A días de que la ingeniería argentina celebre su 151 aniversario, distintos referentes del sistema universitario nacional concuerdan en que es tiempo de rever los diseños académicos. Frente al cambio de paradigma formativo que supone la aprobación de los estándares de segunda generación para la acreditación de carreras de ingeniería, evalúan la posibilidad de diseñar planes que contemplen ciclos, itinerarios o trayectos que permitan otorgar habilitaciones profesionales certificadas.
Tras diversas instancias de análisis, el Ministerio de Educación de la Nación aprobó “los contenidos curriculares básicos; la carga horaria mínima, los criterios sobre intensidad de la formación práctica y los estándares para la acreditación” de distintas carreras de ingeniería. Las modificaciones, que se formalizaron mediante las resoluciones publicadas el 18 de mayo pasado en el Boletín Oficial, cristalizan las definiciones dadas por el Consejo de Universidades (CU) en sus reuniones plenarias del 18 de noviembre de 2019 y el 15 de diciembre de 2020.
En diálogo con el Suplemento Universidad, el presidente del Consejo Federal de Decanas y Decanos de Ingeniería (Confedi), Oscar Pascal, señaló que la iniciativa “persigue el objetivo de actualizar el modelo de formación de ingenieros e ingenieras y se propone consolidar un modelo de aprendizaje centrado en los y las estudiantes”. Asimismo, “define un enfoque basado en competencias, asegurando el cumplimiento de las actividades reservadas para las titulaciones”, explicó Pascal, quien también es decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ).
El 6 de junio de 2018, el Consejo Federal de Decanas y Decanos de Ingeniería (Confedi) presentó una propuesta de estándares de segunda generación ante el Ministerio de Educación, el CU, el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y el Consejo de Rectores de Universidades Privadas (CRUP). El documento, conocido como el “Libro Rojo de Confedi”, se ve reflejado en los anexos que acompañan las resoluciones ministeriales. En ese sentido, Pascal destacó que “la propuesta del Confedi se ha transformado en estándares”, los cuales “constituyen un escenario propicio para la innovación en las carreras de ingenierías”.
Los estándares de segunda generación plantean que los contenidos definidos para cada uno de los bloques curriculares “podrán distribuirse libremente a lo largo del plan de estudios de la carrera, de forma tal que contribuyan a desarrollar las competencias mínimas e indispensables para el correcto ejercicio de las Actividades Reservadas al título”.
Otro aspecto para destacar es que “las carreras podrán reconocer la contribución al desarrollo y fortalecimiento de estas competencias necesarias para el cumplimiento de las Actividades Reservadas logrado a través de actividades prácticas realizadas fuera de los espacios académicos”, ya sea en el “campo laboral” o “en el marco de actividades universitarias extracurriculares, solidarias o de actuación ciudadana, entre otras”.
Asimismo, los planes de estudios deberán “incluir instancias supervisadas de formación práctica para todos los alumnos”, que podrán “distribuirse libremente a lo largo de la carrera” y “realizarse en diferentes espacios físicos (aula, laboratorio, campo u otros), propios o no, y con diferentes medios (instrumental físico, virtual, remoto o simulación), propios o no”.
Títulos habilitantes
Ante el nuevo escenario que plantean los estándares de segunda generación, diferentes referentes del sistema universitario nacional coinciden en la necesidad de diseñar planes de estudio que contemplen “ciclos, itinerarios o trayectos” que permiten “otorgar titulaciones con alcances para el ejercicio laboral y no sólo a los efectos de un reconocimiento académico”.
En diálogo con este Suplemento, el secretario de Políticas Universitarias, Jaime Perczyk, consideró crucial “actualizar la propuesta para vincular las ingenierías, las carreras técnicas y los títulos” y señaló que se encuentran “trabajando en mecanismos de reconocimiento de saberes, que recuperen una tradición que tenía el sistema universitario argentino donde no solo se reconoce el conocimiento validado por el sistema educativo, sino que también tiene en cuenta los saberes que los trabajadores y las trabajadoras tienen, producto de su experiencia” como tales. “Creemos que es fundamental que las universidades construyan esos espacios de reconocimiento de saberes”, enfatizó.
