Sin repetir y sin soplar, contestá antes de pestañear: ¿cuántos idiomas oficiales se hablan en el Cono Sur? La mayoría responderá lo evidente: el español domina casi todos los países de Sudamérica, aunque el portugués, solo por ser la lengua de Brasil, ocupa la mitad del territorio subcontinental. OK: ¿dos, entonces? Error. Son cinco, aunque tres se los reparte una región que tiene la misma superficie que las provincias de Buenos y La Pampa juntas. Tres lenguas para tres pequeños países que fueron colonias europeas, y uno de ellos (Guayana Francesa) aún territorio ultramarino de la Unión Europea. ¿Europa en Sudamérica? Y sí.

Descartando a la pequeña Guayana, que pertenece a Francia (no confundir con Guyana, de habla inglesa, independizada del Reino Unido en 1966 pero con territorios reclamados por el vecino Venezuela), el país más chico de la región es Surinam, que bien podría caber en la extensión de Córdoba. Y su lengua principal es el neerlandés, porque durante cuatro siglos la región fue tironeada entre el Reino Unido y los Países Bajos, hasta que éstos últimos le concedieron la independencia en 1975, plena época de movimientos guerrilleros, golpes de Estado y el dominio asfixiante de Estados Unidos en toda Latinoamérica.

De todo eso quedó un cosmopolismo reflejado principalmente en Paramaribo, su capital, donde conviven descendientes de esclavos africanos y sirvientes indios e indonesios, hijos y nietos de colonos holandeses y tribus indígenas. Además tiene playas paradisíacas contra la costa sur del Atlántico Norte que se extienden por casi 400 kilómetros, algo así como los que hay entre San Clemente del Tuyú (primera ciudad balnearia que aparece cuando se acaba el Río de la Plata y comienza el Mar Argentino) y Miramar. Pero el 94 por ciento del territorio de Surinam es dominado por una frondosa selva tropical. El país de los "cien tonos de verde" es un verdadero pulmón de oxígeno lleno de animales exóticos. Entre ellos, varias especies de monos.

Lastrando los monos

En 2009, Víctor Chacón se recibió de escenógrafo e iluminador en La Plata y como premio decidió viajar a Venezuela para recorrerla. En el trip conoció a los indios pemones, habitantes originarios de la sabana, quienes le dijeron que, en una época, la zona era dominada por monos. "¿Y dónde están?", preguntó Víctor, sorprendido por no haberse cruzado a ninguno. "Ya no quedan más", le respondió uno de los indios. "Se los comieron a todos."

Surinam no colinda con Venezuela, aunque está cerquita, a apenas 300 kilómetros de distancia. Y también tiene sabana. Y monos. Entonces Chacón imaginó ahí la ambientación de una obra en la que un circo de gira por Sudamérica queda varado en el medio de la nada, luego de que se le rompe la camioneta que transporta al elenco. Fue un trabajo para su siguiente estudio, la Maestría en Dramaturgia en la UNA.

Tras abandonar Brasil, al circo de los hermanos Mancuso le decomisan en la frontera surinamesa gran parte de la comida que llevaban encima. Cuando se les queda el vehículo dentro del nuevo país del tour, la noche ya estaba avanzada. No importaban las playas tropicales del norte, la fauna exótica, los cien tipos de verdes de la selva ni el cosmopolismo de un país regado por numerosas influencias culturales. En medio de la sabana todo fue oscuridad, miedo… y hambre.

Surinam, porque algo hay que comer es el nombre completo de la obra. Y lo único que quedaba para comer… era el mono que integraba el elenco del circo. "Cuando tenés hambre, no hay buenos ni malos: hay… hambre", sostiene Chacón. La resolución de este dilema entre el afecto al simio y la languidez estomacal se iba a definir el 7 de abril del año pasado, fecha de estreno de la puesta ensayada durante gran parte del 2019. El lugar sería el teatro bar Nün de Ramírez de Velazco y Scalabrini Ortíz, Villa Crespo. Pero, claro, vino la cuarentena y lo que ya sabemos.

La compañía siguió ensayando vía Zoom un guión que Chacón define como post-grotesco criollo: "Sacar risa de situaciones terribles que nadie quiere transitar, y mucho menos con humor. Pero, a veces, la risa surge de la incomodidad", dice el director. Finalmente, este 2021 parecía ser el año del estreno. La fecha: el 2 de mayo. Luego el 9. Después el 23. Todas canceladas por las nuevas restricciones de la segunda ola.

Mientras tanto, el mono sigue vivo, disfrazando de realismo absurdo el humor negro de Surinam…, una obra tan varada como aquel circo de los hermanos Mancuso en la sabana del norte sudamericano. "Y que, tal vez… no se estrene nunca", ironiza Chacón, mientras espera que la post-normalidad le abra las puertas a su ficción.