Como si la Corona británica no tuviera ya bastantes problemas por escándalos varios, se acaba de sumar que la familia real tuvo el aval político para quedar eximida de leyes que prohíben la discriminación en Gran Bretaña.
El diario The Guardian reveló en una investigación que esta fue una práctica usual hasta, por lo menos, fines de los 60, es decir, durante casi los veinte años iniciales de reinado de Isabel II. "Inmigrantes o extranjeros de color", según documentos a los que tuvo acceso el periódico, no eran admitidos en funciones oficiales en el Palacio de Buckingham. En algún momento, esto dejo de ser así, pero se desconoce cuándo.
De acuerdo al material que salió a la luz, el director financiero de la reina hizo saber a los funcionarios públicos, en 1968, que “de hecho no era la práctica nombrar inmigrantes de color o extranjeros” para trabajos de oficina en la familia real, aunque sí se les permitía trabajar como personal doméstico.
Por aquellos años, la legislación británica incorporó la igualdad racial y étnica. Lo hacía mientras dos de sus ex colonia africanas, Rhodesia (actual Zimbabwe) y Sudáfrica practicaban la segregación racial. El apartheid sudafricano tuvo rango constitucional y el Reino Unido separó a Sudáfrica del Commonwealth, la Mancomunidad de Naciones.
Esta divulgación se da en medio de la polémica desatada por la entrevista del príncipe Harry y su esposa Meghan Markle a la TV norteamericana, en la que señalaron que puertas adentro del palacio hubo comentarios despectivos por el color de piel de su hijo Archie (Markle es de ascendencia afroamericana). La prensa trató de saber de dónde provinieron esos comentarios y Harry tuvo que salir a aclarar que esos dichos eran ajenos a sus abuelos. Las miradas se posaron en su hermano Guillermo y su esposa Kate.
Para completar el panorama, el gobierno de Boris Johnon dio a conocer un informe, a fines de marzo, en el que sostuvo que el país no es racista a nivel institucional y que incluso debería ser tomado como ejemplo entre las naciones de población mayoritariamente blanca. El informe lo realizó la Comisión independiente sobre Disparidades Raciales y Étnicas, creada por el premier Johnson a raíz de las protestas de Black Lives Matters durante 2020. La comisión la integraron representantes de diferentes grupos étnicos. "Nadie niega ni dice que el racismo no exista. Hemos encontrado pruebas circunstanciales de ello. Pero... ¿pruebas de racismo institucional real? No, eso no lo hemos encontrado", dijo en su momento Tony Sewell, presidente de la Comisión.
Las tres clases del personal del palacio
Según Lord Tyron, asesor financiero de la reina, había por entonces tres clases de personal en el palacio: “(a) puestos superiores, que no se cubren con publicidad ni con ningún sistema de designación abierto y que presumiblemente se aceptarían como fuera alcance del proyecto de ley; (b) puestos de oficina, para los que, de hecho, no era costumbre nombrar inmigrantes de color o extranjeros; y (c) puestos domésticos ordinarios para los cuales se consideró libremente a los solicitantes de color, pero que en cualquier caso estarían cubiertos por la exención general propuesta para el empleo doméstico “.
En los 70, se sancionaron tres leyes contra la discriminación racial y sexual en los lugares de trabajo, lo que abría la posibilidad de accionar legalmente ante los tribunales. Sin embargo, esto no fue así para los empleados del Palacio de Buckingham.
La exención se extendió hasta el presente. En el medio, se dictaron la Ley de Igualdad en 2010, que reemplazó a la Ley de Relaciones Raciales de 1976, a la Ley de Discriminación Sexual de 1975 y a la Ley de Igualdad Salarial de 1970. Mientras tanto, la realeza sumaba críticas por contratar a pocas personas negras, asiáticas o de minorías étnicas.