Desde París
La verdad no tiene límites y la mentira no conoce fronteras. Granjas de trolls, falsas informaciones, narrativas complotistas, videos falsos, documentos alterados, rumores dañinos sabiamente destilados o delirios extremos orquestados y difundidos a través de las redes sociales han sido injerencias decisivas en varios procesos electorales, entre ellos la elección del norteamericano Donald Trump, el voto a favor del Brexit en Gran Bretaña, el proceso independentista catalán o la elección de Jair Bolsonaro en Brasil. En 2017, antes de ser electo presidente de Francia, a Emmanuel Macron le tocó también el turno de ser objeto de un masivo ataque en las redes con la difusión de 20 mil correos electrónicos ligados a su campaña presidencial (MacronLeaks). Con esas experiencias pasadas como respaldo, Francia se dispone a crear una agencia nacional destinada a luchar contra las injerencias digitales provenientes del extranjero y las cuentas falsas en las redes sociales que son capaces de rebotar miles y miles de veces informaciones totalmente falaces. En la movediza galaxia de internet, las verdades pesan poco, pero las mentiras destruyen a mansalva.
El anuncio lo hizo hace un par de días el Secretario General de la Defensa y la Seguridad Nacional (SGDSN), Stéphane Bouillon. Se trata, en lo concreto, de combatir las manipulaciones de la información fomentadas desde el extranjero con el objetivo de “desestabilizar al Estado”. La agencia comenzará a funcionar desde septiembre de 2021, o sea, unos 7 u 8 meses antes de las elecciones presidenciales de 2022. La agencia contará con unas 60 personas que trabajarán “con fuentes abiertas”, entiéndase, a partir de elementos públicos. Según precisó Stéphane Bouillon en el curso de una audiencia en la Asamblea Nacional, el “propósito no consiste en corregir o restablecer la verdad, sino, más bien, en detectar los ataques cuando provengan del extranjero. Se trata, igualmente, de poder caracterizarlos y, en cierta medida, darles una atribución para que los hombres políticos, los diplomáticos, la justicia o la prensa constaten que, de los 400 mil tweets correspondientes a una información, 200 mil provienen de una granja de bots (cuentas automatizadas en las redes sociales) que se encuentra en una región fuera de nuestro país, o que este u otro debate se originó en una granja de trolls”.
El responsable francés aclaró que se no se trata de “espionaje”. Lo que interesa aquí, completó, es lo que “se está volviendo pandémico en el campo de la información. Nuestro objetivo se basa en detectar lo más rápidamente posible si algo está subiendo y poder así señalar al incendiario porque una vez que el bosque se incendió ya es demasiado tarde”.
En los próximos meses Francia atraviesa por varias citas electorales: las elecciones regionales y el referendo de autodeterminación de Nueva Caledonia y, en 2022, las elecciones presidenciales. Para sacarse de encima la sospecha de que esta agencia podría estar al servicio exclusivo del Ejecutivo francés, el organismo del cual dependerá (SGDSN) promedió que actuará con “una transparencia total”. De todas formas, está previsto crear un comité de ética y de ciencia compuesto por un miembro del Consejo de Estado (la jurisdicción administrativa más importante), un miembro del Consejo Superior del Audiovisual (CSA), por un magistrado, un embajador, periodistas e investigadores. El comité supervisará las actividades de esta agencia para que no se convierta en un arma más perjudicial para la democracia que la que busca combatir.
La idea de esta agencia nació luego de una tragedia que conmocionó a Francia. En octubre de 2020, un islamista radical, Abdullakh Anzorov, decapitó al profesor de historia (secundaria) Samuel Paty porque este había propuesto a sus alumnos que aquellos que no querían mirar las caricaturas del profeta Mahoma se retiraran. Ese asesinato y la defensa de la libertad de expresión asumida por la dirigencia política francesa desató una inmensa ola de indignación en muchos países musulmanes al tiempo que se montó en las redes sociales una exuberante campaña anti francesa. El gobierno terminó por crear una célula bautizada “Task Force Honfleur” a la que le encargó la misión de “detectar y caracterizar” el “ruido de fondo” de esa campaña.
Por “ruido de fondo” se entiende descubrir dónde nace la música. Rápidamente se comprobó que ese “ruido” provenía de Turquía. A partir de allí Emmanuel Macron decidió oficializar la lucha contra la desinformación. Otros países o grupos ya cuentan con estructuras similares. La Unión Europea creó en 2015 el “East Strat Comm” cuya misión central consiste en luchar contra las manipulaciones oriundas de Rusia. En Estados Unidos existe el GES y su trabajo se concentra en “detectar, comprender, exponer y neutralizar la propaganda de los Estados, las maniobras de desinformación que apuntan a perjudicar o influenciar la política, la seguridad o la estabilidad de Estados Unidos”.
Entre la “posverdad” y la nueva industria de la mentira, los sabuesos que husmean las fuentes donde nacen y se propagan los complots de la información tienen un territorio virgen por descubrir y combatir. A los usuarios también les incumbe la misión y el compromiso de verificar antes de actuar. Es una obligación sana y esencial de la modernidad democrática.