Kala azar, que significa “fiebre negra” en hindi, es el nombre de una enfermedad parasitaria transmitida por la mosca de la arena. También llamada leishmaniasis visceral, aunque no sea muy conocida en Occidente, es la segunda enfermedad parasitaria mortal en el mundo después de la malaria. La India, Bangladesh, Sudán del Sur, Etiopía y Brasil son los países más castigados, y la población más expuesta, la más pobre. Estrenada en la última edición presencial del prestigioso Festival de Cine Independiente de Rotterdam, Kala Azar no transcurre en la India, Bangladesh, Sudán del Sur, Etiopía o Brasil. Todo da a pensar que transcurre en Grecia. Los protagonistas se dedican a atender animales enfermos, pero no se sabe si están enfermos de kala azar o de cualquier otra cosa. ¿Por qué entonces Kala azar se llamará Kala azar? Tal vez por la misma razón por la que Brazil se llama Brazil, Japón, Japón o Francia, Francia. Por puro capricho.

La pareja protagónica se dedica a cremar mascotas muertas, recorriendo amplios trayectos por el interior de lo que parecería ser Grecia (aunque no hablan mucho, hablan en griego, y la luz de los parajes que atraviesan es mediterránea) a bordo de su espléndida 4 x 4. Algunos de sus clientes son algo extraños (una señora mete el brazo en una pecera) y sumamente distinguidos. También lo son los padres de ella, que en el baño tienen una ducha dorada, y ellos mismos, que hasta el salero que llevan en el auto para salar los huevos duros es de diseño. Un toque hip: ambos -ella muy bonita, él muy viril- usan el mismo modelo de campera. Tal vez se trate de hipsters zoológicos ambulantes griegos. El método que usan para cremar no parece muy ortodoxo: vuelcan todos los polvos en un jarrón, en lo que resulta una tumba colectiva crematoria.

Ambos protagonistas no hacen mucho más que eso, amén de hacer el amor mirándose a los ojos, en una escena innecesariamente larga, practicar la vertical con el pito colgando, curarse las heridas con pis y, a veces, pelearse. Cuando eso sucede, ella se saca la chinche de encima patinando, de noche y en bombacha, por una carretera vacía. En lo que parecería ser la escena culminante, una banda del ejército (o del Ejército de Salvación, o del correo) ejecuta un responso para una multitud de gallinas, en un gigantesco depósito. Las gallinas se calman en las partes más melódicas y se inquietan ante los pasajes más rechinantes. El padre de la chica está como de duelo cuando se las llevan. ¿Será que las gallinas tienen kala azar y van a eliminarlas? De ser así, ¿las cremarán?

La debutante Janis Rafaidilou (que firma coquetamente Rafa) filma con una elegancia distante, largos silencios y encuadres calculados. La clase de estética que suele impresionar como “autoral”, cuando tal vez sea meramente chic. Hay trabajadores turcos y campesinos que labran la tierra, como modo de recordar quizá que no todos son privilegiados en la Grecia post crisis del 2008.

KALA AZAR 4 PUNTOS

Países Bajos/Grecia, 2020

Dirección y guion: Janis Rafailidou

Duración: 91 minutos

Intérpretes: Penelope Tsilika, Dimitris Lalos, Michelle Valley, Tasos Rafailidis

Estreno en Mubi.