Luján tiene 17 años. Es de un pueblito con poco más de 500 habitantes de Ambato, Catamarca. A los doce su mamá comenzó a enviarla a pasar temporadas a una cabaña alquilada con un tío que venía del litoral. “Era muy bueno conmigo, me compró una bici y zapatillas”, recuerda Luján.
La Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), difundió un trabajo en el que evidencia las uniones entre niñas y adultos, una práctica que se desarrolla en el país de manera corriente y naturalizada en muchas regiones.
El relevamiento “Previniendo el matrimonio y las uniones infantiles: Una forma de violencia contra las mujeres y niñas en la Argentina”, muestra que en Catamarca, según el último registro, 1366 niñas o adolescentes se encuentran en matrimonio con adultos.
Cecilia Correa, integrante de FEIM, en entrevista con el informativo La Brújula de Radio Valle Viejo, consideró que probablemente los números actuales sean aún mayores: “Los datos que tenemos son del Censo 2010, así que cuando tengamos los datos del último censo que fue cancelado por el covid, probablemente los datos se dupliquen, entonces va a ser una foto más escalofriante aún”.
La investigadora de género, aseguró que en Argentina “casi el 5% de niñas o adolescentes menores de 18 años están viviendo con parejas con las que tienen una diferencia de edad de entre dos y quince años de edad, y que esto concita una desigualdad de género en los ámbitos públicos y privados”.
Remarcó, además, que si bien Argentina tiene un buen marco normativo de protección para niñas, niños y adolescentes, hay una importante carencia en cuanto a datos con perspectiva de género, por lo tanto solo tienen registro de las uniones de 14 años en adelante.
No existen registros de casos de matrimonios de menores de esa edad, sin embargo no por eso se descarta que existan uniones, ya que aún existen muchas prácticas culturales que los avalan. La investigadora subrayó que estas uniones se dan principalmente en las zonas fronterizas de la región conocida como el Gran Chaco, y que en Catamarca El Alto y La Paz son los departamentos con mayor promedio de matrimonio infantil.
En El Alto la tasa de uniones infantiles es de 5,6% . De 251 niñas, 15 viven en uniones tempranas. “Por ahí no son grandes números, pero es un análisis interesante a nivel micro”, detalló la especialista. En La Paz - siempre según los últimos registros -, hay 2100 niñas, de las cuales más del 5% están en uniones tempranas.
En relación con La Paz, mencionó como factor la cercanía a Santiago del Estero, que es el lugar con más casos en el noreste. La provincia de Catamarca se encuentra cuarta en la región en la tasa de frecuencia de matrimonios infantiles en el NOA con un 4,4%. La preceden Santiago del Estero con 5,3%, Salta con 5% y La Rioja con 4,9%.
“El estudio tiene una mirada interseccional. A medida que nos adentramos más, vemos que las distintas comunidades tienen sus particularidades y esto entra en juego en la cuestión cultural. Pero además está normalizado enviar a niñas con adultos para “salir del pueblo”, con la creencia de que esto puede mejorar su calidad de vida. Nosotros entendemos esto como violencia de género invisibilizada y naturalizada”, explicó.
Para la especialista es indispensable trabajar con los estereotipos de género y los roles sociales para poder empezar a desnaturalizar estas prácticas.
Matrimonio Infantil
Su tío quiso llevarla al litoral pero Luján no aceptó. En su fiesta de quince, Luján tuvo relaciones con un primo, a los pocos meses se embarazó. El primo, que era de un pueblo cercano y un año más grande que ella, se asustó. La mamá de Luján le dijo que la iba a acompañar y que a su hijo no le iba a faltar nada. Cuando nació el primero de sus hijos, Luján ya estaba conviviendo en la casa de su mamá con sus hermanos y su primo que se había instalado en una piecita con ella. Luján dejó la escuela. A los dos años quedó embarazada de nuevo. La pandemia le permitió retomar a primer año de manera virtual, pero no tiene mucho tiempo para estudiar y no sabe qué va a hacer cuando vuelvan las clases presenciales.
La alianza global Girls not Brides trabaja en todo el mundo con más de 1500 organizaciones de la sociedad civil para terminar con el matrimonio infantil y permitir que niñas y niños desarrollen su potencial. En su trabajo “Los matrimonios y las uniones infantiles, tempranas y forzadas y los marcos normativos”, considera que es Matrimonio Infantil (MI) toda unión formal o informal en la que una o ambas partes tienen menos de 18 años. Es considerado como forzado, si uno o ambos intervinientes no consintieron libremente. En menores de 15 años se considera siempre forzado, ya que no tienen capacidad de consentir.
FEIM relevó que entre las consecuencias más comunes del MI están el abandono escolar, la maternidad adolescente, el aumento de la violencia de género y un mayor riesgo de Infección con VIH.
Algunas de las conclusiones provisorias del estudio de FEIM, arrojan que el matrimonio o las uniones convivenciales infantiles se consideran pertenecientes al ámbito familiar y privado. Los mandatos culturales y ancestrales existentes aún en muchas provincias y los roles estereotipados de género contribuyen a propiciar la persistencia y naturalización de estos matrimonios o uniones a edades tempranas en la sociedad.
Regiones más afectadas
Las provincias de Misiones, Chaco y Formosa lideran las cifras de niñas y adolescentes madres que viven en matrimonio o convivencia.
Se analizaron los problemas más frecuentes que conlleva el matrimonio o las uniones en la adolescencia, entre ellas la violencia que padecen las chicas en mayor medida, con un claro predominio en las regiones de NEA y NOA.
Alrededor del 80-90% de las niñas y adolescentes conviven con el agresor y en la mayoría de los casos de violencia o femicidio se dan en los mismos hogares o de familiares próximos.
La violencia contra las niñas menores de 14 años es ejercida por los padres o padrastros y en las adolescentes de 15 a 18 años, varones jóvenes entre 18 a 29 años. Esta violencia creció a partir del aislamiento por covid.
El tipo de violencia que prima es la física y psicológica, pero también inciden violencias de tipo simbólica, sexual y económica, especialmente para el rango de 15 a 19 años.
Es necesario un análisis sobre la interseccionalidad de las niñas y adolescentes víctimas de violencia (migrantes, indígenas, con discapacidad). Si bien en las regiones de NEA y NOA, el factor cultural y étnico influye en las altas frecuencias, debido a la migración a otras provincias es difícil saber en qué medida siguen pesando estos factores en otras áreas. La pobreza es un determinante también de estas uniones o matrimonios.
El aislamiento, la restricción de la libertad y el embarazo posicionan a las niñas y adolescentes en una relación desigual de poder con sus parejas y con la imposibilidad de poder acceder a información, atención de su salud, educación y a sus redes familiares, volviéndose un círculo peligroso de violencia. Esto último se vio incrementado con la pandemia.