Por Oliver Carroll *
Sorprendido por los titulares de todo el mundo, el autócrata presidente de Bielorrusia Alexander Lukashenko viajó el viernes a Sochi en busca de garantías y apoyo de su aliado más cercano, el ruso Vladimir Putin. Las conversaciones, que tuvieron lugar en el balneario de la ciudad de Sochi en el Mar Negro, fueron planificadas mucho tiempo atrás. Son la tercera serie de conversaciones que se llevan a cabo este año, lo que refleja la creciente dependencia de Moscú del líder que lleva 27 años al mando de Bielorrusia.
Los principales puntos de conversación apenas difirieron de los de reuniones anteriores: más efectivo para Bielorrusia e integración política para el Kremlin. Pero las consecuencias del secuestro del avión de pasajeros de la semana pasada y el arresto del periodista bielorruso crítico con el poder, Roman Protasevich, y su novia rusa Sofia Sapega, agregaron un fuerte telón de fondo a las discusiones, sumado a las nuevas sanciones anunciadas por la Unión Europea.
Putin y Lukashenko reanudaron el sábado sus negociaciones en el balneario ruso de Sochi, que comenzaron en la tarde del viernes y se prolongaron por más de 5 horas, según fuentes oficiales. Un canal de Telegram afín al mandatario bielorruso informó que las conversaciones del sábado se celebraron en un ambiente informal y publicó una imagen en la que Putin y Lukashenko están conversando a bordo de un yate.
Según el vocero del Kremlin, Dmitry Peskov, la reunión entre ambos líderes fue "constructiva". Peskov subrayó que Bielorrusia había proporcionado a Rusia "toda la información" necesaria acerca del incidente con el avión de Ryanair, pero en caso de que hubiera tal necesidad, podría aportar "más datos". Hasta ahora, el Kremlin se ha abstenido de criticar públicamente la narrativa oficial bielorrusa, que afirma que se envió una amenaza de bomba desde Suiza. La alegación ha sido rechazada por los suizos.
Para el controvertido presidente bielorruso, se trata de conversaciones decisivas. La no reformada economía bielorrusa ya estaba pasando apuros antes del incidente de Ryanair. Se dice que faltan solo dos semanas para que la Unión Europea imponga nuevas y duras sanciones a exportaciones clave del país.
Respecto a esas sanciones contra Bielorrusia, la canciller alemana Angela Merkel consideró este lunes que son "correctas" y "necesarias" tras la "lamentable" acción del gobierno de Minsk. En la misma sintonía el presidente de Francia, Emmanuel Macron, argumentó que las medidas eran necesarias ante la "intrusión inaceptable" de Minsk.
Gorra en mano, Lukashenko admitió el fin de semana que necesita más efectivo ruso para evitar un "colapso" económico. Si de alguna manera le preocupa no obtener lo que quiere de Vladimir Putin, ciertamente no lo viene demostrando. En una rueda de prensa improvisada en el aeropuerto de Minsk antes de abordar su avión con destino a Sochi, el autoproclamado dictador reprendió a su ministro de Finanzas, que se había "atrevido" a desearle suerte en las negociaciones.
"Suerte es una palabra que te aconsejarían que te guardes para vos", dijo Lukashenko. "Las decisiones serán las que yo diga que serán. Simplemente las presentaré como un hecho. Puedo abrir cualquier puerta rusa de una patada, y ellos lo saben bien", agregó.
El exdirector de una granja colectiva soviética históricamente ha logrado extraer mucho de las negociaciones con el Kremlin. Según David Marples, profesor de la Universidad de Alberta, Canadá, sus tácticas de jugar "este contra oeste", mientras prometían una mayor integración, le permitieron salirse con la suya ante la furia de muchos en el Kremlin.
Pero el comportamiento reciente de Lukashenko ha cambiado los fundamentos de esa ecuación. Por un lado, ya no tiene a Occidente para jugar en las negociaciones. Por otro lado, incluso los funcionarios del Kremlin comienzan a preguntarse si el costo de la integración vale la pena.
"Hay una sensación cada vez mayor de que Lukashenko ha tomado a Moscú como rehén", dice Konstantin Kalachev, experto en política con sede en Moscú. "La sensación dentro del Kremlin es la preocupación: no puedes no apoyarlo, pero tampoco puedes apoyarlo", añade.
De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12. Traducción: Celita Doyhambéhère.