“El riesgo de ataque nuclear a Seúl o Tokio es real y es solo una cuestión de tiempo que Pyongyang desarrolle su capacidad para alcanzar tierra estadounidense”. Con estas palabras, Rex Tillerson sumó más tensión a la escalada entre Estados Unidos y Corea del Norte. Para el secretario de Estado de Donald Trump, “no actuar ahora puede traer consecuencias catastróficas. Todas las opciones para responder a una provocación futura están sobre la mesa”.El PBI estadounidense es 1600 veces más grande que el de Corea del Norte.
Así, la tensión de la primera potencia del mundo con Pyongyang entra en una zona que recuerda a cuando, hace quince años, George W. Bush sostenía que el Irak de Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva. Un argumento sobre el cual se basó la invasión de 2003. Si bien el camino pasaría ahora por endurecer sanciones vía el Consejo de Seguridad.
En rigor, Washington quiere frenar el desarrollo nuclear norcoreano, advertido por seis resoluciones de Naciones Unidas desde 2006. Hoy, el régimen de Kim Jong-un pretende tener un misil de alcance intercontinental, con el cual daría el salto de calidad temido por Estados Unidos. Un salto que aun no se dio en los hechos.
Así las cosas, Tillerson presenta a Corea del Norte como la nueva amenaza para la seguridad nacional de una forma que alude al concepto de “guerra preventiva” de 2002. Y con un poder de fuego incomparable. Trump autorizó este año un aumento del 9 por ciento en el gasto en Defensa, que se traduce en 54 mil millones de dólares más para el complejo industrial-militar. El gasto anual de cerca de 600 mil millones de dólares, una cifra astronómica, es incomparable con el presupuesto de cualquier país del mundo.
China, Arabia, Rusia y Reino Unido, los países que más gastan en Defensa después de Estados Unidos, suman entre todos unos 400 mil millones de dólares; dos tercios del total que Washington entre cuatro países. Por cierto que el PBI estadounidense es 1600 veces más grande que el de Corea del Norte.
Mientras tanto, Trump ordenó desplegar el escudo antimisiles en Corea del Sur (posible objeto de un ataque de Kim, según Tillerson) y el portaaviones nuclear Carl Visnon sigue su rumbo hacia la península de Corea. China oficia de mediador, aunque el propio Trump relativiza la influencia del gigante asiático. “El presidente Xi Jinping no quiere ver turbulencias ni muertes. Él ama a China y su pueblo. Sé que le gustaría hacer algo, que está intentando todo lo que está en su mano, pero es posible que no pueda”, aseguró.