La cotización del bitcoin (BTC) está en un sube y baja veloz. Desde hace meses los tuits del empresario Elon Musk, dueño de Tesla entre otras compañías, producen profundas caídas y ascensos. Fue lo que ocurrió, por ejemplo, cuando el 8 de febrero anunció que compraría BTC por 1500 millones de dólares y subió 40 por ciento hasta los 47.000 dólares. En cambio, el 13 de mayo aseguró estar preocupado por el costo ambiental de esa criptomoneda por lo que Tesla no aceptaría BTC.
Otros tuits con comentarios a favor y en contra alimentaron la bipolaridad de un mercado que parece depender más de la fe que transmiten los gurúes de la criptomoneda que de algún sustento en la economía real.
La volatilidad e impacto del bitcoin tampoco pasa desapercibida para autoridades financieras globales. En China, donde se mina más de la mitad de los BTC, según una investigación publicada en Nature la cifra llega al 75 por ciento, prohibieron en 2017 la circulación de criptomonedas.
En abril, el gobierno de Mongolia interior, la provincia con mayor cantidad de empresas de minado, prohibió la actividad y hay anuncios de que se hará lo mismo en todo el país.
Lavado
El 21 de mayo pasado el Comité por la estabilidad y el desarrollo financiero de China adelantó que tomaría "medidas severas sobre el comportamiento en el minado y comercio de bitcoin" y que prevendría "decisivamente la transmisión de riesgos individuales al campo social".
La volatilidad de la criptomoneda invita a una especulación en la que terminan perjudicados sobre todo pequeños inversores que carecen de capacidad de recursos para moverse en ese mercado.
Un artículo de Xinhua News, agencia oficial del Partido Comunista, expresaba las preocupación del gobierno por la relación entre la criptomoneda y el lavado de dinero, el tráfico de drogas y el contrabando. Por ese motivo las instituciones financieras chinas también fueron advertidas para que eviten participar en transacciones con criptomonedas.
Otra de las preocupaciones centrales del gobierno chino es ambiental. China se propuso reducir sus emisiones de carbono hasta hacerlas neutrales en 2060. La gestión de la criptomoneda produce consumos energéticos equivalentes a los de un país intermedio como Egipto o Argentina que resultan incompatibles con ese objetivo.
El aumento de la cotización del bitcoin, por ejemplo, produjo un flujo de inversiones hacia Mongolia Interior, al norte de China, donde se pueden instalar centrales eléctricas de bajo costo relativo gracias a que el carbón es muy barato así como tremendamente contaminante. En esta región autónoma, donde se realiza aproximadamente el 20 por ciento del minado global, las autoridades advirtieron que las empresas con data centers en la región perderán sus ayudas e incluso sus licencias si se involucran con el mercado del minado de criptomonedas. La fecha límite es el 1° de junio. Se espera que otras regiones sigan ese mismo camino.
No sólo en el lejano oriente están preocupados por los múltiples daños colaterales de BTC. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos informó también el mes pasado que todos los pagos en criptomonedas por un valor equivalente superior a 10.000 dólares debe ser reportados al Internal Revenue Service (IRS) para reducir la evasión de impuestos. El plan incluye también una inversión de 4500 millones de dólares en desarrollos informáticos que faciliten el registro de estos movimientos que permitieron evasiones estimadas en 600.000 millones en 2019.
El problema ambiental también les preocupa: en el Estado de New York una empresa restauró una planta eléctrica abandonada de 85MW de capacidad sólo para minar BTC.
Incertidumbre
¿Qué ocurriría con el bitcoin si China se retira del minado y las ventajas para operar en las sombras se reducen por el aumento de los controles?
Algunos especialistas dicen que el minado simplemente se mudará a otros países. La característica esencial del BTC es la carencia de instituciones que la respalden, pero eso que muchos ven como su potencia al mismo tiempo quita el ancla capaz de darle cierta estabilidad. De esta manera su utilidad y cotización dependen solamente de la confianza de quienes la usan, algo tan volátil como los cambios de humor de Elon Musk.
Así no parece sensato que países sumen más inestabilidad a sus ya financiarizadas economías, a lo que se suma la urgencia por reducir las emisiones de carbono.
¿Está próxima la muerte del bitcoin?
Aún si se expande esee tipo de políticas llevará tiempo desmontar esta industria. Lo más probable es que con el tiempo vuelva a ser un espacio de nicho para investigadores, fanáticos de la tecnología en general y del blockchain en particular.
Incluso una caída en su utilidad financiera permitiría reducir el interés y la cotización, e impactarían en la competencia por el minado y, por lo tanto, en el daño ambiental. En cualquier caso los pronósticos sobre BTC son tan volátiles como su cotización.