Según el presidente del Confedi, la incorporación de “títulos técnicos o equivalentes habilitantes” funcionarían “como incentivo, al otorgar progresivamente reconocimientos intermedios hasta la finalización de la carrera”. Ello requiere "actualizar las propuestas para que el sistema universitario pueda formar profesionales capaces de integrarse rápidamente al mercado laboral” e “incrementar el diálogo con el sector productivo y los consejos y colegios profesionales, en tanto actores que conocen cuáles son las necesidades del mundo del trabajo”.
En esa línea, Jorge Steiman, ex director nacional de Gestión Universitaria, sostuvo que “justicia social, bien y ética conforman un trinomio inseparable a la hora de pensar tecnicaturas”, pues los y las estudiantes “que han pasado un largo tiempo en la universidad y han desarrollado un conjunto de saberes y ciertas competencias para el trabajo específico, si no llegan al fin de su carrera, no obtienen nada y eso no es justo”.
En el marco de la mesa “Transformaciones necesarias”, que tuvo lugar durante la 69° Asamblea Plenaria del Confedi, Steiman afirmó que la “decisión político-académica” de otorgar titulaciones de tecnicatura universitaria, ya sean finales o intermedias, implica “un proceso de análisis, planificación y desarrollo curricular específico”.
“Hay que pensar la secuencia en que aparecen los componentes de materias en el plan de estudio, porque la tradición indica que la formación básica está en primer y segundo año, se van desagregando después las tecnologías básicas y, finalmente, las tecnologías aplicadas", detalló el especialista y enfatizó: “Si queremos egresar un técnico no va esa secuencia”. En ese sentido, la nueva normativa podría contribuir a “desagregar la formación básica”, pues permite la libre distribución de los contenidos de cada bloque -Ciencias Básicas de la Ingeniería; Tecnologías Básicas; Tecnologías Aplicadas, y Ciencias y Tecnologías Complementarias- a lo largo del plan de estudios.
El 6 de junio de cada año se celebra el Día de la Ingeniería Argentina porque en esa fecha, pero de 1870, egresó del Departamento de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires el primer ingeniero civil del país: Luis Augusto Huergo.
Asimismo, otro desafío será definir los alcances de las titulaciones. Si bien distintas facultades ofrecen títulos técnicos intermedios de carreras de ingeniería, la normativa vigente limita sus habilitaciones profesionales.
El artículo 29 de la Ley de Educación Superior (LES) establece que las universidades, en el marco de su “autonomía académica e institucional”, otorgan “grados académicos y títulos habilitantes”. En tanto, el artículo 43 determina, que “cuando se trate de títulos correspondientes a profesiones reguladas por el Estado, cuyo ejercicio pudiera comprometer el interés público poniendo en riesgo de modo directo la salud, la seguridad, los derechos, los bienes o la formación de los habitantes” el Ministerio de Educación debe fijar, en acuerdo con el Consejo de Universidades, “las actividades profesionales reservadas”. Éstas constituyen “un subconjunto limitado dentro del total de alcances de un título”.
“La historia aquí era que si una profesión guardaba para si, por el articulo 43, la reserva de una acción grande y de un objeto grande, todo lo que estuviera incluido en esa acción grande y en ese objeto grande, por más pequeño que fuere, correspondía ser una actividad reservada y ningún otro profesional podía desarrollar esa acción”, sintetizó Steiman y manifestó que se trata de una “injusta segregación” por la que los técnicos universitarios se ven “degradados a no realizar actividades independientes, sino al amparo de un profesional que dirija ese trabajo”. En otras palabras, “hace que los alcances definidos para un técnico sean ‘colaborar con’, ‘formar parte de’, ‘integrar equipos para’. Nunca decidir por sí y eso no es justo”.
Según el ex director nacional de Gestión Universitaria, a la hora de “destrabar” habilitaciones para las tecnicaturas, “definir porciones, parcelas y recortes” de las acciones y los objetos sobre los cuales recaen las acciones es una solución posible.
Mejorar los procesos formativos para responder a los requerimientos actuales y futuros de la ingeniería implica pensar procesos de reconocimiento y validez nacional, y definiciones normativas que los acompañen.