“Poser! Blockhead! Riffraff! Jerk face!”, lanzan las implacables Linda Lindas en la canción que las ha puesto en el candelero; un track veloz, que no da tregua, donde este cuarteto californiano de punk-rock le canta las cuarenta a misóginos y racistas. El tema, sin más, se llama Racist, Sexist Boy, y está inspirado en un episodio que vivió una de sus integrantes, Mila de la Garza, con un compañero de escuela. La muchacha no había oído aún hablar del coronavirus cuando un párvulo le espetó que se mantuviera alejada porque era china. “No supe cómo reaccionar”, rememora hoy la cantante y baterista, que eventualmente canalizó la desazón vía musiquita, haciendo catarsis con una composición que excede el mero desquite: busca combatir la intolerancia, y de paso darse el gustito de “gritar, gritar mucho, dejar salir toda la frustración y todo el enojo acumulados”. Mila, por cierto, tiene… 10 años. Su hermana Lucia (guitarra y voz), 14; su prima Eloise Wong (bajo y voz), 13; y su amiga Bela Salazar (guitarra y voz), 16. Juntas, las revoltosas jovencitas forman este “grupo asiático y latino que bebe del espíritu del punk original, el power pop y el new wave”, conforme se presentan en su cuenta de Bandcamp. Cuenta donde habemus un EP homónimo y un manojo de sencillos: está Vote, escrito para alentar el sufragio en las últimas presidenciales (“una elección decisiva a la que quisimos aportar nuestro granito, ya que no tenemos edad suficiente para votar”); está Missing You, sobre añorar a sus amistades durante el confinamiento; está Monica, oda a la traviesa gata de Bela: “Knockin’ over things / Eating chicken wings / Sometimes you’re a brat / But you’re my favorite siamese cat”.
En su haber, además, covers de algunas de sus bandas preferidas, como Rebel Girl, de Bikini Kill, o Big Mouth, de The Muffs, que fueron parte del setlist que muy recientemente las catapultara a la repentina famita. “¿Hay algo más punk que adolescentes gritando en una biblioteca pública?”, se derritió la crítica tras viralizarse los pasados días el show que ofrecieron a principios de mayo en la L.A. Public Library, invitadas para celebrar el Mes de la Herencia Asiática. Un concierto que ha levantado tanta polvareda que, además de contar con varios millones de visionados, les ha significado importante fichaje: con el sello independiente Epitaph Records, fundado por Brett Gurewitz, guitarrista de Bad Religion. “En realidad, ya estábamos en tratativas desde hace unos meses”, aclaran ellas por si las mosquitas. Porque, ojo, no son novatas, tienen cierto kilometraje recorrido, además de contar con inmejorable asesoría: la del papá de Mila y Lucia, Carlos de la Garza, productor e ingeniero de sonido, con algún que otro Grammy en la repisa.
La banda (bautizada en honor al altamente recomendable film nipón Linda, Linda, Linda, de Nobuhiro Yamashita) dio sus primeros pasos en 2018, cuando se presentó en el festival Girlschool, compartiendo fecha con Best Coast, Karen O, etcétera. Le siguieron otros toques en, por supuesto, horario matiné (en uno, habiéndose quebrado varios dedos tras caerse de su scooter, la pequeña Mila no quiso suspender: completó el set dándole a la batería con una sola manita). Oficiar como teloneras para la pionera Alice Bag. Abrir para la legendaria Bikini Kill en el retorno del mítico grupo Riot Grrrl a los escenarios, tras dos décadas de pausa, invitadas por la mismísima Kathleen Hanna. En ese show en Hollywood Palladium estaba la actriz y directora Amy Poehler que, encandilada por la energía de las Linda Lindas, les propuso participar de su película Moxie. Asimismo la realizadora Sue Ding las convocó para que compusieran un tema para su documental The Claudia Kishi Club, acerca del personaje asiático de la famosa saga literaria El club de las niñeras…
Así las cosas, después de la megaviralizada
performance en la biblioteca de Los Ángeles sobrevino el alud de elogios de influyentes
personajes del mundillo: Awkwafina, Flea (Red Hot Chili Peppers), Tom Morello
(Rage Against the Machine), Hayley Williams (Paramore)… Racist, Sexist Boy ha sido definida como “la canción del año” por
el exlíder de Sonic Youth, Thurston Moore, que además de apuntar que “la
inspiración no conoce de edades”, ha notado lo que tantas otras personas: que el
hit instantáneo planta cara a una situación preocupante en Estados Unidos,
donde los crímenes de odio contra personas de origen asiático están en drástica
escalada. Según estimaciones oficiales, crecieron un 150 por ciento el pasado
2020 en comparación al año anterior, y el 2021 está probando ser aún más alarmante,
amén de sulfurados racistas que culpan a la comunidad asiática del “virus
chino” o la “Kung Flu”, como mentó el expresidente Trump al coronavirus, caldeando
los ánimos extremistas en los inicios de la pandemia. Sin más, entre los
ataques últimos, un tailandés de 84 años murió tras ser violentamente empujado
durante su caminata matutina; una mujer china de 89 fue prendida fuego por
jóvenes en Brooklyn; dos asiático-norteamericanas, de 85 y 63 años, fueron
apuñaladas en una parada de colectivo por un hombre que escapó a plena luz del
día… Con la chicharra chillando y chillando, Joe Biden debió tomar cartas en el
asunto, promulgando recientemente la “Ley de Delitos de Odio Covid-19”,
diseñada para facilitar la denuncia y mejorar el seguimiento de los delitos
racistas.