclusivamente a cazar.
Consultado por Salta/12, el comisario Arnaldo Vélez, jefe de la Policía Rural y Ambiental y de Protección de Bienes Culturales, informó que sobre todo trabajan en el control del corte de madera, otra problemática que afecta a la zona. Aunque el jefe no lo dijo, queda claro que los recursos de que disponen son escasos para cubrir las tareas que deben cumplir. Por caso, la Policía Rural asentada en Tartagal debe cubrir el extenso territorio de los departamentos San Martín, Orán y Rivadavia. Encima, la mayor parte de los recursos policiales están dirigidos a los controles derivados de las medidas por la pandemia.
El jefe confirmó la persistencia de la práctica de caza en la zona. "Todos van a cazar. Como que el Chaco sigue siendo de todos", sostuvo. Contó que en operativos de rutina "se secuestran muchas armas" en el norte. Pero caen sobre todo los cazadores novatos, que no conocen todavía las mañas para burlar los controles.
Al parecer, hubo un incremento de la cacería con los dos festivales famosos en la zona, el Trichaco, que organiza el Chaqueño Palavecino, y el Festival de la Cultura Nativa, que organiza el también cantante Jorge Rojas. Barrozo contó que tras ver los resultados de los primeros festivales, en los que hubo una gran cacería sobre todo de quirquinchos y charatas para ofrecerlos en estas fiestas, algunos vecinos hablaron con los organizadores y “ellos en el segundo, tercer festival, ya empezaron a hacer promoción de la prohibición de la caza”.
Barrozo añadió que en esta época, en el río Pilcomayo “se suele dar que pescan con esas redes grandes y sacan muchos pescados muy chiquitos, los dejan por ahí en la orilla, y mueren. No hay control”, volvió a quejarse. Asimismo, denunció la persistencia del corte de madera: “Se sigue cortando el monte. Es imparable esto” y se está produciendo un "desastre ecológico” en el municipio, dijo.
Matar por deporte
Barrozo insistió en que la provincia debería difundir la vigencia de las vedas que se dictan a través de la Secretaría de Ambiente. Según se informó desde esta dependencia, a la fecha sigue vigente la resolución 201/19, del día 28 de marzo de 2019, que habilitaba la "temporada de caza deportiva menor" para el periodo comprendido entre el 1 de mayo y el 15 de agosto de ese mismo año, y prohibía la caza mayor "en todo el territorio de la Provincia de Salta". Es decir que hubo veda todo este tiempo. Ambiente indicó que el lunes se publicaría la habilitación de la temporada de caza de este año.
La ley nacional 22.421, de Conservación de la Fauna, dada el 5 de marzo de 1981, establece que "Todos los habitantes de la Nación tienen el deber de proteger la fauna silvestre".
Salta tiene una norma anterior, la ley 5513, del 26 de diciembre de 1979, de Conservación de la Fauna Silvestre, que declara de "interés público la fauna silvestre, acuática o terrestre, que temporal o permanentemente habita en el territorio de la Provincia, así como su conservacionismo, propagación, repoblación y aprovechamiento racional".
Esta ley dispone que quienes deseen cazar o pescar deberán "deberán inscribirse en los registros que a tales efectos habilitará el organismo de aplicación" y que deberán obtener "un permiso o licencia intransferible" para llevar a cabo estas actividades.
También diferencia tres tipos de caza: deportiva, comercial y científica. En su artículo 14 prohíbe "en todo el territorio provincial la caza de animales de la fauna silvestre, como así también el tránsito, comercio, tenencia e industrialización de cueros, pieles o productos de ella y la destrucción o captura de sus crías, nidos, huevos y guaridas".