“Soy aquel niño, soy aquella niña que, jugando a ser, lejos de esa jaula que atrapa y lastima, solo intenta jugar”, escribe Alexa Pettone y despliega una caricia sobre su infancia y muchas otras. Alexa tiene 34 años, es oriunda de San Pedro y en 2015 se convirtió en la primera mujer trans en ser aceptada por la Confederación Argentina de Patín Carrera. Para ella los patines fueron una gran compañía en diferentes etapas de su vida y las alas que le permitieron volar cuando el mundo hostil no la dejaba salir. “A mí el patín me abrazó de diferentes maneras. En primera instancia fue mi mamá quien, sin buscarlo, me acercó al patinaje a los 8 años, logrando separarme del binarismo del deporte y evadiendo la obligación de jugar al fútbol por ser varón. A partir de ahí crecí en la disciplina y comencé a entrenar de manera profesional en el Club Paraná de San Pedro, hasta que en la adolescencia, con la irrupción de mi identidad de género, me alejé de las competencias porque no me sentía identificada con la categoría masculina a la que debía representar”, cuenta la especialista en velocidad que en 2017 y 2019 se consagró como ganadora en las carreras de 300 y 500 metros del Torneo Nacional de Patín.
Si bien nunca dejó de practicar, la sanción de la Ley de Identidad de Género y una competencia amateur ganada en la categoría femenina fueron la chispa que encendió aquello que no se había apagado: fogueada por el impulso de esa victoria y abrazada por su entorno, Alexa decidió contactarse con el Coordinador de la Confederación Argentina de Patín, Esteban González, para competir de manera profesional como mujer. La respuesta fue un sí rotundo y a partir de ese momento, aunque entrenando en su ciudad natal, la joven comenzó a representar al Club Cermun de José C. Paz bajo las órdenes de la entrenadora Andrea González, multicampeona de patín. “Volver a las pistas siendo Alexa fue un reconocimiento personal y colectivo”, dice mientras recuerda los nervios al encarar su primera carrera profesional, en el Torneo Metropolitano de la Confederación, en Escobar. Sin embargo, la patinadora reconoce que es afortunada, ya que muchas personas trans deben recurrir a la justicia para ejercer su derecho. “Al principio tenía miedo a ser discriminada, apartada, rechazada, todas las cosas a las que las personas trans estamos acostumbradas. Por suerte no me pasó nunca dentro de las competencias pero sí en San Pedro, porque nadie es profeta en su tierra”, asegura y comenta cómo en su momento debió escuchar comentarios sobre la fuerza o la diferencia física entre las mujeres cis y trans.
En cuanto a las medidas que se deben tomar para que las infancias trans se sientan incluidas en el deporte, la patinadora que, a pesar de la suspensión de las competiciones por la pandemia, sigue perteneciendo al Club Cermun –con el que recolectó victorias en Torneos Metropolitanos y Amateurs–, asegura que la única manera de deconstruir el machismo es aplicar políticas públicas que ayuden a desaprender lo normativizado e imaginar otros horizontes posibles, con más mujeres y disidencias en los puestos de decisión: “El hecho de que las deportistas trans nos podamos empezar a visibilizar ayuda un montón a deconstruir el seno del deporte en las infancias. El deporte es un ambiente supermachista, donde la mayoría de los puestos de poder son ocupados por varones. Necesitamos más mujeres y disidencias para empezar a desaprender muchas cuestiones que están naturalizadas y que en las pistas se transforman en violencia. Un paso gigante es lo que pasa hoy con el fútbol femenino. Eso ya abre una gran perspectiva”, puntualiza.
Además de su actividad deportiva, Alexa siempre quiso ser actriz y está cumpliendo su sueño de la mejor manera: hace unas semanas terminó de rodar "Yo nena, yo princesa", el film protagonizado por Eleonora Wexler y Juan Palomino que relata la historia Luana, la primera niña trans en obtener su DNI rectificado bajo la Ley de Identidad de Género. Si bien el elenco ya estaba completo, cuando su director, Federico Palazzo, conoció a Alexa, intervino especialmente para que formara parte de la película. “Así entré a contar la historia de Luana, personita que conozco y amo. ¿Cómo no comprometerme con eso? Todo cerraba perfecto y nada mejor que comenzar mi carrera actoral en el cine nacional”, cuenta la joven, que encarna a una de las psicopedagogas de la protagonista.
Para la patinadora, los logros no son personales sino colectivos, por eso antes de terminar la entrevista remarca que es fundamental que se escuchen las voces trans para entender su realidad y proyectar otra humanidad. “Las chicas trans tenemos muchos sueños pero llegar a cumplirlos en este sistema expulsivo es difícil. Yo siempre quise ser actriz. La gente me pregunta por qué tardé tanto en hacerlo, pero la verdad es que en la adolescencia las personas trans estamos luchando por ser quienes somos y este sistema tan acelerado no nos espera. Cuando los pibes y pibas de 16 años están pensando qué carrera elegir, nosotras no sabemos quiénes somos o no lo podemos expresar. Esas demoras te hacen perder ese período lleno de ganas de buscar”, finaliza.
*Dalia Cybel