Desde Santiago
A su manera, el presidente de Chile pidió tibias disculpas por su gestión durante el Estallido Social iniciado el 29 de octubre de 2019 —y que lo tuvo al borde de la destitución—y la pandemia, en su última cuenta pública este martes a las 15:00 horas de Chile (16 de Argentina) en el Congreso Nacional y con todas las medidas de seguridad tanto por la covid-19 como ante posibles protestas fuera del recinto.
"Han sido 20 meses de adversidades para nuestro país, para las familias chilenas… (Como gobierno) hemos entregado lo mejor de nosotros mismos, sin escatimar ningún esfuerzo ni sacrificio. Y hemos actuado siempre dentro del marco de la Constitución, las leyes, el Estado de derecho y el respeto a las personas. Sin duda nos hemos equivocado. Muchas personas sienten rabia y frustración porque no siempre recibieron las ayudas que necesitaban en el momento oportuno: a ellas les pedimos perdón”
Estas palabras de alguna forma buscaban calmar a la oposición que exigía que se hiciera responsable por su actuación durante una revuelta nunca vista en la historia reciente de Chile, que dejó decenas de fallecidos por parte del ejército y carabineros (además de centenares de jóvenes con daños oculares producto de los balines y que sólo fue contenido por el confinamiento generado por la pandemia.
“Ola irracional de violencia”
Para tener tranquila a la derecha, Piñera inmediatamente habló de la “ola irracional de violencia” de esos días. Y apuntó hacia un relato más acorde a su sector que, por cierto, no es muy amigo de los mea culpas. "Apenas establecimos el Estado de Emergencia redoblamos nuestra preocupación y ocupación por asegurar el pleno respeto de los derechos humanos de todos. Es así como colaboramos y dimos todas las facilidades a organismos autónomos del Estado como el Instituto Nacional de Derechos Humanos y la Defensoría de la Niñez, para que pudieran cumplir a cabalidad su importante y fundamental misión. Además, invitamos a Chile a Organismos Internacionales de Derechos Humanos como el Alto Comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, la Organización Human Rights Watch, para que pudieran observar, en el terreno y con total libertad y autonomía, lo que estaba sucediendo en Chile, y acogimos sus recomendaciones para fortalecer la protección de los derechos humanos".
Además de señalar que todos los gobiernos desde el retorno a la democracia han tenido “grietas” que se deben “reconocer” y señalar al Sename (Servicio Nacional de Menores) como ejemplo de estas falencias, rápidamente cambió el mea culpa por mirar hacia futuro. Así, el resto del discurso, que duró cerca de una hora y 40 minutos, resaltó “el espíritu de diálogo y acuerdos es el que necesitamos para construir el Chile del futuro que se apronta a iniciar una nueva etapa”, hizo declaraciones progresistas (“Ha llegado el tiempo del matrimonio igualitario en nuestro país”) y celebró que exista una nueva ley de migración, la existencia de 320 liceos públicos de excelencia, un sistema de protección a la clase media y un impulso en el Plan Araucanía. Esto último no deja de ser curioso ya que por un lado destaca “la identidad, la historia, la cosmovisión del pueblo mapuche y de todos nuestros pueblos originarios” al mismo tiempo insiste en que es una zona conflictiva de narcotráfico donde campea “la violencia y terror”.
Vacunación: el legado
A cuatro meses de la elección presidencial, el discurso tenía mucho de despedida a una aventura que lo tuvo al mando del país por segunda vez. Sobre la pandemia —con los números de contagios disparados— sólo tuvo como remedio volver a lo que buscaba dejar como “legado”: la vacunación. "Al comienzo debimos negociar y asegurar la compra de proyectos de vacunas, cuyas pruebas clínicas aún no se habían completado y no contaban aún con la autorización de los organismos sanitarios especializados. Finalmente, concentramos nuestros esfuerzos de adquisición en cuatro vacunas que nos parecieron las más promisorias: Pfizer-Biontech, Sinovac, AstraZeneca-Oxford y Cansino, todas ellas ya aprobadas por el Instituto de Salud Pública. Todas estas decisiones de compra significaron riesgos, pero lo más importante, están salvando vidas".
El discurso, que con los años ha dejado de ser un rito que se transmitía en cadena nacional la mañana del 21 de mayo —feriado en Chile donde se conmemora el Combate Naval de Iquique, hito clave en la Guerra del Pacífico del siglo XIX— actualmente es casi una obligación donde se hacen promesas y se autoreconocen triunfos. Esta vez, no fue la excepción.