La edición del ensayo Hudson a Caballo, colaboración entre la editorial porteña Leviatán, la catamarqueña Maíz Rojo y el Senado, con prólogo de Horacio González, abrió las puertas a este proyecto editorial que hace justicia a uno de los autores argentinos más importantes del siglo XX.
Tanto la poesía de Luis Franco, como su ensayos, trazan en el mapa literario del país un pensamiento vital, donde lo universal se religa a la fuerza de la naturaleza. Poética que se abre a ese universal desde un territorio concreto, el noroeste argentino.
De este modo, el Senado de la provincia comenzó un proyecto que incluye, además de la impresión, la digitalización de los libros del escritor nacido en Belén el 15 de noviembre de 1898.
Leopoldo “Lito” Franco, hijo del escritor, cedió los derechos de autor. El proyecto incluye la distribución gratuita para casas de estudios, escuelas, y acciones sin fines de lucro.
A 33 años de la muerte del poeta, Catamarca/12 habló vía telefónica con su hijo, quien a los 70 años sigue viviendo en Ciudadela, localidad que eligió el escritor para residir en Buenos Aires.
“Vivo en su propia casa. Vivió toda su vida en Ciudadela y murió en un departamento en el centro de Buenos Aires”. Aclaró el hijo, recordando que hay un mito que dice que el poeta murió en un asilo de Ciudadela, mientras da las coordenadas del departamento de calle Junín y Córdoba en la Capital Federal, donde Luis Franco vivía con su compañera. Allí lo encontró sin vida el escritor y amigo Carlos Penelas, el 1 de junio de 1988.
Los restos de Luis Franco fueron trasladados a Belén en 2011, sin embargo, hasta ahora ningún proyecto editorial institucional se había encargado de su obra de una forma sistemática. En la provincia ha sido la editorial Sarquís la que ha publicado antologías y algunos de sus libros.
“El tiempo dirá si resultó el hecho de llevarlo a Belén, él quería que lo incineren y lo esparzan en un cerro”, recordó el hijo.
Confiesa que como hijo prefirió guardar la memoria y rememora la finca de Belén, donde iba de niño con su padre. “Hasta mis nueve años mi papá conservaba la finca en Belén, mi padre no solo escribía, hacía trabajo de campo y de riego. Me contagió la humildad, me enseñó a ser libre, no estar apegado a un partido político, no soy creyente, lo que se necesita una fortaleza espiritual, me enseñó a trabajar con las manos”, dice orgulloso.
“Lito” no solo conserva la casa paterna, sino casi toda la biblioteca del escritor, manuscritos y libros entre los que destaca los de “sus amigos René Favaloro, Alejandro Gómez, vicepresidente de Frondizi, y Silvio Frondizi, asesinado por la triple A en el 74”.
Si bien la dimensión literaria de Luis Franco merece a estas alturas una edición crítica de las obras completas, su hijo y albacea reconoce que “los libros casi no se venden, la educación está un poco deteriorada, hay un montón de factores que colaboran para que la gente no lo lea”, reconoció con tranquila humildad.
Por su parte, el secretario parlamentario del Senado, Franco Guillermo Dré, destacó que la biblioteca de la Cámara Alta tiene la colección completa de las obras del escritor. Estos volúmenes ya se están digitalizando. En tanto, el proyecto original, promovido por el vicegobernador Rubén Dusso, era publicar un libro cada seis meses, pero en el contexto de la pandemia, ahora se pretende publicar uno al año. Dré destacó que, tal como ocurrió con Hudson a caballo, la reedición de las obras contarán con estudios preliminares.